viajero del este ( que se ve tan celeste)

mi amigo " Yaya" el afgano es un crack. El tipo afirma que el progreso se debe a tener tiempo libre. En su país se levantan por la mañana y rezan. Tienen que lavarse tropecientos mil veces según que partes corporales siguiendo un determinado rito. Lo cual impide que puedan pensar para crear inventos. Además sólo existe el concepto familia. Si naces en una, mueres en una cargando con toda la presión de la parentela en formato extendido de primos y primas que deben ser tratados como hermanos. El islam predica una eternidad de fuego como castigo. Yaya se ríe de ello y dice: " ¡ qué bien, un millón de años sin consumirte! INMORTAL ¿ eres de hierro?". Yaya tiene ese sentido socarrón del humor que tienen los chinos. Al ser de etnia mongol es verdaderamente chino. Con la ventaja de que tiene un toque etíope, a lo europeo, en su genética de base paleoártica. No le va el rollo de trabajo cruento hasta morir de los chinos. Ni tampoco el alcohol con gachas de cordero de sus ancestros genotípicos. Es un verdadero ciudadano del mundo. Sin embargo no le gusta España. Dice que aquí te matan con papeles y malos sueldos. Hubiera querido quedarse donde estuvo: Noruega. Allí dan prioridad a las personas mayores, incluso cincuentonas. Y se cuidan de quitarse a las que llegan jóvenes y por tanto potencialmente borrachas de existencia. Dice que me vaya para allí. Que la casa y la comida está asegurada. Que hasta en las cárceles viven de puta madre. Que te buscan toda clase de actividades y que incluso puedes declararte sin ganas de trabajar pero enamorado del país. Y que con las personas de edad, eso funciona allí y se hacen ciudadanos.



Yaya y yo nos llevamos muy bien. Yo soy como Alonso Quijano con cara de " qué coño ha pasado con mi vida" tras años de huir de cualquier tipo de esclavitud hasta darme cuenta de que no se puede huir de la propia huida. Por mi mente pasaron los discos cuando estaba en el cole a pié de igualdad cronológica con el David. Pero sin un abuelo restaurador con negocios. El gimnasio del club deportivo al que estaba apuntado de nacimiento por la buena posición familiar en origen, pero sin las ganas de hacerme un culturista de los de la vieja estirpe ( ni tampoco genes ni querencia real). Aunque flipando con las aventuras vitales de la biografía de un Arnold o un Lou Ferrigno. Al final lo que he tenido es mucho mundo social. Capaz de empatizar desde un catedrático hasta un taleguero pasando por un escritor o un artista. Y de cansarles...


En la existencia hay viajes de muchos tipos. Incluídos los espaciales y los temporales ( el tiempo se mueve sólo, es una forma de espacio " cruel" e " inteligente" - la muerte lo maneja, nos tira de la manta bajo nuestro pies-) pero también " modales". En mi condición de esquizo barajo y proyecto posibilidades hasta el límite actual en el que todas han quedado detrás. El compromiso constante con una ensoñación de poder que nunca se alcanza tiene el beneficio de un conocimiento profundo de las cuestiones del alma. Yaya es lo que yo hubiese querido ser. Alguien con nada que perder, pero desde el principio. Lo que me habría llevado a apreciar la vida. No apreciarla es lo que me llevó a despreciarla. Porque lo que no avanza retrocede.



En España hemos sido sometidos desde pequeños a una horrible castración. Al igual que los chinos no quieren a Yaya pese a ser un encanto ( ya le rechazaron en tiendas y restaurantes) porque ven un mongol, nosotros los españoles rechazamos a los moros porque son nuestra versión étnica silvestre. Un chino es un mongol. Un español es un marroquí. La castración era soportar la protección de familias asfixiantes, los domingos rezando a un dios pater que, pese al latín, es un tirano centroasiático al que se celebra con semanas santas que son formas suaves, o no tanto por la presencia de hemoglobina en algunas hermandades veracrucianas, de fundamentalismo. Las mujeres con aspecto de palo, transexuales y odiosas en muchos casos. Nada que ver con las femeninas y suaves formas de las sudamericanas. Mujeres obsesas en los casos de carnalidades más orondas con un culto a la virginidad tras una dictadura de la Madre Amantísima. Amantísima pero asfixiante hasta el extremo de la sofocación de sus queridísimos hijos. Da cosa pensar que los rudos Noruegos tengan a bien cuidar de los mayores mejor que la hipócrita España llena de leyes que reconocen derechos QUE NO SE CUMPLEN.

El Sol es un tirano despótico. El Sol hace ver los detalles que quitan el glamour. La Luna tiene valor en el Islam por ser magia que salva. Toda religión tiene en la magia su raíz y su antídoto. La magia es la vía de retorno de la teocracia al animismo. El animismo es para niños y viejos. La teocracia es para la gente de la zona central cronológica. Donde habitan las fantasías de poder. El poder quema como quema el Sol. Da la vida y la experiencia pero también la ceguera. De cerca y en las manos, las " perteNecias" del viajero son sólo herramientas. De lejos tienen la belleza de la posibilidad. La felicidad es siempre un estado potencial-previo. Un aproximarse y nunca un realizarse.

Un postrer viaje al Norte sería lo ideal para un soñador del Este que nunca logró su centro en su propia tierra. Yaya me dice que me anime, que todo viaje es viaje y que la vida es vida en toda su extensión. No más pero tampoco menos.



Todos mis viajes han sido interiores, acariciando mundos. La fatiga crónica y la depresión endógena no me dieron para más. Quizás si que debiera hacer un último esfuerzo por una escapada definitiva. En la que las lágrimas no me dejasen ver el agujero negro en el que se convirtió finalmente la propia Luna.

En ocasiones las vidas son un ejercicio constante de zahirismo. En el Zahir de Borges la moneda mágica se puede cambiar por cualquier cosa. Pero el protagonista no la transforma en nada porque siempre encuentra " algo mejor". El miedo a lo definitivo lleva al nunca será nada. Pero al mismo tiempo nos otorga una visión interior espectacular de los modos existenciales. Pues hace falta mucho amor a la vida para detenerse a contemplarla. Mucho celo por el propio tiempo de existencia en el no querer venderla por cuatro monedas de plata. Y mucho amor al conocimiento al aceptar ruina como pago por la pasión de anteponer sueños a fortunas reales que valen lo que tardan en oxidarse.

La entrada en España de extranjeros con planteamientos mundanos nos hace polvo los idealismos. Lo que tendrá no obstante el beneficio de replantearnos los motivos. Si tras la búsqueda del conocimiento se escondía el deseo de un goce perfecto de la existencia, lo mismo deberíamos dar por bienvenida a una pobreza eterna que nos regala la posibilidad de una contemplación constante. No hacer nada es la mejor manera de combatir cualquier fundamentalismo. Aunque el precio sea duro.

Mañana, como mi prima, quizás escriba algo opuesto...