Jesús es la vid y nosotros los sarmientos, y el que permanece en él da fruto abundante, mas el que no permanece se seca, es cortado y echado al fuego.
¿Cómo no podría creer en la fuente de vida que brota de mí y me rodea con su manto?
¿Cómo no podría creer en quien me ama y me da la fuerza para afrontar cualquier sufrimiento?
Qué lástima me da leeros, se me encoge el corazón porque estáis desarraigados de vuestra esencia, acabados.
Falta de fe, falta de amor a Dios y falta de amor propio, eso es lo que veo, eso transmitís.
¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?
Llegará el día del Juicio Final y no estaréis arrepentidos ni seréis salvados.
No seréis arrebatados y llevados al cielo.