unomismo como único proyecto

alrededor de la adolescencia, los niños en los colegios empiezan a sufrir una presión consistente en tener que soportar las hormonas agresivas del resto. No necesariamente sexuales. El que escribe éstas líneas disfrutaba levantando faldas a las niñas en el parvulario. Hasta que fuí seriamente reprendido y acusado de no saber fabricar un vaso de papel ( aquella papiroflexia de la pretecnología). Desde entonces tengo claro que hay una línea de agresividad intelectual y una deportiva que chocan, y se atribuyen méritos, sobre una línea de funcionamientoi vigoroso que, o bien se reprime o bien se expresa con el duro laburo del proletariado.

los niños tienen necesidad de teta y los viejos también. Sobre esos dos puntos está el periplo de la existencia a la que se atribuye la necesidad de alguna suerte de aventura a la que metafóricamente se la denomina " emprender el vuelo". La realidad es que, quien pudiendo tener casa y dineros asegurados, optase por el único proyecto de sí mismo HABRÍA QUE DARLE EL NÓBEL A LA SABIDURÍA.

Cada dia que pasa sin que viajemos, tengamos experiencias o emprendamos, es un dia perdido en ese sistema de aventura-empoderamiento. Pero cada dia que baqueteamos nuestro cuerpo en malas dietas y ausencia de descansos correctos, es también una suerte de carajotada.

El cuerpo tiene sus necesidades y la mente las suyas. Así lo expresaba Lope de Vega. Pero la perspectiva de un individuo perfectamente obsesionado en mantener sus músculos a base de dietas y gimnasios es, realmente, no menos patética que la de alguien empeñado en, pongamos por caso, aprender otra lengua a edades avanzadas. Simplemente existir es un acto circense. Y lo único lógico es elegir el tipo de acto que realmente uno quiere.

El primer desgaste de la vida es tener que luchar civilizadamente contra otros que ocultan en esa civilización sus más asquerosas pulsiones reproductivas. Un putero es superior a un padre de familia. Pues el primero busca un desahogo mientras que el segundo quiere consolidar un patrimonio sobre la base de hacer una fotocopia barata de sí mismo.

En cierta ocasión, un niño intentó entrar en el baño en el que no había cerrojo. Tuve que cerrar con premura pero cuidando de que la mano de la criatura no fuese dañada. Delante de todo el bar, el tipejo que aseguró que, de haberse pillado el niño la mano, me hubiese cortado la mía. No hubo intento alguno de comprender que tal cosa había estado lejos de suceder. O que la criatura debería ser educada en el prudencial acto de llamar a la puerta. La reflexión de aquel pedazo de hijo de perra fué un simple amenazar delante de su vástago. Detesto a éstos seres que hacen romanticismo del nido que construyen sobre la base de elevar sus secrecciones a la categoría de verdad suprema. Y si pudiera, le hubiese pegado un tiro al padre delante del hijo para librar a éste de la tortura de tener que cargar con tan demencial progenitor.

nos obligan a desear