Así es la presión 'borroka' independentista: "Esta gente tan hija de puta española que tenemos aquí"
Pintadas amenazando de muerte a Albert Rivera e Inés Arrimadas en un barrio de Gerona, días después de la consulta ilegal del 1-O. CIUDADANOS
Domingo. Hora del aperitivo. Hace sol. Apetece un paseo hasta la casa de los abuelos para comer. Camina empujando el carro de su bebé. Van solos. Es día de desconexión de la política. Al bordear una rotonda, un vehículo se acerca y para. Lo ha reconocido.
«¡Facha! ¡Español! ¡hijo de perra!», grita el conductor. Y se va. Este cargo de un partido constitucionalista en Cataluña pide el anonimato, como la práctica totalidad de los consultados para este reportaje,
«no por mí, sino por mi familia». Pero ejemplifica la «presión borroka», como la definen muchos, con la que conviven a diario concejales y diputados de Ciudadanos, PSC y PP en Cataluña y que se ha intensificado en los últimos meses, a raíz de la huida hacia delante de los líderes secesionistas.
Son las 08.30 horas de la mañana. Un concejal de Cs de una destacada ciudad de Cataluña sale del garaje de su casa, camino de su despacho. En la calle, una pareja de chicas conversa. La que está de frente es amiga del cargo público. El ruido del motor hace que se gire la que está de espaldas. Lo reconoce.
«Y esta gente tan hija de puta española que tenemos aquí...», dice en voz alta.
«Yo también te quiero mucho», responde el político al pasar a su lado. Otro del PSC relata varias experiencias de insultos desde los coches, tras reconocerlo por la calle:
«¡hijo de perra, PSC a la mierda!».
Los representantes de Ciudadanos, el PSC y el PP han visto cómo su día a día, su vida privada, se ha visto alterada o condicionada por el incremento de la presión de los partidarios del independentismo. No sólo son los ataques en los Plenos municipales, son los insultos, amenazas verbales y en las redes sociales, pintadas o ataques a sedes y vehículos.
«El ambiente es de opresión. No hay violencia física ni agresiones, de momento, pero sí presión borroka», define uno de los cargos consultados por este periódico, con años de lucha política frente al independentismo.
Líderes destacados como Albert Rivera, Inés Arrimadas o Xavier García Albiol han recibido amenazas de muerte, que han llegado hasta la Audiencia Nacional.
«Puta España. Arrimadas y Rivera os mataremos», apareció en una pintada en el barrio Fontajau de Gerona, días después del referéndum ilegal del 1-O.
«Habría que matarlo a él y su familia, que vuelva ETA», le escribieron al líder del PP catalán en Twitter. Sus situaciones tienen eco mediático, pero los cargos de pequeños municipios sufren casi a diario estos ataques.
EN EL OCIO.
Hay representantes políticos que no han variado su día a día o sus hábitos. «No dejo de hacer nada», dicen miembros del PSC y Cs. Pero son los menos. La mayoría ha dejado de ir a sitios o realizar determinadas actividades porque han vivido situaciones de tensión.
Una concejal de una localidad de Tarragona reconoce que antes iba con bastante frecuencia al teatro.
«Íbamos juntos con gente del PDeCAT y otros grupos». Era una actividad con cierta periodicidad. Ya no.
«Ahora hay tensión y no apetece. Eso se ha perdido», confiesa. Otro, que era un fijo cada fin de semana en los partidos de baloncesto del equipo del pueblo, ha dejado de ir.
«No quiero escuchar insultos o abucheos».
Un destacado dirigente catalán acudió a cenar a un restaurante de comida extranjera con su equipo. Hubo miradas, pero la velada transcurrió con normalidad. Hasta que acabaron. Al irse, algunos clientes se quejaron de que
«a esta gente» -en referencia a ellos-
no les tendrían que dejar pasar, que no entendían por qué los tenían que dar de cenar.
Una concejal de una de las ciudades más importantes de Cataluña estaba tomando una cerveza con su pareja en un bar de su localidad. Eran días de mucha tensión por el encarcelamiento de algunos líderes independentistas. Empezó a entrar gente con el lazo amarillo.
«Nos lanzaron miradas de odio y asco. Fue muy incómodo», relata a este diario.
«Yo no hago vida normal, eso sería poder sentarme en una terraza tranquilamente o ir a un concierto».
El tema del teatro o los conciertos es compartido por varios cargos. Se quejan de que en lugar de disfrutar de un rato de ocio terminan acudiendo a un acto de reivindicación política. Y, por eso, ya no van.
«El nacionalismo, por ejemplo, hace que dejes de tener interés por las fiestas populares, porque te sueltan el adoctrinamiento. Vas a un concierto y te sueltan el rollo independentista, así que dejas de ir», dice un cargo naranja.
Uno de los casos más extremos es el de un concejal que ha decidido dejar de ir a tiendas de las que antes era cliente habitual porque han colgado una estelada en su escaparate.
EN EL TRABAJO.
Este señalamiento también se produce en el ámbito laboral. Al poco de afiliarse al partido, el jefe de un cargo con experiencia en el Parlament dijo en voz alta:
«Mira qué bien, aquí tenemos de todo: una lesbiana y uno de Cs».
Uno de los casos más llamativos es el del socialista Enric Roig, portavoz del PSC en el Ayuntamiento de Tortosa. El día que detuvieron a Puigdemont, los independentistas pintaron su estudio de arquitectura.
«Lo viví mal. Te sientes señalado», explica Roig a este diario, que evoca los tiempos de Alemania con los judíos.
«Los independentistas quieren señalar a los constitucionalistas como los responsables de la situación que se vive en Cataluña». Roig se queja de que los secesionistas
«recriminan más» al PSC que a PP y Cs,
«porque al ser de izquierdas se creen que tendrían que estar con ellos».
Pintadas de "opresores" y "asesinos" en la sede del PSC de Viladecans. | PSC
EN LAS SEDES.
En los últimos meses se ha intensificado el ataque a las sedes de los partidos constitucionalistas. El secretario de Organización del PSC, Salvador Illa, expuso a finales de marzo que sus sedes han sido atacadas en
más de 25 ocasiones en los últimos meses y
se ha amenazado y acosado a decenas de dirigentes y cuadros del partido: Miquel Iceta, Meritxell Batet, Jaume Collboni, Núria Parlon...
«Fuera de Cataluña», «Puta España» y
«Españoles mariposónes» son algunas pintadas aparecidas en la nueva sede el PSC, inaugurada en enero.
«Opresores» y
«asesinos» fueron los mensajes pintados recientemente en la sede del PSC de Viladecans.
Los locales de Cs son objeto frecuente de ataques independentistas. Un ejemplo: la de Lérida ha sufrido
12 ataques desde 2015. En 2018 ya lleva
dos. Otro caso: la de Hospitalet ha sido objeto de
ocho ataques en los dos últimos años. Además, en los últimos meses, según datos facilitados por el partido, han sufrido
pintadas, pedradas, escraches y otros ataques en las sedes de Barcelona,Gerona o Cornellá.
«Fascistas», «torturadores», «sois la escoria de este país», son calificativos que escuchan a diario los concejales de Ciudadanos.
Distintos cargos naranjas, por ejemplo, relatan a este diario cómo han llegado a sufrir
altercados y
amenazas con navajas de por medio en carpas a pie de calle. Uno relata cómo yendo en una furgoneta con logos del partido, varios coches en la carretera se pegaban a ella para
escupir desde sus vehículos.
EN LAS CASAS.
Esa intención de señalar a los cargos llega hasta sus viviendas y vehículos. A mediados de marzo, Cs denunció un ataque a un inscrito de Torroella de Montgrí (Gerona), al que
pintaron la fachada de su casa con lazos amarillos y la expresión
«pim, pam, pum». Era la segunda vez que señalaban su domicilio. En la misma provincia, la hija de un concejal de la formación naranja, militante también del partido, en apenas dos semanas vio cómo
pintaban seis lazos amarillos en su vehículo y rajaban dos ruedas.
El coche de Juan Carlos Girauta, portavoz de Cs en el Congreso, apareció el 11 de marzo
pintado. A un cargo de Premià de Mar le lanzaron un huevo desde una ventana.
La sede del diario digital
Crónica Global fue atacada por tres encapuchados a martillazos.
La confrontación afecta, claro, a las relaciones personales.
«He perdido amigos. Nos hemos distanciado», confiesa un concejal. «
No es que te pelees, pero te dejas de hablar porque siempre discutes. Perdí una gran amiga de toda la vida». Otra concejal relata cómo vivió una escena en la que
una hija -independentista- le decía a su madre: «¡Vuélvete a Zaragoza!» -la mujer era natural de allí-.
EN LAS INSTITUCIONES.
La tensión de los independentistas contra los constitucionalistas aflora también en los Plenos municipales. Un caso muy reciente ocurrió en Sant Sadurní d'Anoia, durante un debate sobre los últimos ataques a la sede del PSC. Entonces tomó la palabra un concejal de la CUP:
«Los partidos que han respaldado el 155 tienen suerte de que el movimiento independentista sigue siendo un movimiento pacífico», fue su amenaza velada. Es más, llamó a los socialistas a agradecer
«la labor que se está haciendo desde las entidades y asociaciones independentistas por contener los ánimos». Los concejales del PSC abandonaron el Pleno.
Una de las personas consultadas para este reportaje recuerda cómo hasta los hijos de concejales independentistas la insultan.
«Te he llamado fascista. Eso no es un insulto, es una definición», le respondieron cuando protestó.
«Lo peor es que cuando te quejas dicen que era un victimista».
Algunas de las piedras lanzadas a una sede de Ciudadanos. | E.M.
Vuelve el acoso a comisarías y casas cuartel en Cataluña
Escraches y ataques contra comisarías del Cuerpo Nacional de Policía y una casa cuartel de la Guardia Civil en Cataluña esta semana / CG
Vuelve el acoso a las comisarías y casas cuartel del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) y Guardia Civil en Cataluña. Las sedes de las dos fuerzas policiales sufren de nuevo hostigamiento independentista, esta vez de la mano de los autodenominados comités de defensa de la república (CDR). La Delegación del Gobierno en la comunidad autónoma "conoce el problema" y "está en alerta".
Según han denunciado la Agrupación Reformista de Policías (ARP) y la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), los episodios de
escraches y vandalismo contra las dependencias policiales de ambos cuerpos "son más esporádicos, más minoritarios pero también más violentos". Precisan que "ha bajado el nivel de gente" que se
manifiesta ante los edificios o que los ataca con pintura o espráis, pero que cuando ocurren, los hechos son más graves. Ante ello, la
Delegación del Gobierno en el territorio ha subrayado que "conoce dichos episodios" y que los edificios "están perfectamente protegidos". La sede gubernativa no puede agregar más información de los operativos de blindaje por motivos de seguridad.
"Bates de béisbol"
Sí ha arrojado más información D., coordinador de reivindicación del sindicato ARP de la
Policía Nacional. "Los últimos casos fueron el martes en Terrassa y Manresa (Barcelona). En la primera ciudad, se concentró un grupo de gente de los CDR. Es la tercera vez que atacan la comisaría local: hubo una manifestación en diciembre, un ataque de
encapuchados con pintura en febrero y el escrache de esta semana", ha enumerado el también funcionario.
En la localidad barcelonesa y según la misma fuente, "no había suficientes agentes para proteger el edificio policial, por lo que los efectivos tuvieron que cerrar la puerta". El representante de la parte social ha alertado de que la intimidación de los comités "llega después y como respuesta a actuaciones del CNP y la Guardia Civil ordenadas por los jueces, por lo que representan un desafío al Estado de derecho".
"Pediremos una reunión"
Una versión similar ha explicado Juan Antonio Delgado Ramos, portavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). El representante ha puesto de relieve el hecho de que la situación "se ha vuelto a crispar" en Cataluña, con episodios de hostilidad hacia los agentes y las
casas cuartel "tras cada actuación policial".
"Es un acoso más minoritario, que protagonizan los CDR. Al no ser manifestaciones masivas como las que siguieron al referéndum ilegal de secesión del 1 de octubre, estos grupúsculos necesitan llamar la atención con actos cada vez más violentos", ha agregado Delgado. ¿Qué piden al Ministerio del Interior? "Que realice la labor de monitorización de escraches y ataques a sedes policiales y actúen si van a más. Y solicitaremos una reunión con el departamento de Zoido si se intensifican o si se incurre en riesgo contra las funcionarios", ha concluido.
Terrassa, Manresa, Gràcia y Vilanova
Cabe recordar que esta semana se han producido al menos cuatro intentos de amedrentar a ambos cuerpos en Cataluña. Fue el martes en Terrassa y Manresa (Barcelona), con manifestaciones sin comunicar ante la
comisaría local del municipio y la casa cuartel. El jueves de madrugada se produjeron dos ataques con pintura amarilla y espray contra la comisaría local del CNP de Vilanova i la Geltrú y el cuartel del instituto armado en el barrio de Gràcia (Barcelona).
Las acciones siguieron a las ocho detenciones de miembros de los CDR efectuadas por la Guardia Civil y los Mossos d'Esquadra por organizar cortes de autopistas en Semana Santa y asaltar el Parque de la Ciutadella en enero, coincidiendo con la fallida sesión de investidura de Carles Puigdemont.
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