Espero que no le enfade que me enamorase perdidamente de Sr. / Sra. / Sre. @
APT PUPIL. Tal vez lo Catalufler influyó. Puede que simplemente su forma de ser. Es alguien encantador y no tengo reparo en rendirme ante él.
Pero ya está. La experiencia me enseñó que lo que uno siente nunca es correspondido. No quiero su enemistad y menos aún su malestar. Me agrada. Pero entiendo y acepto que no somos cómodos en presencia del otro. No fuerzo nada. No soy nadie tampoco y las cámaras de monitoreo y el expediente de ridículo policial pueden atestiguarlo. Los policías son los mejores románticos.
En cuanto a la canción... me gusta. Con las zorras me pasa como con todos los animales: me atrae su vitalidad, su estética, su sensualidad; pero despiertan mi cautela por los baches comunicativos, en este caso causados por hambre de genital.
Pero me resulta liberador su existencia. La explicación de sus esfuerzos por nuestro bienestar (junto a la del soldado y el filósofo) es la cara oculta del milagro. Me gusta la zorra como entidad; soy yo quien me decepciono por no estar a la altura de las expectativas de su poético zorreo en forma de software informático de última actualización o maquillaje con contorno de ojo, de las que participa en retroalimentación de los contextos en su inevitable zorrerío adaptativo, reduciendo mi presentación a la eterna disculpa, debilidad, segundo plano y labor de recolección granjera para que este/a zorro/a/e pueda seguir sirviendo genital.
Fornicar con alguien así es *chef kiss*... también por su sentido prohibitivo en un eterno ecosistema que basa su eficiencia exclusivamente en la gestión de atención, esfuerzo, cariño y reparto de dolor. Por eso también despierta mi compasión: es mejor tristeza que desengaño de mentira; no todas las pociones de amor se beben.
El milagro® de la maternidad. A preñarse®.