Batalla de las Ardenas Ageofempírea

Tras mi derrota en la primera Guerra Mundial, Henrique el León se reconstruyó tras las pérdidas infringidas por mi armada, mientras que su aliado restablecía pronto sus bajas.

Poco después del final de la ofensiva el oro y el comercio volvieron a circular al mismo tiempo que su aliado se recuperaba plenamente y, en vísperas de mi nueva ofensiva, incluso rebosaba de oro, mientras que yo lentamente reconstruía mi ejército planeando una una devastadora revancha. Había aprendido de mis errores, y levantaría en el lugar del desembarco fortificaciones que liquidaran a los arqueros y monjes enemigos. La artillería, decisiva en la batalla anterior, fue reforzada.

La isla objetivo estaba poblada por dos potentes civilizaciones; mi ofensiva había fallado tras una larguísima y agotadora batalla en el Sur, a la puertas de Henrique, luego de que mis recursos llegaran al límite.

Desembarqué en el Norte, en pleno territorio aliado, que fue totalmente tomado por sorpresa.

Mi ataque fue una nueva Ofensiva de las Árdenas, arrolladora al principio, hundí las débiles líneas enemigas y penetré hasta el Centro Urbano, cuyos edificios cayeron bajo mis catapultas

En algunos puntos penetré más lejos y con unidades de asalto de artillería destruí varios monasterios clave en su poder económico, sembrando el desconcierto a lo largo de todo el frente.

El Norte y Sur movilizaron lentamente sus fuerzas mientras que yo me veía en graves dificultades para reponer las crecientes pérdidas, pese a lo cual causaba enormes bajas en mi adversario.

Pronto el enemigo entró en crisis, llenando sus filas con caballería ligera. Eso indicaba que sus reservas en oro estaban escaseando.

Pero llegaban las tropas de su aliado, al mismo tiempo que tuve que abandonar mi actitud ofensiva ante las irrecuperables pérdidas sufridas y esperar a mis enemigos en el Castillo (recién levantado tras el desembarco), desde donde le causaba graves pérdidas con mis catapultas.

Progresivamente fui retrocediendo hacia el Castillo, agotada mi ofensiva tras el desembarco inicial y con refuerzos de mis enemigos.

Finalmente fui rodeado en el Castillo, tras haber perdido todas las catapultas, y apunto de reembarcar.

Esta Ofensiva, por su magnitud, bien merece el nombre de Segunda Guerra Mundial.