Iniciado por
Dark Gandalf
Pero los humanos somos los mismos en ambos sistemas.
Trabajar implica un esfuerzo y requiere una habilidad, independientemente del sistema económico bajo el que trabajes.
El trabajo que tú desarrolles implica tu esfuerzo, tu tiempo, y tu habilidad (y en muchos casos tu sufrimiento y tu salud).
No se puede hablar de la ausencia de un sistema de intercambio cuando estamos hablando de tu tiempo, tu esfuerzo, ..., tu salud,
sencillamente porque no puedes inhibir la propiedad de esas cosas.
Cuando trabajas tú con amianto, los pulmones que se están jodiendo son los tuyos, no los míos.
Tuyo y Mío sigue vigente, bajo cualquier sistema.
Si la producción resultante del sacrificio de esos pulmones sufraga el sostenimiento de los servicios de todos,
y TODOS, independientemente del nivel de sacrificio entregado, tenenemos el mismo derecho al uso de tales servicios,
no hay aliciente para que nadie se sacrifique de más (yo no me jodo el 50% del pulmón, si jodiéndome el 1% ya tengo acceso a las mismas recompensas).
Y con el tiempo, empezaría a correr peligro el sostenimiento de esos servicios que se prometen.
Yo fabrico tuercas. Bajo pseudo-Capitalismo.
Pero las tuercas que fabrico no son mi propiedad, son la propiedad del dueño de la máquina.
Básicamente, me paga por darle al botón y mantener bajo control determinados parámetros.
Es un intercambio de mi tiempo y habilidad (eso es lo que yo sacrifico) a cambio del dinero del propietario.
Cuánto tiempo a cambio de cuánto dinero lo determina mi capacidad de irme a fabricar tuercas para otro,
es decir, no lo determina el dueño de la máquina, como tú has indicado, sino mi fuerza en un mercado (el de trabajo de torneros).
Yo quedo aislado del valor de la tuerca, de su comercialización, del coste de construcción/mantenimiento de la máquina, el beneficio del empresario, etc.
Simplemente debo vigilar que mi sacrificio sea correctamente recompensado, y la herramienta que me ofrece el sistema para ello es la competencia en el mercado de mi sector.
Realizo tal actividad por mi necesidad de casa, médico, comida, etc. Si tuviera fortuna que me cubriera eso no estaría perdiendo la salud estresado con una máquina, sino en la playa tomando el sol.
Bajo Colectivismo, estás eliminado ambos factores: cubres la necesidad de casa, medico, comida, independientemente del rendimiento (eliminas la necesidad de rendir), desvinculas la recompensa del sacrificio entregado (eliminas el aliciente para rendir), y eliminas el mecanismo por el cual un individuo puede pretender la mejor relación coste-beneficio para su trabajo (al depender ahora ese beneficio de un control colectivo, en lugar de de la fuerza propia en el mercado).
Un cantante, un escritor, un científico teórico, un maestro, un humanista, etc,
son perfiles que quizá seguirían entregando el máximo esfuerzo bajo tal sistema colectivista.
El motivo es que reciben una recompensa extra e inalienable en forma de prestigio, reconocimiento, respeto, peso social, etc.
Pero desde luego el que está en una alcantarilla reparando obstrucciones, con excrementos hasta la cintura y respirando enfermedades, lo natural sería que siguiera la ley del mínimo esfuerzo.
Es por eso que yo descarto de entrada el discurso de personas como, por ejemplo, Julio Anguita. Porque jamás se han enfrentado a un problema de producción de riqueza en un mercado competitivo. Cuando se vive de la financiación pública, y además perteneciendo a ese grupo que obtiene una recompensa inmaterial importante, solo puede contemplar el trabajo como orador, pero nunca como el de quien está en constante competencia para atraer an consumidor a cambio de mero dinero.