Iniciado por
Don Figaro
Ya sabéis, la típica escena de un buen party matador en el que te sientes el rey del mambo, el chulo del bar.
Visitas los lavabos con colegas o alguna zorra para reponer fuerzas (que te la chupen bien puesto es TOP), hablar con todo Dios, risas, buen rollo, subidon del ego y el narcicismo; miraditas y seduciones con hembrotas, cash de sobra para tirarle el rollo de chuloputas triunfador, BMW aparcado fuera y una vida que te incita a pelear duro. Ora en partys cutres, ora chuleando por la puerta grande, la vaina está en sentirte como un puto triunfador durante esas noches de GLORIA en las que el mundo pareciera construido a tu medida. Después de machacarse a como dé lugar viene el jolgorio, el fanfarronear, la liberación de presión pues.
La euforia de andar empolvado te sube una agresividad ya latente y exacerbada entre el TEMPLO (dianabol y testo exógena mandan) y el tatami y pareciera que la noche no se disfruta igual si no acabas marcándole la cara a alguno con los nudillos. Necesitas ese puntito de barbarismo que te reconcilia con el depredador que llevas dentro, el puto TORO testosteronizado directamente venido desde Castilla enrolado en los Tercios. Necesitas demostrarte a ti mismo que eres una puta bestia y buscas una presa no necesariamente fácil. El que mire mal, el que mire de más, el que use la lengua más de la cuenta: le encaras y vas a por él después de haberle tomado las hechuras, si se achanta te lo vas a comer igual pero quieres ver si tiene COJONES. Si se pone bravo atizas con más saña. Otras veces es algún portero que intenta pasarse de listo o ponerse farruco.
La descarga después de un incidente de esta índole es enormemente grata. Te hace sentir vivo, agitado, satisfecho, con el ánimo muy venido arriba; diríase que se vuelve una costumbre periódica. Descargas muchas fuerza que ritualmente relaja al organismo tras acto seguido prender un porraco, jalar fuerte y aspirar la esencia del THC conduciendo