Tocho.gif
Agosto de 1985, Se para el tren, o eso parece, porque los motores siguen rugiendo. La gente se levanta corriendo y empiezan a coger las maletas a toda leche. Me apresuro, estoy nervioso por si alguien se lleva mis cosas... Las tengo!, todo bien. Respiro y me pregunto: ¿a donde irá toda esta gente? ¿de donde vendrán?. Da igual, ¡despabila Curro, que a ti eso no te importa! (me digo).
15:30 h, bastante calor, pero nada que ver con Jaén. En los bolsillos mil pelas y un paquete de tabaco, otras 15 mil en el calzoncillo por lo que pueda pasar, que en la capital hay mucho listo... ¡Eh tu!, ¿ibas para Jaca, no? Me giro y veo un rostro conocido: Miguel Sarmiento, mas conocido en su pueblo como "el patillas". Nos conocíamos de vista, era de un pueblo cercano al mío y habíamos cruzado cuatro palabras en alguna feria. Sin duda me sorprendió verlo, pero también me reconfortó bastante encontrar un rostro conocido en mitad de una ciudad tan grande como Madrid. ¿Vas para Jaca verdad?, me volvió a preguntar.
Sí, respondí. ¿Como lo sabes?
-En el cuartel me lo dijo un guardia, que para Jaca iba también un chaval de la zona, y al verte pensé que serías tú. ¿Que tal, tienes hambre? La vieja me ha echado un bocata de chorizo, si quieres compartimos...
Nos sentamos a comer el bocadillo, mientras esperábamos nuestra conexión. Todavía nos esperaban algunas horas hasta llegar a nuestro destino, así que pudimos hablar largo y tendido. ¿Tú cuánto dinero llevas?, le pregunté.
- Diez mil pelas, la cosa no anda muy bien por la casa y somos muchos hermanos...
¿Sabes a que hora llegaremos? Le dije cambiando de tema, ya que parecía incomodo tras la pregunta.
- Seguro que bien de noche, pero no estoy seguro. ¿Tienes fuego?
Después del primer cigarro, la conversación se hizo mas amena. El patillas me contó que su apodo le venía de su padre, un antiguo carpintero que al parecer las llevaba bastante largas. También me contó que tenía novia en su pueblo, Los Villares, pero que no sabía que iba a pasar después de todo esto.
00:30h, Llegamos a Jaca. Todo está oscuro y no se ve nada más que unas pequeñas luces a la entrada del cuartel. Bajamos del autobús y el frío hace acto de presencia como nunca antes. El aire helado me araña la cara y se me escapa una lágrima. El pecho me va a explotar, me falta el aire y noto la presión en los ojos y la frente como si llevara tres minutos sumergido bajo el agua. Otra lagrima. No se si mis ojos lloran del frío, de nervios o simplemente de miedo, pero avanzo, como todos.
Continuará...
El mensaje está oculto porque el usuario está en tu lista de ignorados.