Aunque la hormona se vista de seda, hormona se queda. La frase, dedicada esta misma semana a Leo Messi, no es mía. Es del inefable opinólogo y filósofo español Federico Jiménez Losantos. Un tipo educado, sensato, cordial, que como todo el mundo sabe jamás busca la polémica sino simplemente informar de manera rigurosa, ecuánime y veraz sobre lo que ocurre en nuestro país. El firme candidato al Pulitzer que jamás ha utilizado los medios a su alcance para hacer propaganda ni periodismo basura. Un comunicador como la copa de un vino. Ay. Perdón. Como ven, todo se pega.
Aunque la hormona se vista de seda, hormona se queda. Ese es el complejo análisis técnico que vierte públicamente Losantos tras la debacle del Barça en el Parc des Princes el pasado martes. Un análisis al que hay que sumarle la guasa y la retranca del expolítico turolense. Sí, hay que ponerse en el lugar de un tipo capaz de empezar militando en la Organización Comunista de España, pasar como Torquemada por la COPE y acabar votando a UPyD. Un tipo condenado por decir que en las sedes de Esquerra Republicana de Catalunya había “armas y munición”. Un tipo que dijo que cuando veía a los de Podemos, si llega a tener una pistola, dispara. Una mente privilegiada que, en total, acumula ya cuatro condenas por vulneración del derecho al honor y dos más por delito de injurias. Y eso que he hecho como él, tirar de Wikipedia. Seguro que si me esfuerzo un poco encontraría mucho más.
Aunque la hormona se vista de seda, hormona se queda. Ahí le has dado, Federico. Donde más le duele al Barça. Y a Leo Messi. Seguro. Di que sí. La culpa no la tiene el ya desahuciado Lucho, ni el planteamiento estratégico, ni siquiera cómo jugaron los nuestros en París. No. La culpa es de la hormona. Aunque la hormona se vista de seda, hormona se queda. Es que de verdad. No sé qué se han creído. Eso de que un niño pueda sufrir deficiencia en la hormona de crecimiento es todo un chiste. Eso de que le ayudase un club de fútbol que siempre ha dicho ser más que un club, es ya un cachondeo. Y eso de que un presunto locutor de radio se ría de ambas cosas, es de lo más normal, a que sí.
Respeto. No voy a reírme de que el señor Losantos no sepa pronunciar la letra R. Sería ponerme a su altura, además de una falta de respeto hacia la gente que sufre rotacismo, dislalia selectiva del fonema R. Y hablando de alturas, tampoco voy a destacar que el señor Losantos no levanta más de metro cincuenta y nueve del suelo. Sería otra falta de respeto hacia mucha gente, entre otras, las que hayan sufrido déficit en la hormona del crecimiento. Y me niego a decir -como hacen algunos- que eso tenga algo que ver en su evidente resentimiento.
Lo que sí voy a lamentar es que el señor Losantos no haya tenido cerca un club como el Barça cuando era pequeño. Porque igual ahora estaríamos hablando del mejor del mundo en algo, y no de un pobre hombre que tiene que vomitar sandeces todos los días para que nos acordemos de él.