Fragmentación social e identidades: entre la emancipación y la manipulación
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Fragmentación social e identidades: entre la emancipación y la manipulación
Resumen
El presente artículo analiza el fenómeno de la fragmentación social mediante identidades cada vez más específicas y excluyentes, evaluando sus raíces ideológicas, su instrumentalización política y el papel de la tecnología y las redes sociales en su intensificación. Se integran perspectivas tanto de la izquierda como de la derecha intelectual, con referencias a autores como Slavoj Žižek, Mark Lilla, Roger Scruton y Chantal Mouffe, y se proponen ejemplos contemporáneos que ilustran cómo este fenómeno puede beneficiar a élites políticas, económicas y tecnológicas, en detrimento de la cohesión democrática.
1. Introducción
En las últimas décadas, el discurso político ha experimentado una transformación sustancial: las grandes narrativas colectivas han sido reemplazadas por discursos centrados en identidades particulares. Aunque esto ha permitido visibilizar luchas históricamente silenciadas, también ha generado procesos de fragmentación que, según diversos analistas, debilitan la capacidad de acción colectiva y favorecen la manipulación social. Este artículo propone una lectura crítica del fenómeno desde un enfoque interdisciplinario, incorporando tanto críticas progresistas como conservadoras, y abordando el impacto de las tecnologías digitales en la polarización identitaria.
2. La política de identidades: entre el reconocimiento y la división
La política de identidades emergió como una respuesta necesaria a las estructuras de exclusión presentes en los sistemas liberales clásicos. Autoras como Judith Butler (2004) o bell hooks (2000) han defendido la importancia de reconocer la performatividad del género, la raza y otras categorías sociales como espacios de resistencia frente a la hegemonía cultural.
Sin embargo, pensadores de izquierda como Slavoj Žižek han señalado que muchas de estas luchas han sido cooptadas por la lógica del capitalismo global. Para Žižek (2008), el multiculturalismo se convierte en “una forma ideológica que permite al sistema económico global presentarse como inclusivo, mientras mantiene intactas las estructuras de explotación”.
Desde una perspectiva liberal, Mark Lilla (2017) argumenta que el enfoque identitario ha contribuido al fracaso político de las fuerzas progresistas al centrarse en demandas de grupo que impiden construir una visión común del bien público. En su crítica, el exceso de particularismo ha fragmentado al electorado y debilitado la construcción de un lenguaje ciudadano inclusivo.
3. La crítica desde el pensamiento conservador: orden, comunidad y tradición
Desde la derecha intelectual, la fragmentación es vista como un síntoma del colapso de los vínculos tradicionales. Roger Scruton (2014) afirma que el comunitarismo identitario moderno, al priorizar la diferencia por encima de la pertenencia, erosiona la idea de nación y debilita la solidaridad intergeneracional.
En una línea similar, Patrick Deneen (2018) sostiene que la propia lógica liberal —basada en la autonomía individual— ha socavado las instituciones sociales fundamentales (familia, religión, autoridad moral), lo que ha dado paso a una sociedad atomizada, incapaz de sostener una visión compartida del bien común.
4. Redes sociales, algoritmos y economía de la polarización
Más allá de las diferencias ideológicas, existe un consenso creciente en torno al papel de las tecnologías digitales como aceleradores del conflicto identitario. Zeynep Tufekci (2018) describe cómo las plataformas digitales optimizan el contenido que genera engagement, lo cual favorece discursos extremos y alimenta la confrontación tribal.
En este contexto, Jonathan Haidt (2022) sostiene que las redes sociales han amplificado nuestra propensión evolutiva al tribalismo moral, creando entornos donde la razón se ve subordinada a la lealtad grupal. Este fenómeno se expresa en dinámicas como la cancelación, la pureza ideológica y la demonización del otro.
Un ejemplo reciente es el tratamiento de las disputas sobre el lenguaje inclusivo en países como Argentina o España, donde la discusión ha sido mediatizada por redes sociales en términos polarizantes, convirtiendo un debate lingüístico y cultural en un campo de batalla político. Otro caso ilustrativo es el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos y su contramovimiento Blue Lives Matter, amplificados ambos por plataformas digitales que favorecen la indignación.
5. Beneficiarios de la fragmentación: poder, control y distracción
Autores como Christopher Lasch (1979) ya habían advertido que la cultura del narcisismo promovida por el capitalismo de consumo debilitaba los lazos comunitarios y generaba una ciudadanía cada vez más aislada. De forma similar, Zygmunt Bauman (2001) describía la “modernidad líquida” como una condición en la que las relaciones sociales se vuelven frágiles y desechables.
Esta fragmentación beneficia principalmente a:
- Elites económicas, que enfrentan menos resistencia ante políticas impopulares si la sociedad está dividida.
- Actores políticos populistas, que movilizan identidades para consolidar bases de apoyo emocional.
- Plataformas tecnológicas, que lucran con la atención generada por el conflicto y la polarización.
La fragmentación, lejos de ser un subproducto inevitable de la pluralidad, puede convertirse en una estrategia de control, en la línea del principio romano divide et impera.
6. Conclusión
La fragmentación social inducida por identidades excluyentes y potenciadas por la tecnología representa un desafío profundo para las democracias contemporáneas. Reconocer la diversidad sigue siendo una tarea indispensable, pero su instrumentalización sin un horizonte común puede conducir a la parálisis política y a la descomposición del tejido social.
Como propone Chantal Mouffe (2005), es posible aceptar el conflicto como parte constitutiva de la política democrática, pero para ello es necesario construir un marco agonista que permita el disenso sin destruir la legitimidad del adversario. Solo recuperando un lenguaje de ciudadanía común —sin negar las diferencias, pero tampoco absolutizándolas— podrá evitarse que la fragmentación se convierta en desintegración.
Referencias bibliográficas
- Bauman, Z. (2001). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.
- Butler, J. (2004). Deshacer el género. Paidós.
- Deneen, P. (2018). Why Liberalism Failed. Yale University Press.
- Haidt, J. (2022). “Why the Past 10 Years of American Life Have Been Uniquely Stupid.” The Atlantic.
- hooks, b. (2000). Feminism is for Everybody: Passionate Politics. South End Press.
- Lasch, C. (1979). The Culture of Narcissism. Norton.
- Levin, Y. (2020). A Time to Build. Basic Books.
- Lilla, M. (2017). The Once and Future Liberal: After Identity Politics. Harper.
- Mouffe, C. (2005). El retorno de lo político. Paidós.
- Scruton, R. (2014). How to Be a Conservative. Bloomsbury.
- Tufekci, Z. (2018). Twitter and Tear Gas: The Power and Fragility of Networked Protest. Yale University Press.
- Žižek, S. (2008). En defensa de la intolerancia. Akal.
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