lo cuento porque ya no estoy allí. El loco de la colina, también conocido como jesús quintero, tenía un negocio que en su momento se llamó apandau
con el paso del tiempo se transformó en el Bandalai
y finalmente en ruína sostenida ( se inicia licitación de obra, se para todo, se especula con el tiempo y se queda todo colgado)
el sitio es ideal para grabar una peli porno de las buenas, de las sórdidas. Pero un desastre para pernoctar. El primer dia me sale vociferando el inquilino habitual. El segundo dia unos niñatos tirando contenedores de basura aledaños, el tercer dia aparecen polis rastreando un móvil robado que habían tirado en los sótanos.
si os quedáis en la calle, tirad de piernas hacia campo abierto y tienda de campaña en plan supervivencia. La ciudad no trae cuenta.
existe cierto encanto en las ruínas. En la medida que estéticamente son entropía. Y la entropía implica movimiento sobre un orden, con el consiguiente pago en caos. Todo lo que nace lo hace de una destrucción anterior. Así que explorar éstos sitios resulta evocador. A ciertas edades...