El espíritu de la posguerra de Schuman, Adenhauer, De Gaspieri y Monnet ha de imponerse, concordia, integración de democracia social, liberalismo conservador, progresismo social y desarrollo económico. En suma dejar atrás opciones radicales, populistas, anti-establishment, lideradas por aventureros de la política y outsiders estrambóticos y por contra confiar en instituciones solventes y estables, políticos profesionales, grises, cierta burocracia que impida cambios alocados. No a las nefastas motosierras de Milei y Musk, no la política demagógica y anticastas de Pablo e Irene, no al todo vale de la extrema derecha y extrema izquierda.
Nuestra motivación ha de ser la de crear un entorno estable que conjugue normas y regulación sensata con grandes mercados competitivos y desarrollo de la tecnología, un entorno que permita y fomente en el fondo una EUGENESIA larvada y subterránea al sistema que haga del tipo del europeo (Ned Flanders y Martin Prince), competente, cumplidor de las leyes, controlador y represor de los impulsos, de mediana inteligencia y físico average más atractivo para las mujeres por un lado y por el otro que, evidentemente, haga que entre las clases bajas y el lumpen extracomunitario disminuya enormemente la fertilidad sustituyendo la maternidad por formas de vida alternativas o directamente por silenciosas deportaciones de los elementos más problemáticos.
A esa Europa plácida ha de protegerla una selecta "casta guerrera" hipertecnologizada que saldrá de los individuos más aventureros e inquietos (Bart Simpson) de entre esos europeos modélicos y cumplidores.
Es el futuro amigos y no pasa por la política de los gritos y los gestos de poder vacuo sino por la inteligencia hiperracional y el frío cálculo a largo plazo.