Esta novela es una crónica de una experiencia antes de la historia, antes del despertar de la civilización, en la que hay belleza, esperanza, violencia y aventura.
¡Imágenes! ¡Imágenes! ¡Imágenes! Así arranca la historia en las palabras que relata el protagonista.
En sus sueños, el joven no es el chico del civilizado e industrial mundo del siglo XX, sino un homínido que habita un mundo completamente desconocido para él: fieras de colmillos afilados que acechan entre el follaje; serpientes que cuelgan de las exóticas plantas; hombres simiescos que viven en los árboles; una civilización más avanzada y brutal que los ataca. Cada noche se repiten las visiones de aquel mundo. Todo le es extraño al joven protagonista del mundo actual ya que, por los estudios aprendidos en la escuela, le enseñaron que los sueños no son más que visiones de aquello conocido, sin embargo, este chico jamás había tenido conocimiento alguno de nada cuanto se representaba en sus pesadillas.
Una gran sorpresa al leer esta historia de Jack London, narrando los sueños de su otro yo, Diente largo, en el pasado, un homínido de la época posterior a la de los hombres de los árboles, y ya contemporáneo de los hombres del fuego, en el Pleistoceno. Otra maravilla del gran escritor.