RAMON SUÑÉ, BARCELONA


Los hurtos representan más de la mitad de las infracciones penales que se cometieron en Barcelona el pasado año, concretamente el 54%. Siguen siendo, a pesar del despliegue policial que ha permitido desde el pasado verano frenar una dinámica endiablada de expansión de esta tipología delictiva, un problema muy serio que ha consolidado a la capital catalana al frente del ranking español de denuncias. De hecho, Barcelona acabó el 2019 pisando los talones a Madrid en el registros de hurtos padecidos (108.308, sólo 3.440 menos que la capital de España), algo impensable hace unos pocos años.

Sin embargo, el análisis detallado del último balance de criminalidad, publicado hace unos días por el Ministerio del Interior a partir de los hechos conocidos por todas las fuerzas y cuerpos de seguridad, muestra un dato tanto o más preocupante que el del incremento –a la postre moderado– de los hurtos. Resulta muy inquietante el crecimiento, ese sí desbocado, de los robos con violencia e intimidación en el espacio público de la ciudad, del que son víctimas tanto turistas como los propios barceloneses. Los 14.750 robos de este tipo de los que consta denuncia durante el año pasado representan un 52,8% más que los registrados en el 2016, cuando se inició una escalada que solo en el 2019 ha sido del 20% respecto al 2018. Urge, por tanto, una acción contundente contra esta modalidad delictiva que provoca una fuerte alarma social amplificada por las imágenes de violencia gratuita difundidas por las redes sociales.

https://www.lavanguardia.com/local/b...-interior.html