(...)Mucho se ha escrito sobre la sexualidad de Alejandro Magno, y sobre sus relaciones con hombres. Unas relaciones que por otra parte, entraban dentro de la normalidad dentro de la Grecia Clásica.
Uno de sus primeros amantes pudo ser
Hefestión, comandante de caballería y amigo de la niñez. Dicen que Alejandro y Hefestión hicieron sacrificios en Troya ante los altares de los héroes de la Iliada. Parece ser que Alejandro Magno habría honrado a Aquiles, mientras que su posible amante, Hefestión, hizo lo propio con Patroclo, mostrando así que Alejandro amaba a Hefestión, al igual que Aquiles amaba a Patroclo.
En escritos posteriores, concretamente en una carta escrita en el siglo I o II después de Cristo por Diógenes de Sinope,
se le acusa de estar dominado por los muslos de Hesfestión. De hecho, diversas crónicas cuentan que tras la muerte de Hefestión a la vuelta de un viaje, no se sabe si envenenado o por una enfermerdad, Alejandro Magno le estuvo llorando durante seis meses.
Al margen de su posible relación con Hefestión, parece ser que incluso su madre, Olimpia, tenía miedo de que Alejandro no tuviese descendencia. También se dice que su madre, junto al rey Filipo, le presentó al futuro conquistador de Asia una cortesana de muy buen ver para ver si se despertaban en él los apetitos sexuales que todo joven debía de tener.
Curcio, en unos escritos, afirma también que
Alejandro El Grande tuvo como amante a un eunuco de gran belleza llamado Bagoas, que también había tenido relaciones anteriormente con el rey persa Darío. Según Eumenes, Alejandro instaló a Bagoas en Babilonia, y obligó a sus generales a rendirle pleitesía y entregarle ricos presentes. Y según Plutarco, Alejandro estaba participando en unos festejos a la vuelta de la India, y sus tropas le aclamaban mientras gritaban que besara a Bagoas.
Unos niegan que Alejandro se acostara con hombres. Especialmente, entre los griegos más nacionalistas. Otros, defienden que Alejandro tuvo amantes masculinos, además de femeninos. Pero lo único que podemos tener claro, es que no es posible trasladar el concepto que tenemos de homosexualidad en la actualidad a la realidad de la Grecia Clásica, ya que por el contexto cultural del momento, acostarse con otros hombres era de lo más normal. A partir de ahí, cada uno puede pensar lo que quiera.