Vaya, hombre. Si al final vas a tener razón. Con Franco todo lo más te pegaban un tiro y te dejaban tirado en una cuneta, o te fusilaban sumarisimamente, o te hacínaban en cárceles que eran un poquito mejor que pocilgas donde te daban bazofia para comer y si estabas herido o enfermo ya te podías dar por muerto porque la atención sanitaria era peor que pésima o sencillamente inexistente. Pero bueno, cierto es que no usaban estos artilugios.
La doncella de hierro
Esta especie de ataúd vertical con rostro femenino debía aterrorizar nada más verlo. En su interior se alojaban un montón de clavos de hierro puntiagudos que se clavaban en diferentes partes del cuerpo del condenado.
El aplastacabezas
El condenado apoyaba la barbilla en la base y la cabeza quedaba encajada en el casquete. Empleado para lograr confesiones, los verdugos hacían girar el tornillo causando en primer lugar la rotura de dientes y mandíbula. Si el torturador seguía apretando, el tornillo podía llegar a destrozar el cráneo de la víctima, expulsando su cerebro por la cavidad ocular.
Ruedas de despedazar
Empleada para delitos muy graves, fue una de las torturas más espantosas. El penado era colocado desnudo en el suelo y con la misma rueda se le rompían los huesos y articulaciones de las extremidades, incluídas caderas y hombros. Posteriormente se le ataba a la rueda, que era colocada sobre un poste, y se le daba comida y bebida hasta que moría, quedando su cuerpo a merced de las aves carroñeras.
Cuna de Judas
Este método estaba pensado para obtener una confesión rápida. El reo era suspendido por la cintura con una abrazadera de hierro y quedaba colgado justo encima de una puntiaguda pirámide sujetada por un trípode. Si el condenado se dormía o relajaba, se clavaba la afilada punta en los genitales. Además, si no confesaba, eran los propios verdugos los que bajaban al procesado suavemente o con todo el peso del cuerpo.
La horquilla del hereje
Los encausados por la Inquisición debían abjurar de sus "errores", y con los herejes se utilizó esta especie de tridente con cuatro puntas afiladas que se clavaban bajo la barbilla y en el esternón. Este sistema no permitía moverse, por lo que era muy difícil pronunciar palabra, y de las pocas que lograban decir entre susurros estaba el
abiuro con el que renegaban de sus creencias.
La pera anal, vaginal u oral
Se trata de un artilugio metálico con forma de la fruta que le da nombre, estrecho por un lado y más grueso por el otro, que se introducía en la cavidad vaginal, oral o anal según el delito del que estuviese acusado el torturado. Una vez dentro, la pera incluía un tornillo o manivela que hacía que se abriese al girarlo, provocando un desgarro muy doloroso. Existía una variante que además desplegaba púas metálicas.
Hay más (el potro, la garrucha, la picota en tonel, el toro de falaris....) pero creo que con eso ya va bien.