Un niño mira un famoso castillo rosado por primera vez, se alza en una colina bajo las nubes de un día que promete lluvia. La tormenta le sorprende en la cabaña de los Robinson, los truenos reverberan y agitan un árbol salvaje. No lejos de allí, Pluto entra en un cuarto estrecho para empleados, se lleva las manos al cuello y se arranca la cabeza.
Gustavo Adolfo Damián Dominguez abre su taquilla y saca una petaca de Jameson con el precinto intacto. Mira a la botella al trasluz, la sustancia ambarina brilla temblorosamente bajo la luz blanca.Su corazón va a rápido, protege la botella con el cuerpo, mira a su alrededor y escucha afuera la lluvia y las risas de los niños. Tiene que darse prisa, sus manoplas peludas se debaten con el tapón roscado, el precinto se rasga con un familiar ¡crack!
Apura media de un trago, el líquido abasalla su garganta que no puede contenerlo todo, un hílillo amarillo escapa y le resbala de la boca, mancha su pelaje. Tiene manchas de helado en la entrepierna, ya lo lavará la lluvia. Gustavo piensa que hubo un día en que podía hacer este trabajo sobrio.
Tiene problemas con el personaje. Pluto. ¿Quién se supone que es Pluto? ¿Es un perro? ¿debería comportarse como tal? Camina a dos patas, igual que Mickey Mouse, pero el ratón se comporta como una persona,no es una rata. El es un perro, pero es también una persona ¿no? Saluda a los niños, les choca la mano, sonríe en las fotos, bueno él no, Pluto, sea quien sea esa cosa.
Recuerda la cara que puso su hijo Jonathan cuando lo llevó a su trabajo. Papá se ponía su disfraz de perro y salía de pie a cantar y bailar. Sus pezuñas sucias de tanto caminar. Los dibujos animados son mentira. Son papá y otros señores. Mickey Mouse se quita la cabeza, es un hombre guapo. Gustavo se lleva a Jonathan a casa, no se encuentra muy bien.
La madre de Gustavo dice que su mujer es una guarra buscona. Sus amigos opinan lo mismo ¿qué busca? Nadie lo sabe. Culo de granito y tetas de goma, demasiada mujer para Gustavo.Al principio le insultaba cuando lo hacían, él no lo aguantaba, duraba menos de un minuto. A su hijo lo llama “ese Indio”.
Luego llegaron los negros. Les cogía las pollas y las comparaba. Las pollas negras se hacían gigantes rebotando en sus tetas. Gustavo se masturbaba y bebía el semen que supuraba del coño de su mujer. Al principio no podía acabar, después le encerraron el pene en una caja de castidad, una jaula terrible.
La primera vez que se corrió miraba las tetas de su mujer, que chocaban entre ellas, su culo temblaba. ¡SI! ¡SI! ¡DAME POLLA DE VERDAD, FOLLAME BIEN, JODER!
Jonathan oye a su madre gemir desde el salón, el botón de volumen de la TV está roto. Gustavo siente el hormigueo bajar desde su cabeza, su pollita encerrada se derrama en el suelo, soltando chorros de lefa concentrada. Lo odiaba, pero le gustaba, peor, estaba enganchado. Ella lo grababa, amenazaba con enseñarselo a todos. Sus novios ahora vivían ahí, él los mantenía, lo hacía Pluto.
Tras los sucesos la compañía declaró que los empleados ocasionalmente sacaban los disfraces del parque. Fiestas privadas de cumpleaños y eventos por el estilo, se armó un revuelo.
Jonathan vé entrar a Pluto, afuera truena, el pelaje chorrea agua y lleva a la amiga de Papá en una mano.
-Esta es Marlene, mi fierro del doce, un día te enseñaré a cazar mijo.
Pluto entra al cuarto, su mujer rebota de espaldas y gime. El negro gruñe y vé un animal mojado, con la mirada perdida y una sonrisa que se pudre en el rostro.Sus ojos negros sin parpados le miran desde un abismo.
Las siliconas volaron estampándose contra el yeso, llenas de sangre y leche. Su mentiroso corazón salió volando, atravesó el yeso y flota en la piscina del vecino. Las costillas abiertas como una mariposa sangrienta. Jonathan vió un negro salir corriendo, como si le siguiera el diablo, su polla rebota en las rodillas.
Nueva asistente social, gafitas, labios pintados, jersey beige discreto, buenas tetas. Se acaricia la cicatriz manchada,en una semana quizá parezca un tatuaje, contrae el bíceps y se hincha.
-¿Perro malo?-pregunta la mujer, con una ceja alzada.
-Pluto mató a mi madre.
-¡Ah! Leí sobre eso en los periódicos. Lo siento mucho ¿Puedo ayudarte en algo?
Jonathan sonríe.
-Quiero que me pises los huevos, con tacones de aguja, por favor.
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