No existen los ateos, solo existen los que renuncian a la representación iconográfica occidental de Jesús.
La religión no ha muerto, solo ha cambiado de forma. Si antaño era el catolicismo como ideología la base sobre la que se sustentaba la vida y la moral de los seres sociales, ahora ese papel es ocupado por la nueva religión, una moderna e ilustrada.
El ciudadano no se ha librado de los dogmas, sigue siendo tan dogmático como el campesino medieval, pero ahora los dogmas son otros: del rey elegido por Dios a la dualidad izquierda/derecha y la democracia como antídoto a los totalitarismos, del cura como explicación de los fenómenos más allá de nuestro alcance a una ciencia cuyo funcionamiento no podemos/queremos entender, de la unión católica a los estados nación, del ascetismo porque la verdadera vida llega tras la muerte al culto por lo material, el individualismo, la promoción social personal y la inmediatez del carpe diem.
El verdadero ateísmo sería carecer de cosmovisión, pero eso es imposible en la medida en que somos seres sociales, necesitamos de una cultura que nos proporcione unas ideas firmes que nos permitan subsistir, es decir, que nos ahuyenten/tranquilicen de lo desconocido y nos asignen/guíen en un camino a seguir.
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Señor de los KV