"Me dan raciocinios en prueba de lo absurda que es la creencia en la inmortalidad del alma; pero esos raciocinios no me hacen mella, pues son razones y nada más que razones, y no es de ellas de lo que se apacienta el corazón. No quiero morirme, no, no quiero ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre, y vivir yo este pobre yo que me soy y me siento ser ahora y aquí, y por esto me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía propia."
“¡Eso eres tú!” [Tat tvam asi] – me dicen con las Upanisadas-. Y yo les digo: sí, yo soy eso, cuando eso es yo y todo es mío y mía la totalidad de las cosas. Y como mía la quiero y amo al prójimo porque vive en mí y como parte de mi conciencia, porque es es como yo, es mío
¡Oh, quién pudiera prolongar este dulce momento y dormirse en él y en él eternizarse! ¡Ahora y aquí, a esta luz discreta y difusa, en este remanso de quietud, cuando está aplacada la tormenta del corazón y no me llegan los ecos del mundo! Duerme el deseo insaciable y ni aun sueña; el hábito, el santo hábito reina en mi eternidad; han muerto con los recuerdos los desengaños, y con las esperanzas los temores
Y vienen queriendo engañarnos con un engaño de engaños, y nos hablan de que nada se pierde, de que todo se transforma, muda y cambia, que ni se aniquila el menor cachito de materia ni se desvanece del todo el menor golpecito de fuerza, ¡y hay quien pretende darnos consuelo con esto! ¡Pobre consuelo! Ni de materia ni de mi fuerza me inquieto, pues no son mías mientras no sea yo mismo mío, esto es, eterno. No, no es anegarse en el gran Todo, en la Materia o en la Fuerza infinitas y eternas o en Dios lo que anhelo; no es ser poseído por Dios, sino poseerle, hacerme yo Dios sin dejar de ser el yo que ahora os digo esto. (…)
Llaman también a esto orgullo; “hediondo orgullo” le llamó Leopardi, y nos preguntan que quiénes somos, viles gusanos de la tierra, para pretender inmortalidad; ¿en gracia a qué? ¿Para qué? ¿Con qué derecho? ¿En gracia a qué?, preguntáis, ¿y en gracia a qué vivimos? ¿Para qué? ¿Y para qué somos? ¿Con qué derecho? ¿Y con qué derecho somos? Tan gratuito es existir como seguir existiendo siempre (…) No reclamo derecho ni merecimiento alguno; es sólo una necesidad, lo que necesito para vivir. “
Creer en Dios es, en cierto modo, crearle
¿Qué es la fe? Creer lo que no vimos, no!, sino crear lo que no vemos. Crear lo que no vemos, sí, crearlo y vivirlo, y consumirlo, y volverlo a crear y consumirlo de nuevo, viviéndolo otra vez, para otra vez crearlo... y así; en incesante tormento vital
Es débil porque no ha dudado bastante y ha querido llegar a conclusiones
Hasta un ateo necesita a Dios para negarlo
Hay que buscar la verdad y no la razón de las cosas. Y la verdad se busca con humildad
La fe es la fuente de la realidad, porque es la vida; creer es crear
La inmortalidad del alma, del alma que se escribe, del espíritu de la letra, es un dogma filosófico pagano
Me ahogo, me ahogo, me ahogo en este albañal y me duele España en el cogollo del corazón
Ni, pues, el anhelo vital de inmortalidad humana halla confirmación racional, ni tampoco la razón nos da aliciente y consuelo de vida y verdadera finalidad a ésta. Mas he aquí que en el fondo del abismo se encuentran la desesperación sentimental y volitiva y el escepticismo racional frente a frente, y se abrazan como hermanos. Y va a ser de este abrazo, un abrazo trágico, es decir, entrañadamente amoroso de donde va a brotar el manantial de la vida, de una vida seria y terrible
No sé de que se trata, pero me opongo
Obra de modo que merezcas a tu propio juicio y a juicio de los demás la eternidad, que te hagas insustituible, que no merezcas morir
Y creía acaso en la resurrección de la carne, a la manera judaica, no en la inmortalidad del alma, a la manera platónica [griega] y en su segunda venida al mundo. Las pruebas de esto pueden verse en cualquier libro de exégesis honrada
Yo no aseguro ni puedo asegurar que hay otra vida; no estoy convencido de que la haya; pero no me cabe en la cabeza que un hombre de verdad no sólo se resigne a gozar más que de esta vida, sino que renuncie a la otra, y hasta la rechace
¿Y qué es amor? ¿Quién definió el amor? Amor definido deja de serlo
¿De qué te sirve meterte a definir la felicidad si no logra uno con ello ser feliz?
El fin de la Historia y de la Humanidad somos los sendos hombres, cada hombre, cada individuo. El individuo es el fin del Universo
El mismo pensador abstracto piensa para existir, para no dejar de existir, o tal vez piensa para olvidar que tendrá que dejar de existir. Tal es el fondo de la pasión del pensamiento abstracto
¡Eternidad! ¡eternidad! Éste es el anhelo: la sed de eternidad es lo que se llama amor entre los hombres; y quien a otro ama es que quiere eternizarse en él
La vida es tragedia, y la tragedia es
perpetua lucha, sin victoria ni esperanza de ella; es contradicción
La voluntad y la inteligencia buscan cosas opuestas: aquella, absorber al mundo en nosotros, apropiárnoslo; y esta, que seamos absorbidos en el mundo