¿Y cómo se le ha ocurrido al PP?, se preguntan los críticos dentro del partido. Por lo mismo que al Gobierno se le ocurrió redimir a Roures, el otro gran enemigo mediático de la derecha. El procedimiento: amparar la absorción de La Sexta por Antena 3. Porque el grupo de Roures –La Sexta como Público– estaba literalmente desahuciado en términos económicos cuando Mediapro recibió la propuesta de matrimonio de Lara-Planeta-La Razón-Antena 3.
La fusión iba a instaurar de hecho un duopolio abusivo en el mercado de la televisión, y la Comisión Nacional de la Competencia vetó el enlace. Pero el Gobierno contravino al órgano regulador y en una cacicada que aún nadie –en el Gobierno– ha explicado resolvió dar vía libre a la operación. Y ahí está ahora La Sexta, redimida gracias a la elevada inteligencia estratégica del Gobierno Rajoy, echando gasolina a los pies del propio Gobierno Rajoy.
En política, al enemigo, ni agua: o se le pone debajo de la bota o, alternativamente, se compra su voluntad. Pero el sorayismo ve las cosas de otra manera: el sorayismo, que está muy incómodo dentro de la etiqueta “derecha”, cree que la izquierda le perdonará la vida si la agasaja convenientemente.
Se ve que a Soraya, Moragas y demás talentos de gabinete, dada su juventud, nadie les contó nunca la fábula del tipo que encuentra en la nieve una víbora medio muerta de frío; compasivo, el tipo acoge a la víbora en su regazo, la mete en su pecho para darle calor, la víbora revive y, ¡zas!, muerde y mata al tipo. Pues lo mismo.
La única esperanza del PP, devorado ahora por su absurda política de comunicación, es que a la víbora le pase lo que a la serpiente que mordió Orit Fox, israelí, es una de esas modelos que se han hecho un lugar en el show-business a base de golpes de pecho.
En un programa de la tele apareció contoneándose con una boa que le dio un repente y mordió a la dama en una de las ubérrimas pechugas. Horas después, la boa moría envenenada por la silicona. No sé yo si estos “papeles secretos de Bárcenas”, al final, no serán la silicona que termine de matar a la víbora resucitada por el Gobierno Rajoy.