Fútbol "El fútbol español es Pressing Catch"

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¿Exactamente cómo se nada en detritus? ¿De dónde se saca la fuerza para seguir braceando en mierda cada vez más densa, lanzando además a la concurrencia sonrisas desafiantes? Es verdad probada que el Barcelona ha estafado durante dos décadas al fútbol español en su conjunto, a través del pago a lo largo de los años de no menos de 7 millones de euros al vicepresidente de los árbitros, Enríquez Negreira. La propia persistencia de los pagos prueba el delito pues, de no haber obtenido réditos deportivos la inversión, los pagos habrían cesado.
Los que llevamos lustros incidiendo en las sospechas nos sentimos en cierto modo desagraviados por la realidad, pero esta pequeña satisfacción no aplaca lo más mínimo la violencia de la arcada. Creíamos que los principios básicos del villarato, acuñados por Alfredo Relaño, eran incontestables, en el sentido de que la élite federativa, con Villar y Arminio a la cabeza, manipulaban a los árbitros (designaciones, ascensos, descensos e internacionalidades) para pagar los favores institucionales de Laporta, en particular la turbia reelección de Villar en 2004.

Los que llevamos lustros incidiendo en las sospechas nos sentimos en cierto modo desagraviados por la realidad, pero esta pequeña satisfacción no aplaca lo más mínimo la violencia de la arcada

Lo que no imaginábamos —y ya ha reconocido el propio Relaño que se quedó corto— es que cobraban por ello del propio Barça. Todavía me da asco escribirlo y saberlo cierto. Cobraron siete millones por lo menos. Utilizo la tercera persona del plural porque es obvio que Negreira solo era el bagman que movía la pasta hacia arriba (tal vez a veces hacia abajo también), y matizo que “por lo menos” porque uno se abisma ante la siguiente pregunta inevitable: si esto era en A, ¿cuánto sería en B, que es como los ladrones de mayor enjundia ejecutan estas cosas?
Agradezco a Paco Sánchez Palomares que me haya inspirado esa cuestión, así como el título de este texto, porque si no hace nada al respecto, si el fútbol español no hace lo posible e imposible por relegar de categoría al Barcelona, y desposeerlo de todos sus títulos nacionales en lo que va de siglo, se habrá convertido para siempre en un espectáculo de Pressing Catch al que los escasísimos espectadores se acercarán a sabiendas de que es puro cartón piedra, que no constituye más que una caricatura mostrenca en la que nada es real y el ganador se conoce de antemano.

Porque es así. Afrontemos la realidad. Estuvimos dos décadas poniéndonos las bufandas delante de la tele, o acudiendo al estadio cada domingo, empujados por una pasión ingenua. Nuestro equipo (y con esto no me refiero al Madrid sino a todos los demás también) no tenía la menor opción de campeonar. En las escasísimas ocasiones en que lo logró fue a base de batir récords de goles y puntos, hasta el punto en habrá que erigir monumentos a Mou y Zidane por estas hazañas. El pescado estaba vendido de antemano y además podrido. Tenemos todo el derecho del mundo de odiarnos a nosotros mismos por haber sido tan naíf. Algunos al menos verbalizamos la sensación de tufo. Si alguna vez sentís la tentación de compadecer a los culés que creían en la limpieza del sistema, y celebraron esas Ligas y copas corruptas, recordaos que vosotros no pudisteis celebrarlas. Sentid pena por vosotros mismos antes que por ellos.
Ignoro si alguna reacción distinta del culerío ante el afloramiento de tanto estiércol habría podido consolarme. Lo que sí sé es que las reacciones registradas acrecientan sí cabe mi furia, que sé legítima.

si el fútbol español no hace lo posible e imposible por relegar de categoría al Barcelona, y desposeerlo de todos sus títulos nacionales en lo que va de siglo, se habrá convertido para siempre en un espectáculo de Pressing Catch al que los escasísimos espectadores se acercarán a sabiendas de que es puro cartón piedra, que no constituye más que una caricatura mostrenca en la que nada es real y el ganador se conoce de antemano

El socio por excelencia de Roures en Mediapro escribe del negreirazo en términos de justa lucha del ejército desarmado (y desalmado) de Cataluña contra los manejos del Madrid, se supone que muy sucios en su mente de orate descarado. No solo reconoce que el Barça ha comprado árbitros sino que lo defiende y se jacta de ello, en aras de un supuesto mecanismo de compensación de afrentas que solo existen en su mente victimista y podrida. La cosa no tendría mucho de particular si fuera un loco cualquiera, pero resulta ser el loco que construye el relato futbolístico televisivo del país, el que niega según qué tomas conflictivas a la audiencia (¿y al VAR?), el que pone las líneas del fuera de juego donde estiman oportuno sus sedicentes cojones.
Esta gente infecta responde al mayor escándalo de la historia del fútbol español con la desfachatez de la que solo puede hacer gala quien se sabe perfectamente impune. A Xavi le preguntan en rueda de prensa por el affaire y responde altanero que en el vestuario hacen “bromitas” sobre él. Micciona Hernández sobre nuestras coronillas y supongo que habrá que agradecerlo por mor del posible brote de céspet. Lluvia dorada con la que regar el caldo de cultivo de la respuesta más airada. La respuesta del abandono de todo este tinglao, que es lo único que nos va quedando a quienes detestamos la violencia.

Yo dirijo una publicación que leen cada día muchos miles de madridistas, y esta responsabilidad es la única razón por la que no abandono. Si fuera solo una afición, como lo era para mí hace diez o veinte años, dejaría de inmediato de seguir la liga y la copa de España. Estoy muy mayor para el Pressing Catch y prefiero centrar mi atención en cosas que tengo algún marchamo de autenticidad. No tiene ninguna pinta de que el fútbol español vaya a reaccionar ante el mayor escándalo de su historia y yo, en consecuencia, en lo íntimo de mi corazón, doy por clausurado dicho fútbol. Continuaré por amor al producto que hago y consideración hacia los lectores. El ciudadano Jesús Bengoechea ya no tiene el menor interés en el balompié patrio. Viviré con ello.