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pio23
El apellido Montero es muy antiguo y procede de la zona castellana. Según Fernando González-Doria en su "Diccionario heráldico y nobiliario de los reinos de España", el apellido tuvo su primitiva casa solar en Castilla. Posteriormente el apellido se extendió por otras zonas de la Península Ibérica.
TÍTULOS NOBILIARIOS RELACIONADOS Diversos miembros de la familia Montero probaron su nobleza de sangre ante las Reales Chancillerías durante los siglos XVI y XVII.
LINAJE E HISTORIA La historia del apellido Montero cabe remontarla en los lejanos tiempos de la Reconquista donde los ejércitos cristianos ocupaban las tierras que durante siglos habían sido dominadas por los musulmanes. En aquella época era lógico que la repoblación de las tierras ocupadas se dieran entre los caballeros que ayudasen a los reyes en las conquistas. Personajes llamados Montero partieron del Norte de España y recibieron solares y tierras, estableciéndose el linaje en aquellos lugares más al sur. Así este apellido procede de los Monteros de Espinosa, que eran la guardia noble de los Reyes de Castilla, y vinieron con San Fernando a la Reconquista. De los dos que quedaron en Sevilla, se forman dos ramas, los Montero y los Montero de Espinosa. Ambas ramas ocuparon cargos de Regidores, Jurados y Caballeros Veinticuatro de Sevilla. Probaron nobleza en la Orden de Santiago en 1644 y en la Orden de Alcántara en 1660. El apellido estuvo presente en la conquista y posterior colonización de América, donde personajes llamados Montero participaron en las hazañas. La existencia de diversos topónimos en el Nuevo Continente demuestra que el apellido enraizó desde los primeros tiempos. Un personaje, Andrés Montero, acompañó a Hernán Cortés en la conquista de México, haciéndose notar por su valor en la batalla de Otumba, donde, ensangrentado y cubierto de heridas, luchó y mató a un enemigo azteca. Posteriormente, el apellido se extendió por otras zonas de la Península Ibérica y por los diversos países de América Latina. ARMAS Las armas principales del apellido, según detalla Fernando González-Doria, son: en campo de oro, cinco bocinas de montero, de sable, con las boquillas de oro y los cordones de gules, y puestas en sotuer. El Emperador Carlos I concedió, por privilegio dado en Madrid a 23 de agosto de 1.540, el siguiente escudo de armas a Don Diego Montero, vecino de Antequera, en México: en campo de azur, un león rampante al natural, llevando una bandera de plata, cargada de una K de oro, perfilada de gules; bordura de gules, con cuatro aspas de oro y cuatro granadas abiertas, también de oro, alternando. Estas armas se encuentran relacionadas en el "Diccionario heráldico y nobiliario de los reinos de España", en la página 653.