Noticia A esta familia siempre les 'pita' el himno de España

Los derechos del himno nacional disfrutados por seis españoles

La pitada del himno es una 'falta de educación'



Lo piten o no lo piten, en casa de la familia De Andrés lo que interesa es que el himno nacional suene mucho. Cuanto más, mejor. Porque cada vez que la pieza se reproduce, ya sea como melodía de espera de un teléfono móvil o en una final de la Copa del Rey de fútbol, la SGAE anota en la cuenta de los De Andrés la parte que les corresponde por los derechos de explotación de la Marcha Real, que es el título oficial de la partitura que representa a España.

Es la historia más desconocida del himno que fue abucheado como nunca el pasado 30 de mayo en el Camp Nou: la existencia de seis españoles -José Ramón, María Isabel, Elvira, Ana María, Juan Antonio y José Manuel, todos apellidados De Andrés- que vendieron la titularidad de la obra al Estado español en 1997 por 130 millones de pesetas -780.000 euros- y que aun así conservaron un 5% de los derechos de explotación de la obra, emolumentos que cobrarán hasta que en 2036 se cumplan 80 años de la muerte de Bartolomé Pérez Casas, el compositor y director de orquesta que registró a su nombre la partitura.

En la familia De Andrés son sumamente discretos acerca de su relación con la Marcha Real, hasta el punto que ni en su entorno más cercano conocen su rocambolesca vinculación con la melodía que preside el desfile de las Fuerzas Armadas o acompaña los triunfos de Rafa Nadal. Nunca se han asomado a los medios de comunicación para contar cómo llegó a sus manos una pieza de tal trascendencia y ni siquiera sus nombres han sido publicados antes. En esta ocasión, sólo el pequeño de los De Andrés atiende la llamada de Crónica. Se llama José Manuel, tiene 24 años, ha estudiado Arquitectura y no presenció cómo los aficionados del Barça y del Athletic abroncaban su himno porque en esos momentos estaba en un concierto. «Mi opinión personal es que fue una falta de respeto. Llevar los temas políticos al terreno deportivo es un error por parte de los clubes de fútbol y la respuesta que debería dar la sociedad es sacar la polémica de allí...», dice.

Cuenta también José Manuel que cuando en 1997 el Gobierno de José María Aznar le compró los derechos sobre el himno a su familia él sólo tenía siete años, que son tan anecdóticos sus lazos con la Marcha Real que ni se acuerda de ello cuando suena, que sólo repara cuando llegan a su buzón los sobres con el membrete de la SGAE. «Cartas en las que me abonan cinco o seis céntimos, o un euro, es algo muy simbólico», asegura.

Hagamos las cuentas. La SGAE no revela datos exactos de cuánto genera el himno pero en alguna ocasión ha trascendido la cifra de 165.957 euros entre los años 1997 y 2008, de lo que resultaría unos 15.000 euros al año. De cumplirse la media, desde 1997 y hasta hoy, la Marcha Real habría producido 270.000 euros en derechos de explotación, de los que a los De Andrés les corresponderían el 5%, es decir 13.500 euros -750 euros al año-. Sumados a los 780.000 euros obtenidos por la venta de la pieza, la cuantía total de lo percibido por los De Andrés por el himno ascendería a 793.500 euros. El 95% de los derechos restantes pertenece al Estado que los ingresa puntualmente en sus arcas. Hay que remontarse en la historia hasta el año 1761 para tirar del hilo que acaba con los derechos sobre el himno ligados a estos seis españoles anónimos.

Pérez Casas dejó en herencia el himno a su fiel sirvienta y a su amigo y alumno violonchelista José de Andrés
Ese año Manuel de Espinosa Monteros compuso la denominada Marcha de Granaderos para la unidad de élite que solía acompañar a los reyes. La población comenzó a asociar la sintonía con la monarquía, la rebautizó como Marcha Real y acabó convirtiéndola en el himno oficioso. Más de 250 años después, el maestro Bartolomé Pérez Casas, por encargo de Alfonso XIII, se ocupó de la armonización de la obra. Y en 1931 registró sus arreglos, de modo que, cuando en 1942 Franco designó la marcha como el himno nacional, él comenzó a cobrar derechos. Bartolomé Pérez Casas, que fue el primer director de la Orquesta Nacional, murió en 1956 sin descendencia. Al abrir su testamento resultó que había legado su pieza más valiosa a su fiel sirvienta María Benito Silva y a un alumno y amigo de nombre José de Andrés Gómez. Los dos se repartieron lo que generaba el himno desde 1996. En el caso de María, Bartolomé dejó dispuesto que los derechos se extinguieran con su muerte, no así en el caso de José De Andrés Gómez, que pudo pasarlos a sus descendientes. Y es aquí donde aparecieron nuestros protagonistas.

En 1997, en plenas negociaciones con el Estado, José De Andrés Gómez, quien fuera violonchelista y secretario técnico de la Orquesta Nacional, fallecía, con lo que sus tres hijos se convertían en los beneficiarios del acuerdo.

EL 33% DEL 5%

Se trata de José Ramón de Andrés, ingeniero -ninguno de los hijos ha seguido los pasos musicales del padre- ya jubilado y cuyo último destino laboral fue la dirección de las obras y urbanización de la Diputación de Cádiz.A José Ramón le corresponde un 33% de ese 5% de derechos de explotación que su familia conserva sobre el himno. El mismo porcentaje que a su hermana María Isabel de Andrés, de 69 años, también ingeniera, experta en termotecnia, y profesora de UNED, ya retirada. El tercio restante debía de haber sido para Juan Antonio de Andrés, otro ingeniero, el tercer hermano, pero éste falleció un año después de que la venta del himno se oficializara con su publicación en el BOE el 3 de octubre de 1997.

Fueron así sus cuatro hijos quienes heredaron su parte: Elvira (45 años), Ana María (44), Juan Antonio (41) y José Manuel (24). Aún falta por presentar a un personaje colateral en esta historia, el músico y militar Francisco Grau Vegara, director durante casi dos décadas de la Banda Real, quien en 1997 instrumentalizó la versión de la Marcha Real de Pérez Casas por petición del Gobierno de Aznar. El maestro Grau, que actualmente prepara un libro sobre el himno donde defenderá que es «el más demócrata del mundo», cedió gratuitamente sus derechos sobre la obra: «El himno es de todos los españoles y yo no juzgaba ético cobrar nada, ya bastante halago tiene uno con que le concedan el honor de hacer ese trabajo», dice a Crónica.

¿Y la pitada? «Como millones de españoles creo que es un problema de educación. El respeto a los símbolos nacionales es un problema de educación y si nos falta la educación nos falta lo esencial como personas. Yo no lo puedo entender lo del sábado pasado en la final de la Copa del Rey, es algo insólito en un país democrático», opina el coronel Grau.


FUENTE : EL MUNDO

El de Peman era el mejor