Debate Los sitios más raros en los que la gente se ha masturbado

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    Los sitios más raros en los que la gente se ha masturbado

    Cuando el poder de la eyaculación puede más que el poder de la razón.

    Siempre me ha sorprendido la ligereza con la que ciertas personas se toman todo esto de la masturbación. Me viene a la mente ese colega mío del instituto que cada día se aseguraba de decirme que la noche anterior se había masturbado y que había dejado todo el semen esparcido en sus calzoncillos.

    No me malinterpretéis, no me sorprendía el hecho de que hablara con tanta tranquilidad de sus hábitos masturbatorios, me sorprendía la poca profesionalidad que mostraba a la hora de masturbarse. Me incomodaba mucho imaginarme esos calzoncillos manchados de semen, esa dejadez posorgásmica e higiénica del chaval. Ese niño creía que los restos de semen seco amarillentos pasarían desapercibidos y que sus progenitores no se percatarían de ello al recogerlos para ponerlos en la cesta de la ropa sucia.


    Está claro que nadie quiere que le descubran en un acto de onanismo y nadie quiere dejar pistas para que se sepa que ha estado flirteando con el autoplacer, y esta es una de las grandes virtudes de la propia masturbación, casi la que la define.


    Podemos aceptar con total parsimonia que todos nos masturbamos, podemos bromear sobre masturbarse en el trabajo mientras se vacían esos tuppers llenos de arroz y brócoli pero toda esta seguridad desaparece en cuanto uno se encuentra solo en casa, tumbado en la cama con una mano en los genitales y otra (temblorosa) sujetando el móvil en horizontal (pantalla completa) con un vídeo porno reproduciéndose en el Chrome (“nueva pestaña de incógnito”) y de repente escucha como alguien abre la puerta de casa. La reacción es rápida y la vergüenza tiñe nuestra moral progre.

    La gente huye de estos momentos y es por eso que, volviendo al principio, me sorprende esa otra gente que se toma tan a la ligera esto de masturbarse.

    Hay gente masturbándose en sitios imposibles en compañías imposibles. La irresponsabilidad dándole la mano a la valentía. Estos héroes cotidianos se mueven entre nosotros y estas, lectores y lectoras, son sus mejores historias, sus más preciadas condecoraciones.


    MASTURBARSE EN EL PANS & COMPANY
    Me he masturbado en el Pans & Company, cuando trabajaba ahí. De hecho me he masturbado en muchos de los trabajos que he tenido. Masturbarse en una oficina tiene su técnica, porque no puedes apalancarte ahí y encontrar tu momento, tu espacio, y hacerte LA paja. Tienes que hacerlo como de pie, como si estuvieras meando, una cosa muy de “uuuuuuh, quiero descargar”. Y bueno, de más joven, en la época esa de hacerse pajas todo el rato, ahí donde iba me hacía una paja. ¿Iba de viaje con mis padres? Pues en el hotel, en la habitación y con mis padres dentro, como si no hubiera escapatoria, como si fuera una obligación.


    Carlos, 27 años

    MASTURBARSE EN UN MUSEO
    Hace tiempo estuve trabajando de vigilante en un museo, me refiero a esa gente que está ahí sentada en un taburete entre sala y sala, observando a los visitantes y llamando la atención si alguno se acercaba demasiado a las obras. Como durante el día había muchas horas en las que no pasaba nadie, aprovechaba para masturbarme ahí en medio. Me ponía una carpeta encima de los muslos, tapando mis genitales, y empezaba.

    Helena, 28 años

    MASTURBARSE EN EL VALLE DE LOS CAÍDOS
    Bueno, durante la adolescencia me dio por hacer una cosa a la que llamaba el pajículum vitae (supongo que podéis deducir de qué se trataba), un documento que intentaba rellenar con las situaciones más curiosas. Ahora han pasado muchos años pero entre las pajas en aviones, trenes y durante incontables viajes a distintos países siempre destacará el recuerdo de esa vez que lo hice en el Valle de los Caídos, entre unos arbustos. Este fue sin duda el punto álgido de mi pajículum.

    Oriol, 35 años.

    MASTURBARSE EN PLENA CALLE
    “Un día iba de visita exprés a Barcelona, o sea, llegaba el sábado por la mañana y me pillaba el Ave del Domingo a las 10. Eso conllevaba estar todo el día a tope y no dormir. Llegué a Sants a eso de las 9 de la mañana del domingo con un subidón que no era ni medio normal y evidentemente sin un duro. Intenté ir a los servicios para descargar y relajarme pero te cobraban dinero 😬😬😬, así que me fui a callejear al lado de la estación por plaza de Sants y me puse a hacer como que meaba en un garaje, al lado de un portal.

    Estaba en medio de la calle, con todo el sol de la mañana. Y nada, intenté dale que te pego pero los nervios no me dejaban concentrarme. Creo que estuve como 15 minutos intentándolo hasta que una señora salió de una terraza y me pilló. Y nada, media vuelta, cabeza baja y directo al tren. Una vez allí ya cumplí mi objetivo en el baño.


    Alberto, 30 años

    MASTURBARSE EN UN ALBERGUE CON CINCO DESCONOCIDOS ALREDEDOR
    Hace poco me masturbé en un dormitorio con cinco personas desconocidas. Estaba de viaje a Albania y compartía el cuarto del hostel con otra gente que no conocía de nada. Entonces me entró el apretón porque había sido un día larguísimo pero estaba demasiado cansada como para querer ligar —en otra habitación había unos españoles con los que había pasado todo el día—, bueno, el caso es que lo hice discretamente, creo. Puse los auriculares muy fuerte para que se oyera la música y para que nadie me escuchara. No sé si funcionó.

    Mireia, 28 años


    MASTURBARSE EN EL GIMNASIO
    En el colegio, cuando salía de extraescolares, me iba al gimnasio en el que mi madre recibía clases de aerobic, que estaba al lado. Algunas veces me quedaba al final de la sala jugando o leyendo, pero otras me construía una especie de caseta con las esterillas y me metía dentro. Y una de esas tardes creí conveniente masturbarme dentro de una de esas casetas de esterillas.

    Más de diez años después —tendría entonces unos 10 u 11 años— aún no se lo he contado a nadie. Pero daría lo que fuera por poder recordar qué canción maquinera de los 2000 sonaba y qué pasos sobre el step hacían mi madre y el resto de peña mientras tanto. En mi defensa, aparte de que tenía 10 años, he de decir que no los miré, cerré los ojos.

    Carla, 25 años

    MASTURBARSE EN UN CAMIÓN
    Las llamábamos “Las caravana del amor”, como ese programa de televisión. Antes de nada, poneros en contexto, vivíamos en un pueblo de montaña donde los habitantes estaban casi incomunicados y su contacto con el sexo durante los noventa era efímero, lo de casarse con las primas de cada uno era el pan de cada día.

    El caso es que cuando teníamos 14 o 15 años lo que hacíamos era entrar varios amigos al aparcamiento de una fábrica cementera que había a las afueras de nuestro pueblo y masturbarnos ahí dentro. La historia es que uno de nuestros amigos era hijo de la familia que vivía en la casa de dentro de la propia fábrica por lo que teníamos acceso total al parking, y allí dentro era donde habían a saco de furgonetas y camiones repletos de revistas porno, de esas de los ochenta y noventa, con mucho vello —recuerdo una llamada Climax—.

    Lo que hacíamos era entrar en los camiones de brea y furgonetas que estaban aparcadas y convertirlas en las auténticas “caravanas del amor”. Nos subíamos varios a esos camiones y empezábamos nuestro ritual masturbatorio colectivo, un ritual que, ahora, visto con los años, entiendo como una prueba de amistad, una exaltación del compañerismo. Un compañerismo que tampoco sirvió de mucho porque ahora apenas nos vemos.

    Mira, creo que este era el sitio, más o menos, ahora mismo lo han arrasado, porque, de echo, es zona contaminada.

    Aitor, 33 años





    LLEGAR TARDE
    Españoles que llegan extremadamente tarde nos explican por qué lo hacen
    Así improvisan sus excusas.


    abr. 5 2018, 12:00am

    Ilustración por Aina Carrillo. Imágenes originales vía Mpho Mojapelo en Unsplash , Pim Chu en Unsplash

    Hay dos tipos de personas: los que llegan tarde y los infelices. No lo digo yo, lo dicen los científicos. Sea como fuere, hay un gran número de personas en nuestro entorno que siempre llegan tarde, tardísimo, y torean a los demás en un alarde de imaginación con excusas totalmente creíbles que no dejan lugar a reproche alguno. Otras no lo son tanto.

    A veces esas personas se llevan sendas reprimendas que no sirven para nada porque al día siguiente esa persona volverá a llegar tarde en un bucle de despreocupación que lo único que provoca es que a la larga su entorno acepte, resignado y a ragañadientes, que nada va a cambiar mientras se pudre lentamente por dentro a la vez que redefinen los parámetros de la paciencia humana. Eres de unos o de otros, no hay más vuelta de hoja.


    MIRA:


    Pero, ¿por qué no dejan de llegar tarde? ¿No les importa ni lo más mínimo que los esperen? ¿Cuesta tanto salir 10 minutos antes? La verdad es que sí, cuesta y mucho. Porque los que somos de esta condición —sí, soy sumamente tardón— deformamos el tiempo a nuestro antojo dentro de nuestras cabezas, que divagan entre el Tigris y el Éufrates con dudas oportunas de última hora que debemos resolver justo antes de arreglarnos: "¿La protoescritura es del neolítico o el paleolítico superior?".

    Sí, este podría ser UN MOTIVO DE PESO.

    En fin, siempre creemos que tenemos la sartén por el mango, que sobra tiempo, y siempre nos pilla el mismo toro con el asta de las prisas, las disculpas o las excusas. Para saber cómo pensamos, me he puesto en contacto con impuntuales para que te den esa explicación que tanto mereces.

    Xènia, 24 años
    Mira, ahora mismo son las 18:24 y había quedado a las 18:00. ¿Dónde me encuentro? En mi casa tumbada en el sofá viendo “Los viajes de los Apóstoles: Jerusalén al norte” en La 2.

    ¿Por qué llego tarde? Me he leído estudios sobre esto, y se supone que soy muy feliz. También pienso que la gente, cuando queda en grupo, no me necesita. Entonces tengo tiempo para dedicarme a otras cosas de la vida que me hacen más feliz, y luego ya podré estar con ellos. Si llegara pronto, me quitaría de hacer mis cosas. Es una manera de canalizar mi egoísmo, es la forma suprema de hacerlo hacia el mundo. Primero yo, lo que me hace estar tranquila y bien, y luego ya la gente.

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    "En las cosas que son obligatorias no llego tarde, pero en la uni, que no es obligatoria, ya llegaré cuando me dé la gana"

    Cuando miro el reloj y me quedan, no sé, 30 minutos, comienzo a ocuparme a tope ese rato: miro todos los vídeos de internet o hago todas las cosas que no he hecho las 2 horas anteriores. Es entonces, cuando procrastino, que me pilla el toro.

    Para que no se enfaden, tengo una técnica. Normalmente mis amigos me piden que diga yo la hora porque siempre llego tarde. La pongo, pero sé que llegaré tarde aunque luche para cambiarlo, así que lo que digo es que les avisaré cuando salga de casa para que no tengan que esperar mustios solos en la calle. Es una buena solución.

    En las cosas que son obligatorias no llego tarde, pero en la uni, que no es obligatoria, ya llegaré cuando me dé la gana. Hubo un caso en que miré a los ojos a una profe de la uni y le dije: “Escúchame, nunca voy a llegar a las 8:30 de la mañana porque no funciono, así que tenemos que buscar otra solución”. Otra muy gorda fue un día que tenía solo 3 horas de clase y llegué cuando faltaban 15 minutos. Literalmente me chupé 1 hora de camino para 15 minutos por el remordimiento de faltar.

    Fernando, 20 años
    ¿A caso le exigieron puntualidad al segundo faraón de la IV dinastía, Keops, cuando mandó a construir la gran pirámide de Guiza? ¿A caso le exigieron puntualidad a Hipatia de Alejandría cuando se abrió paso como la primera científica de la historia? ¿A caso le pidieron puntualidad a Sir Isaac Newton cuando descubrió las leyes del movimiento, cuya obra culminó la revolución científica? ¡¿Verdad que no?!

    ¿Si las eminencias más famosas de la historia no tuvieron prisa ni exigencias de hora, por qué iba a tenerlas yo?

    "Es como si alrededor mío el espacio comenzara a curvarse y la concepción del tiempo empezara a ir más lenta"

    Es lo que intento explicar cada vez que alguien se enfada porque llego tarde. Pongo cara de corderito, y suelto alguna tontería que haga reír, o me invento una excusa que no pueda tener mucha réplica como el tráfico, que en el trabajo me han pedido que me quede o ayudar a una anciana a subir la compra a un ático sin ascensor.

    La movida es que los parámetros del tiempo se deforman por completo. ¿Has visto en Interestellar que pasan 40 años cuando bajan a salvar a Matt Damon por la teoría del espaciotiempo? Es como si alrededor mío el espacio comenzara a curvarse y la concepción del tiempo empezara a ir más lenta. Sí, mi cuerpo es pura física teórica. Es la única explicación que puedo dar. Esa y que soy optimista por naturaleza. Cada mañana confío en no llegar tarde. Cada mañana llego tarde. Es así.


    Ilustración por Aina Carrillo
    Judith, 27 años
    Es como si el destino quisiera que nunca llegara pronto. Siempre pasa algo, como cosas muy raras. Puedo estar preparándome 2 horas antes, pero siempre llego 2 horas después. Me ha pasado, por ejemplo, en una entrevista de trabajo. Yo pienso que si ese puesto tiene que ser tuyo, lo va a ser 30 minutos antes o 30 minutos después. Es cuestión de actitud.

    En una entrevista, por ejemplo, dije que había ido en taxi desde casa y había tráfico. Luego pensé que estaba mi dirección en el currículum y vieron que vivía a 10 minutos andando. Me imagino que por eso no me llamaron.

    Hace 27 años que vivo con este drama y lo intento solucionar a conciencia, pero es que da igual. Es todo mentira. Ya sea porque pones música y te entretienes, que te empanas haciendo cualquier cosa, que tienes que hacer una lavadora y la haces, con el despiste de meter tu mochila con todo tu dinero, o cualquier otra cosa. Esas cosas que puedes hacer perfectamente una vez vuelvas a casa después de haber quedado pero que yo hago justo antes de salir y ocurren cosas extrañas.

    "Creo que cuando alguien queda conmigo y me conoce, lo asume porque forma parte de mi encanto"

    Sí que es verdad que el momento de mala conciencia ya no lo tengo. Creo que cuando alguien queda conmigo y me conoce, lo asume porque forma parte de mi encanto. Si no me conoce, pues al llegar te ríes. Un poco de ji,ji ja,ja día tras día hasta que se acostumbre.

    Una vez quedé con un chico, mi actual novio, y el pobre me dijo que salía de la playa, que llegaría un poco tarde. Yo, superindignada, le dije que si quería no quedábamos. Ya sabes, el drama del principio que siempre queda bien. Al final él vino sin irse a cambiar y yo llegué una hora tarde. Ese es uno de los días que más tarde he llegado y peor me he sentido.

    Gabriel, 28 años
    Una vez dije a mi jefe que llegaba tarde porque se me había roto la moto en mitad de la autopista. Mi jefe me dijo que no me preocupara, que me iba a recoger con el camión. Como era mentira, tuve que vestirme escopeteado, pillar la moto y ponerme a 300 km/h para llegar antes que él y fingir que mi moto no arrancaba.



    Muchas veces me ha pasado de quedar con alguien, por ejemplo, a las cinco de la tarde e ir con 10 minutos de margen por la calle. Voy para el sitio y de camino me encuentro a alguien. Lo saludo, risas y cervecita. Comienzo a liarme, digo que me tengo que ir como 150 veces pero pasa el rato y sigo con la cuarta cerveza en la mano porque estoy a gusto. La otra persona, como es lógico, me llama. ¿Qué hago?, te preguntarás. Pues o no lo cojo o le suelto cualquier milonga, como al final no quedar porque me ha surgido algún contratiempo.

    "Mis amigos ya me conocen, pero cada uno es como es, ¿no?"

    Le intento poner remedio. Últimamente llego bastante menos tarde por el tema que te confías, lo tienes todo listo para salir, pero pasa algo o el maldito tiempo le da por correr y se te echa encima. Es cuando comienza el lamento. “No volveré a llegar tarde, me tengo que preparar antes” me digo, pero lo repito. Mis amigos ya me conocen, pero cada uno es como es, ¿no?

    El caso más bestia no fue por esa desidia de olvidarme algo. Quedé con una chica sobre las 18:00, le dije que estaba trabajando aunque era mentira. Ya había plegado, pero justo antes quedé con otra chica que me gustaba más. Como con esta todo iba genial se iba alargando (ya eran sobre las 18:15), avisé a la primera de que por cosas de trabajo al final no podía quedar. De mientras, risas y complicidad hasta que me di de bruces con la primera chica justo en el bar que llevé a la otra chcia. No supe dónde meterme.

    Pol, 36 años
    Yo antes siempre llegaba puntual, incluso unos minutos antes para asegurarme estar a la hora en la que me habían citado. Esto duró hasta los 18 o 19 años. A partir de entonces, como mis colegas siempre llegaban tarde (veinte o treinta minutos tarde) fui perdiendo esta bella costumbre de la hiperpuntualidad y me fui convirtiendo en un ser mediocre como el resto del mundo. La pureza había sido pervertida por la triste realidad de la vida adulta y de sus fracasos constantes. Ahora, por defecto, casi siempre llego tarde porque sé que la gente no llegará a la hora establecida.

    "Cualquier cosa antes que aceptar que he cometido un error"

    Más que excusas, cuando llego muy tarde y las otras personas llevan un buen rato esperándome, lo que hago es quitarle hierro al asunto e intentar que entiendan que “tampoco pasa nada”, que “haber llegado tarde tampoco causará un daño REAL a nadie”, que “este planeta seguirá girando pese a que haya llegado 45 minutos tarde, incluso seguirá girando una vez hayamos muerto todos” y que “realmente no importamos nada y no somos nada”. No sé, me pongo de este palo; cualquier cosa antes que aceptar que he cometido un error.

  2. #2
    ForoParalelo: Miembro Avatar de Auron_Play
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    Cuando el poder de la eyaculación puede más que el poder de la razón.

    Siempre me ha sorprendido la ligereza con la que ciertas personas se toman todo esto de la masturbación. Me viene a la mente ese colega mío del instituto que cada día se aseguraba de decirme que la noche anterior se había masturbado y que había dejado todo el semen esparcido en sus calzoncillos.

    No me malinterpretéis, no me sorprendía el hecho de que hablara con tanta tranquilidad de sus hábitos masturbatorios, me sorprendía la poca profesionalidad que mostraba a la hora de masturbarse. Me incomodaba mucho imaginarme esos calzoncillos manchados de semen, esa dejadez posorgásmica e higiénica del chaval. Ese niño creía que los restos de semen seco amarillentos pasarían desapercibidos y que sus progenitores no se percatarían de ello al recogerlos para ponerlos en la cesta de la ropa sucia.


    Está claro que nadie quiere que le descubran en un acto de onanismo y nadie quiere dejar pistas para que se sepa que ha estado flirteando con el autoplacer, y esta es una de las grandes virtudes de la propia masturbación, casi la que la define.


    Podemos aceptar con total parsimonia que todos nos masturbamos, podemos bromear sobre masturbarse en el trabajo mientras se vacían esos tuppers llenos de arroz y brócoli pero toda esta seguridad desaparece en cuanto uno se encuentra solo en casa, tumbado en la cama con una mano en los genitales y otra (temblorosa) sujetando el móvil en horizontal (pantalla completa) con un vídeo porno reproduciéndose en el Chrome (“nueva pestaña de incógnito”) y de repente escucha como alguien abre la puerta de casa. La reacción es rápida y la vergüenza tiñe nuestra moral progre.

    La gente huye de estos momentos y es por eso que, volviendo al principio, me sorprende esa otra gente que se toma tan a la ligera esto de masturbarse.

    Hay gente masturbándose en sitios imposibles en compañías imposibles. La irresponsabilidad dándole la mano a la valentía. Estos héroes cotidianos se mueven entre nosotros y estas, lectores y lectoras, son sus mejores historias, sus más preciadas condecoraciones.


    MASTURBARSE EN EL PANS & COMPANY
    Me he masturbado en el Pans & Company, cuando trabajaba ahí. De hecho me he masturbado en muchos de los trabajos que he tenido. Masturbarse en una oficina tiene su técnica, porque no puedes apalancarte ahí y encontrar tu momento, tu espacio, y hacerte LA paja. Tienes que hacerlo como de pie, como si estuvieras meando, una cosa muy de “uuuuuuh, quiero descargar”. Y bueno, de más joven, en la época esa de hacerse pajas todo el rato, ahí donde iba me hacía una paja. ¿Iba de viaje con mis padres? Pues en el hotel, en la habitación y con mis padres dentro, como si no hubiera escapatoria, como si fuera una obligación.


    Carlos, 27 años

    MASTURBARSE EN UN MUSEO
    Hace tiempo estuve trabajando de vigilante en un museo, me refiero a esa gente que está ahí sentada en un taburete entre sala y sala, observando a los visitantes y llamando la atención si alguno se acercaba demasiado a las obras. Como durante el día había muchas horas en las que no pasaba nadie, aprovechaba para masturbarme ahí en medio. Me ponía una carpeta encima de los muslos, tapando mis genitales, y empezaba.

    Helena, 28 años

    MASTURBARSE EN EL VALLE DE LOS CAÍDOS
    Bueno, durante la adolescencia me dio por hacer una cosa a la que llamaba el pajículum vitae (supongo que podéis deducir de qué se trataba), un documento que intentaba rellenar con las situaciones más curiosas. Ahora han pasado muchos años pero entre las pajas en aviones, trenes y durante incontables viajes a distintos países siempre destacará el recuerdo de esa vez que lo hice en el Valle de los Caídos, entre unos arbustos. Este fue sin duda el punto álgido de mi pajículum.

    Oriol, 35 años.

    MASTURBARSE EN PLENA CALLE
    “Un día iba de visita exprés a Barcelona, o sea, llegaba el sábado por la mañana y me pillaba el Ave del Domingo a las 10. Eso conllevaba estar todo el día a tope y no dormir. Llegué a Sants a eso de las 9 de la mañana del domingo con un subidón que no era ni medio normal y evidentemente sin un duro. Intenté ir a los servicios para descargar y relajarme pero te cobraban dinero ������, así que me fui a callejear al lado de la estación por plaza de Sants y me puse a hacer como que meaba en un garaje, al lado de un portal.

    Estaba en medio de la calle, con todo el sol de la mañana. Y nada, intenté dale que te pego pero los nervios no me dejaban concentrarme. Creo que estuve como 15 minutos intentándolo hasta que una señora salió de una terraza y me pilló. Y nada, media vuelta, cabeza baja y directo al tren. Una vez allí ya cumplí mi objetivo en el baño.


    Alberto, 30 años

    MASTURBARSE EN UN ALBERGUE CON CINCO DESCONOCIDOS ALREDEDOR
    Hace poco me masturbé en un dormitorio con cinco personas desconocidas. Estaba de viaje a Albania y compartía el cuarto del hostel con otra gente que no conocía de nada. Entonces me entró el apretón porque había sido un día larguísimo pero estaba demasiado cansada como para querer ligar —en otra habitación había unos españoles con los que había pasado todo el día—, bueno, el caso es que lo hice discretamente, creo. Puse los auriculares muy fuerte para que se oyera la música y para que nadie me escuchara. No sé si funcionó.

    Mireia, 28 años


    MASTURBARSE EN EL GIMNASIO
    En el colegio, cuando salía de extraescolares, me iba al gimnasio en el que mi madre recibía clases de aerobic, que estaba al lado. Algunas veces me quedaba al final de la sala jugando o leyendo, pero otras me construía una especie de caseta con las esterillas y me metía dentro. Y una de esas tardes creí conveniente masturbarme dentro de una de esas casetas de esterillas.

    Más de diez años después —tendría entonces unos 10 u 11 años— aún no se lo he contado a nadie. Pero daría lo que fuera por poder recordar qué canción maquinera de los 2000 sonaba y qué pasos sobre el step hacían mi madre y el resto de peña mientras tanto. En mi defensa, aparte de que tenía 10 años, he de decir que no los miré, cerré los ojos.

    Carla, 25 años

    MASTURBARSE EN UN CAMIÓN
    Las llamábamos “Las caravana del amor”, como ese programa de televisión. Antes de nada, poneros en contexto, vivíamos en un pueblo de montaña donde los habitantes estaban casi incomunicados y su contacto con el sexo durante los noventa era efímero, lo de casarse con las primas de cada uno era el pan de cada día.

    El caso es que cuando teníamos 14 o 15 años lo que hacíamos era entrar varios amigos al aparcamiento de una fábrica cementera que había a las afueras de nuestro pueblo y masturbarnos ahí dentro. La historia es que uno de nuestros amigos era hijo de la familia que vivía en la casa de dentro de la propia fábrica por lo que teníamos acceso total al parking, y allí dentro era donde habían a saco de furgonetas y camiones repletos de revistas porno, de esas de los ochenta y noventa, con mucho vello —recuerdo una llamada Climax—.

    Lo que hacíamos era entrar en los camiones de brea y furgonetas que estaban aparcadas y convertirlas en las auténticas “caravanas del amor”. Nos subíamos varios a esos camiones y empezábamos nuestro ritual masturbatorio colectivo, un ritual que, ahora, visto con los años, entiendo como una prueba de amistad, una exaltación del compañerismo. Un compañerismo que tampoco sirvió de mucho porque ahora apenas nos vemos.

    Mira, creo que este era el sitio, más o menos, ahora mismo lo han arrasado, porque, de echo, es zona contaminada.

    Aitor, 33 años





    LLEGAR TARDE
    Españoles que llegan extremadamente tarde nos explican por qué lo hacen
    Así improvisan sus excusas.


    abr. 5 2018, 12:00am

    Ilustración por Aina Carrillo. Imágenes originales vía Mpho Mojapelo en Unsplash , Pim Chu en Unsplash

    Hay dos tipos de personas: los que llegan tarde y los infelices. No lo digo yo, lo dicen los científicos. Sea como fuere, hay un gran número de personas en nuestro entorno que siempre llegan tarde, tardísimo, y torean a los demás en un alarde de imaginación con excusas totalmente creíbles que no dejan lugar a reproche alguno. Otras no lo son tanto.

    A veces esas personas se llevan sendas reprimendas que no sirven para nada porque al día siguiente esa persona volverá a llegar tarde en un bucle de despreocupación que lo único que provoca es que a la larga su entorno acepte, resignado y a ragañadientes, que nada va a cambiar mientras se pudre lentamente por dentro a la vez que redefinen los parámetros de la paciencia humana. Eres de unos o de otros, no hay más vuelta de hoja.


    MIRA:


    Pero, ¿por qué no dejan de llegar tarde? ¿No les importa ni lo más mínimo que los esperen? ¿Cuesta tanto salir 10 minutos antes? La verdad es que sí, cuesta y mucho. Porque los que somos de esta condición —sí, soy sumamente tardón— deformamos el tiempo a nuestro antojo dentro de nuestras cabezas, que divagan entre el Tigris y el Éufrates con dudas oportunas de última hora que debemos resolver justo antes de arreglarnos: "¿La protoescritura es del neolítico o el paleolítico superior?".

    Sí, este podría ser UN MOTIVO DE PESO.

    En fin, siempre creemos que tenemos la sartén por el mango, que sobra tiempo, y siempre nos pilla el mismo toro con el asta de las prisas, las disculpas o las excusas. Para saber cómo pensamos, me he puesto en contacto con impuntuales para que te den esa explicación que tanto mereces.

    Xènia, 24 años
    Mira, ahora mismo son las 18:24 y había quedado a las 18:00. ¿Dónde me encuentro? En mi casa tumbada en el sofá viendo “Los viajes de los Apóstoles: Jerusalén al norte” en La 2.

    ¿Por qué llego tarde? Me he leído estudios sobre esto, y se supone que soy muy feliz. También pienso que la gente, cuando queda en grupo, no me necesita. Entonces tengo tiempo para dedicarme a otras cosas de la vida que me hacen más feliz, y luego ya podré estar con ellos. Si llegara pronto, me quitaría de hacer mis cosas. Es una manera de canalizar mi egoísmo, es la forma suprema de hacerlo hacia el mundo. Primero yo, lo que me hace estar tranquila y bien, y luego ya la gente.

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    "En las cosas que son obligatorias no llego tarde, pero en la uni, que no es obligatoria, ya llegaré cuando me dé la gana"

    Cuando miro el reloj y me quedan, no sé, 30 minutos, comienzo a ocuparme a tope ese rato: miro todos los vídeos de internet o hago todas las cosas que no he hecho las 2 horas anteriores. Es entonces, cuando procrastino, que me pilla el toro.

    Para que no se enfaden, tengo una técnica. Normalmente mis amigos me piden que diga yo la hora porque siempre llego tarde. La pongo, pero sé que llegaré tarde aunque luche para cambiarlo, así que lo que digo es que les avisaré cuando salga de casa para que no tengan que esperar mustios solos en la calle. Es una buena solución.

    En las cosas que son obligatorias no llego tarde, pero en la uni, que no es obligatoria, ya llegaré cuando me dé la gana. Hubo un caso en que miré a los ojos a una profe de la uni y le dije: “Escúchame, nunca voy a llegar a las 8:30 de la mañana porque no funciono, así que tenemos que buscar otra solución”. Otra muy gorda fue un día que tenía solo 3 horas de clase y llegué cuando faltaban 15 minutos. Literalmente me chupé 1 hora de camino para 15 minutos por el remordimiento de faltar.

    Fernando, 20 años
    ¿A caso le exigieron puntualidad al segundo faraón de la IV dinastía, Keops, cuando mandó a construir la gran pirámide de Guiza? ¿A caso le exigieron puntualidad a Hipatia de Alejandría cuando se abrió paso como la primera científica de la historia? ¿A caso le pidieron puntualidad a Sir Isaac Newton cuando descubrió las leyes del movimiento, cuya obra culminó la revolución científica? ¡¿Verdad que no?!

    ¿Si las eminencias más famosas de la historia no tuvieron prisa ni exigencias de hora, por qué iba a tenerlas yo?

    "Es como si alrededor mío el espacio comenzara a curvarse y la concepción del tiempo empezara a ir más lenta"

    Es lo que intento explicar cada vez que alguien se enfada porque llego tarde. Pongo cara de corderito, y suelto alguna tontería que haga reír, o me invento una excusa que no pueda tener mucha réplica como el tráfico, que en el trabajo me han pedido que me quede o ayudar a una anciana a subir la compra a un ático sin ascensor.

    La movida es que los parámetros del tiempo se deforman por completo. ¿Has visto en Interestellar que pasan 40 años cuando bajan a salvar a Matt Damon por la teoría del espaciotiempo? Es como si alrededor mío el espacio comenzara a curvarse y la concepción del tiempo empezara a ir más lenta. Sí, mi cuerpo es pura física teórica. Es la única explicación que puedo dar. Esa y que soy optimista por naturaleza. Cada mañana confío en no llegar tarde. Cada mañana llego tarde. Es así.


    Ilustración por Aina Carrillo
    Judith, 27 años
    Es como si el destino quisiera que nunca llegara pronto. Siempre pasa algo, como cosas muy raras. Puedo estar preparándome 2 horas antes, pero siempre llego 2 horas después. Me ha pasado, por ejemplo, en una entrevista de trabajo. Yo pienso que si ese puesto tiene que ser tuyo, lo va a ser 30 minutos antes o 30 minutos después. Es cuestión de actitud.

    En una entrevista, por ejemplo, dije que había ido en taxi desde casa y había tráfico. Luego pensé que estaba mi dirección en el currículum y vieron que vivía a 10 minutos andando. Me imagino que por eso no me llamaron.

    Hace 27 años que vivo con este drama y lo intento solucionar a conciencia, pero es que da igual. Es todo mentira. Ya sea porque pones música y te entretienes, que te empanas haciendo cualquier cosa, que tienes que hacer una lavadora y la haces, con el despiste de meter tu mochila con todo tu dinero, o cualquier otra cosa. Esas cosas que puedes hacer perfectamente una vez vuelvas a casa después de haber quedado pero que yo hago justo antes de salir y ocurren cosas extrañas.

    "Creo que cuando alguien queda conmigo y me conoce, lo asume porque forma parte de mi encanto"

    Sí que es verdad que el momento de mala conciencia ya no lo tengo. Creo que cuando alguien queda conmigo y me conoce, lo asume porque forma parte de mi encanto. Si no me conoce, pues al llegar te ríes. Un poco de ji,ji ja,ja día tras día hasta que se acostumbre.

    Una vez quedé con un chico, mi actual novio, y el pobre me dijo que salía de la playa, que llegaría un poco tarde. Yo, superindignada, le dije que si quería no quedábamos. Ya sabes, el drama del principio que siempre queda bien. Al final él vino sin irse a cambiar y yo llegué una hora tarde. Ese es uno de los días que más tarde he llegado y peor me he sentido.

    Gabriel, 28 años
    Una vez dije a mi jefe que llegaba tarde porque se me había roto la moto en mitad de la autopista. Mi jefe me dijo que no me preocupara, que me iba a recoger con el camión. Como era mentira, tuve que vestirme escopeteado, pillar la moto y ponerme a 300 km/h para llegar antes que él y fingir que mi moto no arrancaba.



    Muchas veces me ha pasado de quedar con alguien, por ejemplo, a las cinco de la tarde e ir con 10 minutos de margen por la calle. Voy para el sitio y de camino me encuentro a alguien. Lo saludo, risas y cervecita. Comienzo a liarme, digo que me tengo que ir como 150 veces pero pasa el rato y sigo con la cuarta cerveza en la mano porque estoy a gusto. La otra persona, como es lógico, me llama. ¿Qué hago?, te preguntarás. Pues o no lo cojo o le suelto cualquier milonga, como al final no quedar porque me ha surgido algún contratiempo.

    "Mis amigos ya me conocen, pero cada uno es como es, ¿no?"

    Le intento poner remedio. Últimamente llego bastante menos tarde por el tema que te confías, lo tienes todo listo para salir, pero pasa algo o el maldito tiempo le da por correr y se te echa encima. Es cuando comienza el lamento. “No volveré a llegar tarde, me tengo que preparar antes” me digo, pero lo repito. Mis amigos ya me conocen, pero cada uno es como es, ¿no?

    El caso más bestia no fue por esa desidia de olvidarme algo. Quedé con una chica sobre las 18:00, le dije que estaba trabajando aunque era mentira. Ya había plegado, pero justo antes quedé con otra chica que me gustaba más. Como con esta todo iba genial se iba alargando (ya eran sobre las 18:15), avisé a la primera de que por cosas de trabajo al final no podía quedar. De mientras, risas y complicidad hasta que me di de bruces con la primera chica justo en el bar que llevé a la otra chcia. No supe dónde meterme.

    Pol, 36 años
    Yo antes siempre llegaba puntual, incluso unos minutos antes para asegurarme estar a la hora en la que me habían citado. Esto duró hasta los 18 o 19 años. A partir de entonces, como mis colegas siempre llegaban tarde (veinte o treinta minutos tarde) fui perdiendo esta bella costumbre de la hiperpuntualidad y me fui convirtiendo en un ser mediocre como el resto del mundo. La pureza había sido pervertida por la triste realidad de la vida adulta y de sus fracasos constantes. Ahora, por defecto, casi siempre llego tarde porque sé que la gente no llegará a la hora establecida.

    "Cualquier cosa antes que aceptar que he cometido un error"

    Más que excusas, cuando llego muy tarde y las otras personas llevan un buen rato esperándome, lo que hago es quitarle hierro al asunto e intentar que entiendan que “tampoco pasa nada”, que “haber llegado tarde tampoco causará un daño REAL a nadie”, que “este planeta seguirá girando pese a que haya llegado 45 minutos tarde, incluso seguirá girando una vez hayamos muerto todos” y que “realmente no importamos nada y no somos nada”. No sé, me pongo de este palo; cualquier cosa antes que aceptar que he cometido un error.


  3. #3
    Me la casco en el tocho del op

  4. #4
    The Great Awakening Avatar de Mugremita
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    Casa que visito casa que estreno con zurullo + pajote. Incluso si tengo ocasión, pajote con ropa de alguna chica sexy de la casa en mano

  5. #5
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  6. #6
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  7. #7
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  8. #8
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