Plataforma STEPHEN CURRY 30

Que tio mas bueno, es pura crema

Tengo exactamente la camiseta del gif. Pillo numero.

Iniciado por Strife

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Tengo exactamente la camiseta del gif. Pillo numero.

Numero 3

Pillo 14

Pillame numero, es lastima que no haya visto el hilo antes.

Sencillamente brutal éste tio.

Numero 2 de Kriptonite Robinson te doy

que grande es este hombre

ratatatatatatatatataratstdtststsrs

Nueva exhibicion y 1-3 para el equipo del pueblo

y se acabo el partido

Que el baloncesto es bello es una verdad a medias. Por primavera, por eso del ganar y que la vida vaya en ello, prefiere enfangarse hasta los tuétanos. Belleza y victoria no se niegan. De hecho suelen terminar juntas. Pero hasta que lo consiguen suelen desairarse la una a la otra más de lo que sería deseable.

Los preliminares del anillo son buenos tiempos para la épica y malos para la lírica. Solo que alguna vez, rara la ocasión, también se cuela el verso en plena batalla. Y merece entonces muy mucho ver lo que ocurre.

Cuando la belleza asoma la vista se detiene, desaparece todo lo demás y la reflexión suele ser su primera víctima. “When one watches Curry play (…) is no longer possible to focus on anything else. Up in the stands, one may find oneself eating a beer while drinking a popcorn” (Stu Woo, Wall Street Journal).

Parece mentira que haya podido ocurrir. No hace más que unos meses, que pudieron coincidir con la explosión de Kyrie Irving, no parecía concebible la emergencia de un jugador que nos detuviera. De otro que lo hiciera unánime y de verdad. Es como si todas las virtudes de Stephen Curry hubieran estallado de pronto a la vez.

Ni siquiera parecía posible la repentina existencia de un jugador con la muñeca de Ray Allen, la velocidad de Allen Iverson, la calidad de pase de Jason Kidd y el manejo de balón de Isiah Thomas. Y todo ello en un cuerpecito de veinte gramos que surca la pista como los gorriones el suelo.

Stephen Curry es la viva imagen del baloncesto ligero, sin peso ni gravedad, sin conciencia ni pena, sin tregua ni tiempo de reacción. De su relación con el aro ha desalojado toda esa incertidumbre que otros jugadores transforman en recurso. Si virtuosos como Bryant o Pierce precisan de carga técnica para liquidar al rival, Curry reduce todo al milagro de la ejecución automática, irreflexiva y directa, como si uniera sus manos al aro un láser, para colmo alegre, inocente, como sobrado de infantil frescura.

Esto es Curry ahora mismo en plenitud. Y nadie más. Y vale contar el pasado.

Incluso en nuestros días parecía impensable reducir un grado más ese tramo maquinal de anotación exclusivo de Durant o Anthony. Reducirlo a lo puramente instantáneo, a una velocidad que figure improvisación en cada acto viene siendo sinónimo de suspenso en todo examen técnico. La llamada selección de tiro no es más que una represión del instinto en favor del orden. Pues bien, Curry manda todo este guión a paseo, burlando táctica, defensas y crono porque no hay pizarra que resista el poder del estado de gracia.

Ha ocurrido muy rápido. En apenas dos meses Curry se nos ha adelantado a todos. Parecía venir a ser un tirador, a proclamarse el mejor, y en cambio se ha derramado a gusto en todo ese inmenso continente del baloncesto ofensivo hasta hacerlo rebosar. Subrayaba Jordan Schultz que Synergy Sports le concede un 80% de rendimiento en todas las categorías de ataque a excepción, toma paradoja, del juego en transición.

De aquel tierno tirador en Davidson queda el recuerdo del feto. Porque desde entonces y sin hacer mucho ruido por esa esquina de la NBA que ocupa Golden State, no ha dejado de crecer. Y nada casual hay en ello. Porque no hubo verano que este nativo de Akron, sí, de Akron, no arropara el talento con trabajo. En todo lo imaginable y especialmente obsesivo en el manejo del balón. Durante los meses de 'lockout' Curry se sometió a un intensivo programa técnico –Accelerate Basketball Training– dirigido por el monitor Brandon Payne, que jugaba con su alumno con el sadismo de quien disfruta la escalada de retos difíciles.

Algunos de los ejercicios así lo prueban: uno consistía en cruzar el balón entre las piernas y por detrás de la espalda botando a la vez una pelota de tenis. Otro en driblar botando mientras la otra mano hacía girar una cuerda de más de 15 kilos. Y un tercero que consistía en botar simultáneamente un balón convencional y otro medicinal ligero hasta entumecer el brazo débil. Resultado de este último, o de todos combinados, es esa irreal impresión de seguridad y firmeza, esa desenvoltura que lo desliza en pista driblando cuanto sale al paso como si no portara el balón.

Curry no aligera así solamente el bote o el lanzamiento. También el pase. De ahí esa impresión de celeridad en las entregas, una fracción decimal entre decisión y resolución que le está haciendo liderar el promedio de asistencias de todos los jugadores presentes en playoffs.

Con dolorosa frecuencia los mejores tiradores suelen demostrarlo en una sola dimensión: el exterior, donde gustan ahincarse. Ocurre con ellos que elevan su precisión en el tiro pero descienden su versatilidad, otras formas de prodigarse más cercanas al aro. Curry también burla esa ley. Para él las distancias no pesan. Y las formas tampoco, como si triple y tiro libre fueran la misma suerte que añadir a runners, floaters y bandejas de manos y pies indiscriminados y fintas imposibles de detectar. Incluso alcanzando extremos de absurdo técnico.

Todo este yacimiento espontáneo, a niveles de acierto desconocidos, le convierten ahora mismo en el pequeño más indefendible del mundo. Donde la mayoría precisa un sustento –medio metro o segundo– es donde Curry más deslumbra por no hacerle la menor falta. “He is probably the most remarkable shooter I’ve seen off the dribble”, elogiaba con razón Erik Spoelstra. “It was like playing against Michael Jordan”, añadía un perplejo Gregg Popovich.

Las consecuencias saltan a la vista. El equipo experimenta junto a él un contagio inmediato, una especie de subidón colectivo de anarquía solidaria a la tradición de los Warriors, esa comuna que cada cierto tiempo renace para reventar cuadros de playoffs y volver a desaparecer. Curry es ahora la nueva esperanza, más real y saludable que la de Baron Davis un lustro atrás.

Al igual que entonces padecieron los Mavericks todo el fabuloso proyecto de Denver se derrumbó en dos semanas, sufriendo los poderes de este base dopante que dio a los suyos un +52 en pista y un -27 en el banquillo; un 111.6 de eficiencia ofensiva con él por un 88.1 sin él; un 50.7% de acierto como director y un 42.3% en el relevo a Jack; un 41.7% en triples con Curry en pie y un 30% sentado. Debería sorprender que el rendimiento atrás, en todo ese caldo defensivo donde Curry sabe camuflarse, dio resultados muy parejos. Su presencia es, en suma, un chute de EPO para compañeros y espectadores. Y así el Oracle vuelve a ser una rave.

Y que los rivales lo sepan no significa que lo puedan evitar, como ahora toca padecer a unos Spurs a quienes los Warriors pretenden envejecer sin piedad.

De rendimientos cumbre que se esfumaron aprisa la NBA ha dado cuenta no pocas veces. Acaso ningún ejemplo peor en la última década que Gilbert Arenas. Cuando esto ocurre es porque algo flaquea. A diferencia de Arenas, donde falló la cabeza, la debilidad de Curry –tan poético como Aquiles– reside en los tobillos más frágiles del baloncesto moderno. Hace falta muy poco para quebrarlos y dejar fuera esa fisonomía aniñada en una jungla de machos alfa donde la finesse menos a salvo está. De ahí que brillar con delicadeza sea el bien más escaso de todos.

Entretanto todo lo antedicho está ocurriendo ahora. A sus 25 años, la edad media del quinteto que Jackson arroja a pista como a un baile, Curry atraviesa uno de esos momentos de juego al único alcance de los elegidos. Describir en el baloncesto la noción de gracia, de encanto, incluso de soplo divino, vale mucho menos que descubrirla. Y a su vez, menos que disfrutarla. Y si estamos ante “the most gifted shooter in NBA History” es cuestión que formular al futuro. A este nivel, resolverlo estaría a la vuelta de la esquina.

MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAADREMIA. PEÑA Stephen Curry YA!!!!!!!