La semilla de la abundancia
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La semilla de la abundancia
Un joven inmensamente rico perdió la fortuna familiar a base de tomar malas decisiones. Arruinado, lloró amargamente la pérdida durante días hasta que, acuciado por gastos de los que nunca se había preocupado, decidió que tenía que recuperarla lo más rápido posible. No sabiendo cómo empezar, recordó que en ocasiones había oído hablar de un maestro sabio que vivía no muy lejos de allí y que ayudaba a la gente a solucionar sus problemas, por lo que decidió emprender el camino hacia su morada. Durante la travesía fantaseaba con volver a ser poseedor de grandes riquezas y durante la noche no podía conciliar el sueño pensando en los lujos perdidos.
Cuando llegó tuvo que esperar durante horas a que le recibiera el maestro, pero al fin pudo presentarse ante él y pedirle consejo. El maestro le escuchó atentamente y le dijo:
- Has hecho bien en venir, te daré exactamente lo que necesitas.
A una orden suya un discípulo trajo un cofre. El joven pensó que contendría gemas o metales preciosos, pero al abrirlo quedó sorprendido al ver que solo había una semilla. El maestro captó la decepción del joven y le dijo:
- No es una semilla corriente.
El joven entonces se alegró al suponer que la semilla tendría poderes mágicos y preguntó por ellos. El maestro le contestó:
- Es la semilla de la abundancia. Para conseguir su fruto has de plantarla y regarla, pero no con simple agua. Para que crezca habrás de regarla con lágrimas y sudor.
El joven quedó totalmente desilusionado, aquello no era lo que esperaba. Solo acertó a dar las gracias y despedirse antes de abandonar la estancia. Al salir de la casa, tiró la semilla al suelo.
El discípulo, que había seguido al joven, recogió la semilla para volver a guardarla en el cofre. Después le comunicó lo sucedido al maestro. Este le contestó:
- Esperaba algo semejante.
Entonces el discípulo preguntó:
- Si para conseguir la abundancia hay que sacrificarse derramando lágrimas y sudor, ¿cómo es posible que no lo supiera ese joven, que hasta hace poco nadaba en riqueza y vivía entre lujos?
A lo que el maestro le replicó:
- Para que la semilla de la abundancia crezca siempre hay que regarla con lágrimas y sudor. Ese joven poseía riquezas, pero se habían conseguido con las lágrimas y el sudor de otros.
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Pensé que el hilo iba de menas e inmigrantes africanos.
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jinetero
No lo voy a leer coleguita
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Yo sí me lo he leído. Aceptable.
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Iniciado por
Sensei
Un joven inmensamente rico perdió la fortuna familiar a base de tomar malas decisiones. Arruinado, lloró amargamente la pérdida durante días hasta que, acuciado por gastos de los que nunca se había preocupado, decidió que tenía que recuperarla lo más rápido posible. No sabiendo cómo empezar, recordó que en ocasiones había oído hablar de un maestro sabio que vivía no muy lejos de allí y que ayudaba a la gente a solucionar sus problemas, por lo que decidió emprender el camino hacia su morada. Durante la travesía fantaseaba con volver a ser poseedor de grandes riquezas y durante la noche no podía conciliar el sueño pensando en los lujos perdidos.
Cuando llegó tuvo que esperar durante horas a que le recibiera el maestro, pero al fin pudo presentarse ante él y pedirle consejo. El maestro le escuchó atentamente y le dijo:
- Has hecho bien en venir, te daré exactamente lo que necesitas.
A una orden suya un discípulo trajo un cofre. El joven pensó que contendría gemas o metales preciosos, pero al abrirlo quedó sorprendido al ver que solo había una semilla. El maestro captó la decepción del joven y le dijo:
- No es una semilla corriente.
El joven entonces se alegró al suponer que la semilla tendría poderes mágicos y preguntó por ellos. El maestro le contestó:
- Es la semilla de la abundancia. Para conseguir su fruto has de plantarla y regarla, pero no con simple agua. Para que crezca habrás de regarla con lágrimas y sudor.
El joven quedó totalmente desilusionado, aquello no era lo que esperaba. Solo acertó a dar las gracias y despedirse antes de abandonar la estancia. Al salir de la casa, tiró la semilla al suelo.
El discípulo, que había seguido al joven, recogió la semilla para volver a guardarla en el cofre. Después le comunicó lo sucedido al maestro. Este le contestó:
- Esperaba algo semejante.
Entonces el discípulo preguntó:
- Si para conseguir la abundancia hay que sacrificarse derramando lágrimas y sudor, ¿cómo es posible que no lo supiera ese joven, que hasta hace poco nadaba en riqueza y vivía entre lujos?
A lo que el maestro le replicó:
- Para que la semilla de la abundancia crezca siempre hay que regarla con lágrimas y sudor. Ese joven poseía riquezas, pero se habían conseguido con las lágrimas y el sudor de otros.
No eres tan sabio si no sabes poner un resumen al final
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