
Iniciado por
Cruzeta
Comprar videojuegos, música o películas en formato digital, ya sea a través de plataformas de descarga o servicios de streaming, significa que realmente no eres el dueño de lo que adquieres. Lo que obtienes no es un producto físico que puedes conservar para siempre, sino una licencia de uso que está sujeta a las condiciones de la plataforma que te lo vende.
1. No es una compra, es un alquiler disfrazado
Cuando compras un juego en Steam, una película en iTunes o una canción en Spotify, en realidad no tienes control total sobre ese contenido. Si la plataforma decide retirar el título, cambiar sus términos de servicio o incluso cerrar, podrías perder el acceso a algo por lo que ya pagaste.
2. Dependencia de servidores y DRM
Muchos juegos digitales requieren conexión constante a internet o validación a través de un launcher específico. Si los servidores dejan de funcionar o la empresa decide dejar de dar soporte, te quedas sin tu juego. Ejemplo claro: cuando cerraron los servidores de algunos juegos online, sus compradores simplemente perdieron el acceso para siempre.
3. Sin posibilidad de reventa o herencia
Con los formatos físicos, puedes revender, prestar o incluso heredar tu colección. Con lo digital, esto es prácticamente imposible. En plataformas como Steam, PlayStation Store o Xbox Store, los juegos quedan atados a tu cuenta y no puedes transferirlos. Si algún día cierran o te banean la cuenta, pierdes todo.
4. Control total por parte de las empresas
Las plataformas pueden modificar o censurar el contenido sin que puedas hacer nada. Ha pasado con películas y series en Disney+ o Netflix, donde han cambiado escenas o incluso eliminado títulos sin previo aviso. En juegos, pueden forzarte a jugar una versión modificada sin posibilidad de conservar la original.
5. Pérdida del valor de colección
Antes, tener una colección física de juegos, discos o películas significaba algo. Ahora, dependes de que una cuenta digital mantenga tu acceso. No puedes exhibir ni conservar tu colección de la misma manera, y lo peor: puede desaparecer en cualquier momento sin que puedas hacer nada al respecto.
¿Realmente eres dueño de lo que compras?
La digitalización ha traído comodidad, pero también ha eliminado el concepto de propiedad. Ya no compras un producto, sino que adquieres un acceso temporal que depende completamente de las decisiones de una empresa. Nos han acostumbrado a aceptar este modelo sin darnos cuenta de lo que perdemos: el derecho a poseer, usar y conservar lo que compramos sin restricciones.