Un día los montes comenzaron a temblar, sacudirse y lamentarse. Todos los lugareños se asustaron muchísimo al ver a estos montes siempre tan serenos y bonitos, en una actitud tan extraña. Los montes parecían contraerse y lamentarse, tanto que las parteras del pueblo comenzaron a decir que iban a dar a luz. Y así las personas que vivían en los alrededores, atemorizadas, fueron viendo durante todo el día cómo los montes se quejaban y temblaban, cada vez más fuerte. Hasta que al anochecer, se produjo un estruendo tremendo, los montes se abrieron, y de la grieta salió un pequeño ratón.