El viejo Cho es casi un dios. Sus poderes mentales le dan la posibilidad de hacer casi todo lo que le apetezca en cualquier momento, pero al contrario de lo que podría ser Cho no tiene ambiciones gigantes; no es sanguinario, no quiere poder ni dinero y no necesita reconocimiento. Su único objetivo en la vida es estar tranquilo, tomar el sol y gastar bromas a los vecinos del complejo de edificios en el que vive de incógnito. Él se lo pasa bien alimentando sus deseos infantiles; roba una gorra que le gusta, mortifica a alguien que le cae mal, bromea y asusta a alguien para echarse unas risas y eventualmente asesina.
Ese día la broma que el viejo Chon tiene en mente es muy pesada. Un bebé está jugando en un balcón en un piso muy elevado y ha decidido que va a caer a la calle en un desafortunado accidente y quedará espachurrado. A Cho le entretienen ese tipo de revuelos y pretende animarse la mañana con gritos y drama. Pero algo ocurre. El niño se precipita desde su balcón pero no se espachurra. Alguien está interfiriendo en su pasatiempo. Ese es el día en que la llegada de la niña Etsuko al complejo va a caambiar por completo su modo de vida tranquilo ¿Como va a reaccionar el viejo al verse retado y limitado por primera vez en su existencia?
Pesadillas nos cuenta los terribles sucesos en un grandioso complejo de apartamentos donde los accidentes, suicidios y muertes inexplicables son demasiadas para ser una casualidad. El edificio maldito está en el punto de mira de la policía japonesa pero los hechos que vienen sucediendo no tienen sentido ni explicación aparente y no hay forma de justificar una investigación seria.
Para mí el mejor manga y la mejor obra de Otomo. Y es mucho decir. Virguera en su narrativa, espectacular en su dibujo, trabajadísima en su complejidad y profundidad y de una extensión perfecta. Si no la habéis leído no me habléis más, os odio. Son solo un par de tomos con poco texto así que no tenéis excusa.
"Alguien estába muy enfadado"