Hace algún tiempo, me encontraba en una relación que parecía prometedora al principio. Durante seis meses, disfrutamos de ser una pareja feliz, y luego decidimos dar el siguiente paso: convivir en un pequeño apartamento alquilado. Fueron casi dos años juntos, pero en ese tiempo hay una historia que marcó un antes y un después en mi vida.
Esta no es una historia de arrepentimiento, sino más bien de una realidad que se hizo insostenible. Mi pareja tenía un hábito del que no pude escapar: era una fumadora empedernida de marihuana. Desde que se despertaba hasta que se acostaba, no dejaba de fumar. Pese a que yo no era consumidor de marihuana, traté de ser comprensivo, pero con el tiempo, su adicción comenzó a arruinar nuestra convivencia.
Los últimos meses fueron especialmente duros. Siempre estaba sin dinero a pesar de que ambos trabajábamos. Cuando no tenía suficiente para sus vicios, me exigía que le prestara de mi propio dinero, creando un ambiente de constante tensión y frustración. La situación me afectó tanto que empecé a beber más de la cuenta, buscando en el alcohol una forma de sobrellevar el estrés y la ansiedad que sentía.
En medio de este caos, encontré una forma de escapar, aunque fuese temporalmente. Me di de alta en Tinder y comencé a tener citas. A lo largo de los dos últimos meses de nuestra relación, fui infiel varias veces. Incluso hubo un fin de semana en el que hice un triplete: quedé con una chica el viernes, otra el sábado y otra el domingo. Este comportamiento no era simplemente una búsqueda de placer, sino una desesperada necesidad de encontrar algo de alivio y normalidad fuera de una situación que se había vuelto intolerable. Curiosamente dos de las chicas con las que fui infiel a esta muchacha son actualmente de mis mejores amigas y conocen toda la historia.
Finalmente, decidí que tenía que terminar con esa relación. Pero ella no lo aceptó. La tarde noche que me decidí a terminar esa relaciona todo fueron gritos y reproches por su parte, según ella toda la culpa era mía pero aun y así no quería dejar la relaciona (En parte si fue culpa mía, por empezar una relacion con una drogadicta, una y no mas), tuve que llamar a la policía para poder salir del piso, ya que no me permitía irme. Días después, intentó volver a contactarme, pero yo tenía claro que esa relación de abuso hacia mi persona había acabado.
Al dejarla, no solo recuperé mi libertad, sino también el control sobre mi vida. Logré controlar mi forma de beber y empecé a reconstruirme lejos de aquella relación tóxica. Esta es la historia de cómo una convivencia se transformó en una pesadilla y de las decisiones que tomé para recuperar mi bienestar.
Buenas noches.
