La religión de la paz y el amor
Lo primero que debería saberse es que “Corán” significa “recitación”, porque eso es lo que se espera de un creyente: que lo recite, nunca que lo comprenda, puesto que la*razón no juega ningún papel en el “islam” (“sumisión”).
En Occidente se ignora que los pasajes que pueden asimilarse a los conceptos actuales de paz, amor y tolerancia pertenecen al comienzo de la predicación de Mahoma. Y que los mismos, cuando entran en contradicción con otros posteriores, son anulados: además, el principio de la taqiyya, conocido como kitman en el islam chií, asegura que a los musulmanes les es lícito engañar para conseguir sus fines de naturaleza religiosa.
La regla general es, pues, que las suras posteriores anulan las anteriores. Y la cuestión es que los pasajes posteriores en el islam son los más intolerantes y violentos, y desdicen, por tanto, los primeros, más tolerantes. Es exactamente lo contrario de lo que sucede en el cristianismo, que reforma la herencia veterotestamentaria en un sentido más humano y universal.
De modo que Mahoma, cuando sus seguidores eran escasos aún, transmitió los 124 versos que hablan de paz y convivencia. Más tarde, sin embargo, cuando el islam creció y se volvió poderoso, Mahoma dictó los versos que declaran la destrucción, aniquilación y sometimiento de todos los infieles. Para mayor confusión de estos, muchas suras que aparecen al comienzo del Corán son, en realidad, de las últimas escritas, como sucede con la Sura 9, incluida al principio del Corán, pero que fue escrita al final de la predicación; naturalmente, los musulmanes saben esto, mientras que los no creyentes lo ignoran.
Existen otras muchas referencias, como son las de la*Sura 2, versículos 191 – 193;la*Sura 4, versículos 56- 89 – 91; Sura 4, versículo 144; Sura 5, versículo 33; Sura 8, versículos 12-13-14-15-16-17; Sura 8, versículos 38 – 39; Sura 9, versículos*5 – 14; Sura 9, versículos 29 -36 -111.
Todos estos versículos forman parte esencial de la formulación islamista. No se trata de la interpretación radical de unos pocos iluminados. En absoluto.
En un discurso del importantísimo imam*Tantawi*(Gran Muftí durante una década en Egipto, y ex imam de la universidad Al Azhar) en abril de 2002 este afirmó:*“los Sionistas y Cruzados los enemigos de Allah, los descendientes de monos y puercos, son la escoria de la raza humana, las ratas del mundo, los violadores de los pactos y acuerdos, los asesinos de los profetas, y sí, son descendientes de puercos y monos. Lean la historia, y entenderán que los judíos de ayer son los padres malvados de los judíos de hoy, quienes son una descendencia maldita, infieles, idólatras de becerros, negadores de los profetas y sus profecías, a quienes Alá ha maldecido y los ha vuelto puercos y monos. Esos son los judíos y cristianos, hacedores de mentiras, obstinados, amadores de lascivias, del mal y de la corrupción”.
En la Universidad de Al-Azhar, en El Cairo, se ha enseñado, desde siempre, la yihad como una especialidad propia y se han formado la mayoría de los más destacados líderes mundiales del islam. Por su parte, Tantawi no era, en absoluto, un extremista; al contrario, se trataba de un moderado que había irritado en numerosas ocasiones a los más radicales islamistas.
Según el islam, el triunfo está asegurado a partir de la conquista, decretada por Alá. El islam habría de vencer mediante la aplicación de distintas estrategias, en último término de carácter político y militar.
La promesa cristiana del triunfo final nada tiene que ver con esto: de acuerdo al Nuevo Testamento, el triunfo no acaecerá mediante la conquista, ni siquiera mediante una aceptación voluntaria del Evangelio por parte de los hombres. Al contrario, en los últimos tiempos habrá un rechazo generalizado de la fe, que disminuirá hasta, prácticamente, desaparecer. La Iglesia se habrá vuelto irrelevante socialmente y los verdaderos cristianos serán perseguidos; no será la fuerza lo que les libere, sino la Parusía, la segunda venida de Cristo, que sucederá cuando todo parezca perdido y cuando –salvo un pequeño resto fiel- la inmensa mayoría haya perdido la fe y hasta la encuentre ridícula.
Para el islam, ese triunfo supondrá una brutal imposición sobre todos aquellos que no sean creyentes, a través de la Yihad.
La yihad
El término es algo ambiguo y, por tanto, polémico. Tiene un amplio significado y está relacionado con*el esfuerzo que los creyentes*deben realizar para que la ley divina se imponga en la Tierra. Eso incluye la conversión personal de todo musulmán, por lo que cabe una interpretación puramente piadosa, pero también está directamente relacionado con la extensión del islam por todo el orbe.
Aunque interpretaciones interesadas traten de ocultarlo, la “guerra santa” (nadie ignora estas alturas que esta es una traducción válida del término) desempeña un papel central en el islam (la decisión de Mahoma de permitir la poligamia se debió al gran número de viudas que producía la yihad) y está en directa relación con su triunfo final.
No es cuestión de entrar en la polémica acerca de si el islam es o no intrínsecamente violento, aunque parecen existir pocas dudas al respecto. Pero, en todo caso y cuando menos, es claro que el islam acoge dicha interpretación violenta, y el hecho de que una pretendida mayoría de musulmanes que rechaza estos métodos no se manifieste públicamente en su contra, no parece deberse tanto a miedo alguno, sino más bien a la convicción de que la versión fundamentalista y criminal cabe perfectamente en el islam.
De hecho, esta versión coránica radical es aceptada por altísimos porcentajes de las poblaciones musulmanas, como demuestra el hecho de que al 82% de los jordanos (un país tradicionalmente moderado) le parezca correcto que se aplique la pena de muerte a los apóstatas, un porcentaje inferior en 4 puntos al de Egipto. En países tan civilizados y en contacto con Occidente como el Líbano, la mitad de la población es favorable, así como el 76% de los pakistaníes. Más del 80% de los egipcios encuentran natural que los hurtos se castiguen con las amputaciones de las manos. El terrorismo yihadista es solo una consecuencia lógica de este tipo de creencias.
Quienes perpetran los crímenes yihadistas en Europa –es común oírlo en medios de comunicación después de cada atentado- con frecuencia no han llevado una vida visiblemente piadosa. Los periodistas asimilan absurdamente el islam a lo poco que conocen del cristianismo; pero una cosa y otra no tienen nada que ver.