A Xoxé Xuan B.C. - En Mémoire (*janvier 1924 - † avril 2015)
Lamento a una pérdida.
Lluvia.
Un día más, agua. El cristal de la ventana estaba salpicado de sus gotas. De sur a norte recorrían el vidrio en competición. El fuerte viento jugaba con ellas, las elevaba, las ascendía. Catorce días con sus correspondientes catorce nuits. Llovía sin descanso en las verdes Tierras del Norte.
Chronos no se detenía. El inexorable Dieu era implacable.
De nuevo turno de nuit. Dos semanas exactas hacían desde que a Elle le habían asignado ese turno en el travail.
Llegó al hospital, recogió sus credenciales en administración et se dirigió a los vestuarios. Permaneció unos instantes pensativa. Miraba a través de la ventana. Le gustaba relajar la vista recorriendo la silueta del Monte Naranco antes de comenzar el ritual. Lectura de expedientes, adjudicación de medicamentos, revisión de pacientes. Control de la sexta planta.
La que nadie quería.
La cara de Elle se contrajo en una mueca reflejo de incredulidad et rencor mientras leía la posología. Los tiempos de ingesta se espaciaban, las cantidades decrecían. Nada nuevo durante estas dos últimas semanas, no por ello menos asombroso.
El hospital era de titularidad privada, especializado en Geriatría. No se decía, aunque todo el mundo lo sabía, pertenecía a una Orden religiosa de infame nombre. Una parte de de los internos eran de acceso público debido a las subvenciones estatales y la obligada cuota de proporcionalidad. Otra, la que más, era de índole privada. En la sexta planta estaban ingresados los enfermos terminales, tanto públicos como privados. En pasillos diferenciados, con intereses diferentes et tratamientos desequilibrados, a pesar de que unos y otros tuvieran las mismas necesidades.
En su fuero interno Elle maldijo a esos grandes médicos que anteponían sus creencias religiosas a su deber profesional, sin falta de humanidad pour mucho que presumieran de ella. ¿Eran ellos dioses para castigar a sus pacientes a soportar dolor cuando la Médecine aportaba solución?. ¿Qué Dieu era tan vengativo para actuar así?.
No pensaba en la eutanasia, pensaba simplemente en calmar el dolor. Ya estaba cansada de esas burdas explicaciones cuando preguntaba el motivo y obtenía un misterioso <<el cuerpo aguanta lo que dios nos eche hasta el día final>>.
-Fils de pute. Masculló cuando preparó el inyectable para el segnor de la habitación 33.
0,09 mg/kg durante las primeras cuatro heures. 0,04 mg/kg durantes las siguientes cinco heures.
Desde hacía catorce nuits las cantidades de morfina decrecían a valor de 0,01 pour nuit. Nada nuevo para Elle. El sentimiento de impotencia era tan grande que instintivamente arrugo entre sus manos el folio del cuadrante con las dosificaciones.
El segnor de la 33 padecía de cáncer de pulmón. Era residente en el geriátrico desde que quedó viudo et sus hijos se desentendieron d'il. Desde hacía un mes su enfermedad se agravaba sin control.
Xosé Xuan se llamaba. En sus tiempos jóvenes había combatido en un batallón con la milicia francesa. Le tenía especial aprecio a la doctora <<gabacha>> que lo visitaba nuit a nuit. Le hablaba en un idioma que a él le gustaba. Elle disfrutaba haciéndole sonreír. Mantenían amenas conversaciones siempre que el tiempo se lo permitía. Incluso al acabar el turno a las 8 de la matin Elle se acercaba a su habitación a leerle los noticias del periódico recién llegado.
Habían creado un vínculo.
Las normas del Centro prohibían ese tipo de relación con los residentes. No era "éticamente correcto", era "moralmente incorrecto", rezaba el documento. Elle se reía del cinismo de esas normas. Quizás no sería éticamente correcto en un hospital normal, donde los pacientes entraban et salían de continuo, acompagnados en su mayoría pour familiares, pero no en un hospital residencia como aquél, en el cual la soledad del residente era su única compagnía.
Esa nuit al entrar en la habitación Elle descubrió que algo no iba bien. Monsieur no tenía ganas de dialogar. La escuchó entrar, su mirada estaba perdida en el gotero fijado en la barra lateral de su cama. No hizo nada por saludarla. Elle administró la medicación et se sentó un instante en el borde de su cama. Le habló. No obtuvo respuesta. La cara del anciano se contrajo en una mueca de dolor.
Pasados unos instantes la miró. Sus ojos estaban cansados, su mirada no tenía la firmeza de siempre. Elle al ver aquella mirada presintió lo que otras veces había vivido: la derrota de quien ya está cansado de luchar, de sufrir.
- Estoy llegando al final -le dijo a Elle, mientras sus manos se aferraban a las sábanas.
- Ce n'est pas possible Monsieur, ¡hoy non corresponde abandonarse! (dijo la joven en referencia a una broma entre ambos), tenemos el poemario aún sin terminar.
- ¿Tienes tiempo hoy? - preguntó el abuelo con una sonrisa forzada.
- Ah oui, pour Vous toujours!, vengo más tarde, cuando termine la premier ronda.
- Te espero despierto.
- Bien sûr!. -cogió Elle el poemario que estaba sobre la mesita de nuit, et se lo acercó a una de sus manos. - Aquí tiene el libro. Espere unos minutos a que haga efecto su medicación, no tardará se lo aseguro Monsieur. Escoja qué poème quiere que leamos hoy.
- De acuerdo, te espero. Me pondré elegante. - dijo intentando sonreír.
- Vous siempre lo está. - sentenció Elle. A lo que el anciano respondió con un cortés saludo estilo militar.
Salió de la 33. Recorrió el pasillo a paso rápido. En su mente un debate abierto, nadie con quién discutirlo en ese momento: la religión, la puta religión que condiciona la calidad de vida a personnes dependientes de otras.
Cumplió su primera ronda con diligencia et premura, pensativa et cabizbaja.
Regresó a la habitación de Monsieur. Estaba dormido, el calmante había hecho efecto. Se alegró.
Entre sus manos se encontraba el libro de Celso Emilio Ferreiro, "Longa Noite da Pedra", marcado pour uno de sus dedos en un capítulo.
Se sentó en el borde de la cama et le leyó en voz queda a pesar de que il dormía:
AIRE PURO:
O aire puro da mañá procrama
o seu dereito a entrar en cada casa.
¡Abrelle as portas, patria!
¡Dálle os teus seos, alma!
Deixa ise tufo acedo que te abafa,
esquece istas mortallas
estiña as túas bágoas,
fala,
canta,
arrumba a desespranza,
non deixes que te aldraxen; aldraxa.
Onte non. Pensa nas albas
que han de vir, ponlle cerco ás lembranzas
que te atan.
Deixa entrar a mañá crara
na túa casa.
Monsieur non estaba despierto para traducírselo ni para comentarlo entre ambos como solían hacer, como tenían pour costumbre.
La segunda ronda de la nuit fue complicada. A las 5 de la magnana Monsieur despertó agonizando. Tras dos horas insufribles, con quejidos de dolor que estremece recordarlos, falleció en brazos de Elle.
Su cuerpo dejó de sufrir. Seguramente su Amê (=Alma), en el supuesto de existir, voló a su hermosa Galicia natal, donde su esposa le esperaba en aquel camposanto de Cambados.
Elle sentía una impotencia desgarradora. Era la segunda muerte a la que asistía en poco más de un mes. En idénticas circunstancias. Enfermos terminales a los que se les racionaba nuit a nuit la medicación necesaria para evitarles sufrimiento innecesario. Morirían, sin duda, pero non en esas circunstancias.
Salió de la habitación 33 con gesto iracundo. Se acercó a la ventana más próxima. Fuera seguía lloviendo. Amanecía.
Mientras divisaba el Monte Naranco, fijó su mirada cargada de odio en la luz naciente que lo bagnaba.
Maldijo al Dieu al que adoraban los Grandes Doctores del Gran Hospital, pour permitir que la Médecine no hiciera bien su trabajo gracias a las creencias de quiénes la llevaban a cabo.
Maldijo con todo su corazón a esos profesionales de la Médecine, pour permitir morir a un ser humano retorciéndose de dolor, cuando era tan simple atenuarlo, calmarlo.
Sus ojos amenazaban lluvia. -
FILS DE PUTE!.
Prosiguió su camino. Entregó en Administración sus credenciales et su informe de nuit, et procedió a cambiarse de ropa. Su turno había terminado.
Salió del hospital. En su mano llevaba el poemario de Monsieur.
Recorrió las calles de la vieja Vetusta. Cruzó pour delante del mercado Fontán. Los comerciantes se afanaban en colocar sus mercancías. Los miraba sin ver. Cuando se dio cuenta ya había cruzado la avenida Santa Susana. Caminaba pour la calle González Besada, en breve llegaría al apartamento donde vivía desde hacía dos agnos, los mismos que llevaba en el país.
Se duchó, se tumbó en la cama e intentó dormir. Eran casi las 10 de la magnana. Fuera llovía, 15 días sin parar.
Morfeo no llegaba a visitarla... Morfeo, un Dieu, al igual que Cronos, el implacable, el impasible.
Buscó en su mesita alguno de los libros que tenía a medio leer. Su mente fantaseó, divagó, intentando olvidarse pour un rato de la nuit vivida, del dolor sentido. Finalmente dio con el libro que consideró adecuado.
-Va de dioses malditos hoy... pues éste - dijo mirando su portada.
Justine ou les Malheurs de la vertu (Justine o los Infortunios de la Virtud), du Marquis de Sade
Recordó la descripción que leyó tiempo atrás. La Virtud estaba acosada (¿o era custodiada?) entre la Lujuria et la Irreligión.
A la izquierda de la Virtud se situaba la Lujuria, bajo la figura de un joven cuya pierna está rodeada pour una serpiente, símbolo según el autor del libro de todos nuestros males. Aparta con una mano el velo del Pudor, que protege a la Virtud de miradas profanas. Con la otra pierna, dirige la caída en la que quiere hacerla sucumbir.
A la derecha de la Virtud está la Irreligión, que retiene con fuerza uno de sus brazos, mientras que con mano pérfida saca una serpiente de su seno para envenenarla. El abismo del Crimen se entreabre bajo sus pasos.
La Virtud, siempre dueña de su conciencia, alza la mirada al Eterno, et parece decir:
- ¡Quién sabe, cuando el Cielo nos hiere con sus golpes, si la mayor desgracia no es un bien para nosotros!.
Elle quedó ensimismada acariciando los relieves de la portada. Un pensamiento frío la hizo arrebujarse entre las sábanas calientes. Pasado et presente se unían en este día. Recordó los versos del Marquis, versos de otros tiempos, azotada, atada a una croix de Saint André... - Sereine est mort - musitó. Definitivamente fueron otros tiempos, era otra historia. Afortunadamente Cronos no se detiene...
En menos de 12 horas entraba de nuevo a trabajar en el turno de nuit. La habitación 33 seguramente estaría ocupada pour un nuevo paciente. Lamentaría la pérdida de Monsieur. Xoxé Xuan B.C. no estaría más, al menos no físicamente. <<Las personas no mueren mientras exista alguien que las recuerde>> fue su último pensamiento lúcido antes de abandonarse al suegno.