Sin pretenderlo, no siempre llegamos a nuestro destino por el camino deseado. A veces este es pedregoso, está sembrado de baches y obstáculos que dificultan el avance. Pensamos en dar marcha atrás y volver a casa, en terminar ahí, pero no hay que detenerse. Lo importante, lo que marca la diferencia entre un viaje cualquiera y uno bueno, es cuando uno se sobrepone a las dificultades y disfruta del camino. Por ello, sigamos adelante, quedémonos con los paisajes, con las gentes que vamos conociendo, con las experiencias que vamos teniendo, con la música que conforme la banda sonora del mismo...