Ahora que los niños duermen os contaré una historia.
La historia de una sonrisa que era capaz de iluminar un bar. Una historia de esas que te dejan un sabor agridulce en los labios.
Llamémosle C, y es que C tenía una sonrisa que brillaba con luz propia, y yo una amiga en común con él, na mala racha, 3 años y medio de relación, dos amigos que no dieron para más y problemas que me llevaron una noche a un antro donde C tocaba la batería con su grupo. Dos cervezas y un par de horas después le bastaron a C para hacerse con mi número y acercarme a casa porque "le caía de camino".
Yo le hablaba a mi amiga en común sobre C, le preguntaba sobre él, su vida, sus gustos, sus idas y venidas. Y una de esas tardes me llego un mensaje al móvil era él, quería quedar para tomar algo. Fijamos una fecha, 20 de Diciembre, que C cerró con una frase "no puede acabarse el mundo sin que me hayas probado".
Ese 20 de diciembre se levanto frío y nublado, a pesar de todo aquella tarde allí estaba, con la mejor sonrisa que había tenido en meses, sentada frente a él. La cosa iba sola, unas cañas, una cena y unas copas. Las 4 de la mañana cuando miraba el reloj, ¡vaya se me había ido el tiempo enseguida! C me dejo en la puerta de casa porque le volvía a caer de paso y con un "Ya hablaremos" se despidió de mi. A los 10min ya estaba sonando mi móvil "Te he dicho que íbamos a hablar, ¿qué tal lo has pasado bonita? - Bien, gracias. Cuando quieras repetimos - Me alegro, que tengas una buena noche.
Llegaron las navidades y yo me fui con mi familia, no supe nada de C esos días, así que con un "¿Qué tal las Navidades?" me interese por él, en un cementerio hubiese obtenido más respuesta, pero no me iba a dar por vencida tan pronto. La mañana de nochevieja me sonó el móvil, era él "Pensaba que igual te gustaba empezar el año conmigo - No estoy allí, pero llegaré en un par de horas - ¿Nos vemos entonces esta tarde? A las 9 en los cines X - Vale, hasta entonces. Cine y a casa, me moría de ganas de que no dejase de sonreír. No me enteré de la película, sólo estaba pendiente del cielo que prometía con su sonrisa, y sólo pensaba en que me subiese a ese cielo una vez más.
Más cenas, más cines, más copas, teatro, monólogos, más subidas al cielo y descensos bruscos cada vez que sus asuntos sin resolver planeaban sobre nosotros. No sabía que era lo que realmente pasaba, él no me lo acaba de contar, y siempre decía vaguedades sobre el tema. Serán cosas de familia, pensaba. Tampoco quería insistirle demasiado, ya me lo contará cuando él vea que es necesario.
Los días siguientes estuvo raro, había tenido movida con unos amigos así que quería hacer algo para sorprenderle. Así que la mañana de la víspera de reyes me volví loca buscando un buzón de correos. Una postal con una foto de Barcelona y una promesa llegarían al suyo.
Un libro dedicado "Ojala tus manos sobre mi piel como en las páginas de este libro" fue su regalo de reyes, devoró el libro y a mi. C seguía sonriendo, y a mi me encantaba que lo hiciese. Me estaba pillando.
Los días pasaban y yo cada día tenía más ganas de verlo, un viernes me vi en la puerta de su casa, sentada en el coche, móvil en mano "Coge algo de ropa para el fin de semana, y baja, estoy en la puerta - ¿Estas loca? - Si no quieres no vengas, en 10 min me voy" 5min después bajaba corriendo las escaleras, metiendo todavía ropa en una mochila. Nadie sabe como brillaba Barcelona aquellos días, nadie. Sólo nosotros.
Vuelta a la rutina, días sin vernos, y el más frío que nunca. Intentaba no pensar demasiado. Nuestra amiga en común me lo repetía "Te lo advertí Mia, te dije que no te pillases por él" Yo no la entendía e intentaba pasar del tema. Preparar un viaje con otra amiga me mantenía distraía. El día que salíamos estaba en la estación esperándome "¿Pensabas que me había olvidado de ti? Sólo quería que me echases un poquito de menos. Me gustaría ir contigo, pero con ella te lo pasarás mejor. Disfruta mucho nana" Un fin de semana lejos de aquí, un cuaderno de apuntes de dibujo que tenía trocitos de aquella ciudad para él, dibujados por mi, "apréndetelos de memoria, que algún día iremos juntos" le dije el día que se lo dí. C no sabía como agradecer aquel gesto "Nunca me han regalado nada sin motivo"
Los domingos yo seguía dibujándole en la espalda, y el me subía al cielo. Me gustaba tenerlo dando vueltas por casa y me encantaba pasar los miércoles en la suya. Todos los lunes una nota diferente entre sus apuntes, colárselas de madrugada mientras dormía era un juego de niños. Era mi juego de niños.
De las últimas noches que lo vi tenía un concierto, había comprado unas baquetas y se las había serigrafiado personalmente. Me llamó para preguntarme si iba a ir a verlo, y con la excusa del "no conozco a tus amigos, y no estaré cómoda" esperaba darle una sorpresa. Habían empezado cuando llegue al garito, todo bien, todo hasta que me encontré de frente con la imagen de él muy pegadito a otra chica. "Calma, calma, primero pregunta, luego revienta cabezas" Pero no sé si me pudo más la rabia o la dignidad, le di las baquetas al camarero y le pedí que se las diese a C. Llamó de madrugada, "¿estas bien? No te he visto al acabar y en cambio sé que has estado. Tengo las baquetas, me han gustado mucho, gracias - Yo bien, gracias. La rubia he visto que también esta muy bien - Vale, entiendo, buenas noches" ¡Joder me acababa de colgar! Así que a esto se refería mi amiga, a esto se refería C cuando me contaba que era libre, que los pájaros no dejan prisioneros al marcharse.
No podía dejar así las cosas con él, no podía acabar así, me negaba a creerlo y él debía de pensar lo mismo. Me llamó, quedamos, hablamos y volvió a prometerme el cielo en una sola sonrisa. Un post- it "Te recuerdo despacito y sin ayuda, con el brillo de tu cuerpo cuando suda" entre sus apuntes fue mi despedida.
No he vuelto a saber de C desde aquella mañana que salí de puntillas de su cama, de su casa y su vida. Hasta hoy, cuando me ha manado una foto de ese post-it. No sé si lo habrá encontrado ahora, o si lo guardará desde entonces, sólo sé que al final como con todas las cosas de esta vida nos quedamos con lo bueno, con lo que nos hace sonreír al recordarlo.