derrotar a Gödel, el único camino posible

en toda hazaña hay siempre dos elementos. Uno de tipo teórico y otro de tipo práctico. Alguien dijo que la Tierra era redonda y Cristóbal Colon quiso llegar a Indias dando la vuelta por la dirección opuesta. Luego hubo que implementarlo. Y la distancia resultó tan grande que no llegaron. Es decir: si lo hicieron. Pero a otra cosa. América.

Las personas vivimos para tan sólo morir. Igual los pueblos, naciones e imperios. Algunos tardan más y otros menos. Pero no hay una gesta común mantenida en el tiempo en lo tocante a los imponderables. Un conquistar espacios no es lo mismo que un controlar nuestro espacio. Que no es otro que el cuerpo. El propio cuerpo. La gran hazaña es la inmortalidad biológica. Y al igual que llegar a la India dando la vuelta al planeta, exige un camino extraño. Ese camino no es otro que una superteorización basada en derrotar a ese monstruo llamado Kurl.



Pasan las épocas y pese a las novedades tecnológicas nos damos cuenta de que en el fondo todo es " más de lo mismo". La miseria del historicismo. En la clasificación, para obtener conocimiento, u orictognosis, NO PARECE EXISTIR RESPUESTA ALGUNA. Sin embargo Leibniz adelantó un metaconcepto llamado matrícula ontológica que unido a un control del número omega que resultó de un primer abordaje de la incompletitud, podría llevarnos eventualmente a esa ruta rápida de una prognosis tecnogónica sobre la que fundamentar el gran tesoro. Que no sería otro que la inmortalidad.

Las máquinas del tiempo de Peusner constituyen un interesante ejercicio sobre reversibilización de procesos. En ese libro se detallan rutas rápidas para tal menester. Sabemos que hay procesos que van de A a B y de B a A. Pero los irreversibles no retornan a A, una vez que han llegado a B. Para Peusner, cuyo ámbito original es la electrónica ( recordemos las ideas de Tesla sobre la gravedad) existe la posibilidad de revertir cualquier proceso conocidos ciertos parámetros. Sabemos que el universo puede ser modelado " hacia adelante" en una Cosmogonía que estudie futuros y no pasados. Y que todo lo que en ello suceda debería incluir al pensamiento. Tenemos rudimentos conceptuales de combinación de grupos funcionales en la química retrosintética, cuyo pionero fué Elías Corey. Podemos lograr cierto " miserable" historicismo mediante el concepto de boxes epocales con sus diferentes núcleos teóricos y cortezas de aplicaciones. O de utopipelines o tuberías que conecten boxes lejanos con cercanos y pasados en un intento de eliminar la borrosidad y la difusión de la red entelequial que representa el advenimiento futuro de todo lo que existirá. Tenemos modelos de taxonomías sugerentes sobre ergones y similares, que aunque relegados a la mitología del flogisto, como elementos de una protociencia pasada, no es seudo lo que se hace con intento noble de conocer, constituyen puntos de comienzo en retornos teorizantes interesantes. Podemos hacer simulaciones en metaversos y, en líneas generales, creo que podemos declarar el nacimiento de una prognosis tecnogónica como una suerte de diseño experimental avanzado.

La utopía es la liebre que pone a correr a los galgos. Pero ahora lo que tenemos que hacer es eliminar a esa jovial panda de monos que vienen reclamando mundo, el mundo que hicimos nosotros, dándonos a entender que estamos equivocados por contemplar el infinito.

Señores: o empezamos a derramar sangre étnica, roja, eclesial y monárquica o seguiremos habitando el mundo de lo posible. Que no es otro que el de la repugnancia.

Te hago la Pole.

Hay que hacer todo lo posible para Reflotar esta Inmensa Montaña de BASURA.