
Iniciado por
Lorenzo Lamas
Pues aprovecho y me desahogo.
Ahora mismo soy arreglador de empresas, y estoy hasta la poia.
Todo cambió en mi vida cuando estando en Australia tan pancho, adaptando estándares de calidad australianos e inferiores como los pre polinesios a los españoles (España en hospitalidad y turismo es el 1 mundial), un magnate australiano de raíces españolas me captó para llevarme de allí, Melbourne, a aquí de nuevo (Madrid, lo que pedía mi mujer)… y lo que iba a ser llevar sus edificios de lujo para amistades suyas de Panamá; Israel, Jordania y Líbano; Australia o Noruega… terminó siendo que además de eso tenía otros bienes inmuebles en el centro-> hubo que arrendarlos a Starbucks o algún grupo gordo o a José Cuervo para vender tequila veneno.
- Que traía lujo de Oz, joyas de Tailandia o Venezuela… pues tienda en Serrano para darle salida y que todo fuera sin sobresaltos.
- ¿Que había que construir una urbanización de lujo en Sotogrande? Pues allí iba a supervisar el trabajo del que supuestamente supervisaba como es el arquitecto técnico…
En todo éramos exitosos y líderes. Un argentino CEO de Dell me quiso robar para EEUU.
Y lo dejé por mi hijo; y no caí en que mi exjefe, tomándoselo a traición -pues creía que no me había esclavizado sino que me dio la oportunidad de mi vida- me cerró todas las puertas que se me abrieron.
Era llamarme alguien, decirme que empezaba en cuanto firmara y nunca más sabía nada de ellos. En este mundo tan pequeño se conoce toda esta gentuza.
Y cuando ya estaba viendo que me tocaba ser humilde, aceptar mi derrota y volver a Suecia porque aquí había sido desterrado… unos sudamericanos, buenos amigos míos, me rescatan para que arregle su empresa; que va como un tiro pero por el volumen que manejan, no por la calidad de su trabajo, que es calidad sudamericana.
Y ahí estoy ahora, de CEO de una empresa española de capital humano sudamericano intentando que usen su escasa inteligencia para crecer hasta ser los 1 en España.
Odio mi trabajo pero mi hijo es lo primero y el tren de vida es alto.
Söga y olivo no por mi hijo