¿Debemos jiñar e invertir en wcs internaciones?

Para casa obviamente

Que sólo se pueda tirar de la cadena una vez al día.

Pues din en la pole.

A otra cosa

Ojala se pudiese sacar algo de dinero con las mierdas putrefactas salientes del ano

¡Ah, el cagar!
Que satisfactoria sensación. Cada vez que mis nalgas tocan la suave taza mi estómago responde, plegándose sobre sí mismo, con el fin de realizar el acto defecal cuanto antes; las asas intestinales se mueven cual gusano en mi interior, y mi esfínter se abre no para dejar pasar, sino para que salga algo que hace horas era un bocata, una ensalada o un cócktel de gambas.
Más si de legumbres me he alimentado, además de dar festín a las bacterias que conmigo, y en mí, habitan, compañeras de duras batallas azucaradas, nitrogenadas y grasas, me sentiré en el deber de ir con urgencia y liberar una carga que bien sabía en mi boca, mejor cuando la libero en una masa totalmente transformada con restos de fibra, medio maíz o cáscaras de pipas que por el camino no ha dado tiempo a digerirse.
¡Ah, el cagar! El sinónimo exacto de destrucción, de cómo unos seres vivos como un ternero o una acelga han de pasar desde que nacen hasta que fallecen por un desarrollo que implica sacrificio y búsqueda de nutrientes, para acabar en mi paladar, luego esófago, y por último váter convertidos en una masa maloliente que nadie reconocería su procedencia.
Sinónimo de destrucción y alivio, que cuando se tienen ganas, que mejor orgullo y felicidad que soltar toda una Señora Materia Fecal para sustituir al mejor de los cigarrillos, al mejor de los deportes de riesgo, o al mejor de los polvos. Sencillo, gratis, y eleva el carisma y alma humana más allá de donde uno puede imaginar.

¡Ah, el cagar!

Teniendo en cuenta que cagar (sobre todo con ganas) es de las mejores sensaciones que uno puede tener en vida, todo lo que se haga por el mundo del cague tendrá mi visto bueno.