Pop Lo reconozco

Estás destrozando tu vida. Dinero, salud y tiempo.


Y no, no arreglará tus problemas. Es cobardía esconderse de los problemas.

no te ralles, es una poesía de un chico aburrido...

En una animada ciudad de España, en plena era actual, vivía un joven llamado Alejandro. Desde muy temprana edad, Alejandro demostró un talento innato para el reguetón. Sus movimientos de baile y su voz cautivaban a todos los que lo escuchaban, convirtiéndose rápidamente en una sensación local.


A pesar de su éxito en el mundo de la música, Alejandro sentía un vacío en su interior. A menudo se preguntaba si su fama y popularidad eran realmente lo que necesitaba para ser feliz. Un día, mientras paseaba por las bulliciosas calles de la ciudad, se encontró con un misterioso anciano que parecía conocer sus más profundos anhelos.


El anciano le reveló a Alejandro un secreto sorprendente: podía convertirse en un niño de verdad si aprendía a valorar la sinceridad y la honestidad por encima de todo. Intrigado por esta promesa, Alejandro aceptó el desafío y se embarcó en un viaje de autodescubrimiento.


Durante su travesía, Alejandro se encontró con diversos personajes que le enseñaron importantes lecciones sobre la vida. Conoció a una mariposa encantadora que le mostró la belleza de la naturaleza y la importancia de cuidar el medio ambiente. También se hizo amigo de un sabio anciano que le enseñó sobre el valor del conocimiento y la importancia de aprender de los errores.


Pero fue en el encuentro con una hada mágica donde Alejandro experimentó una transformación asombrosa. El hada le otorgó el don de convertirse en un niño real cada vez que tomara decisiones sinceras y se comportara con honestidad. A partir de ese momento, Alejandro dejó atrás su vida de reguetonero y se adentró en una nueva aventura llena de inocencia y autenticidad.


A medida que Alejandro descubría el mundo como un niño de verdad, experimentaba emociones puras y genuinas. Aprendió a valorar las pequeñas cosas, como jugar en el parque, compartir risas con amigos y disfrutar de la compañía de su familia. La fama y la fortuna ya no eran su prioridad, sino la felicidad verdadera que encontraba en las relaciones sinceras.


Con el tiempo, Alejandro se convirtió en un ejemplo para otros jóvenes que también buscaban encontrar su verdadera esencia. Su historia inspiró a muchos a perseguir sus sueños sin perder de vista los valores fundamentales. El antiguo reguetonero se convirtió en un símbolo de autenticidad y honestidad en un mundo donde a menudo se valora la apariencia sobre la realidad.


Y así, Alejandro vivió felizmente como un niño de verdad, compartiendo su historia con el mundo y recordándonos a todos que el puto Regueton es una puta basura y la verdadera felicidad reside en ser fieles a nosotros mismos y valorar lo auténtico en nuestras vidas.