el retorno a los tiempos de la pronta caducidad

La vida no es corta. Es larga de cojones. Pero la llenamos de mierda. Nos la hacen llenar. A los catorce años de edad, los niños y las niñas están ya salidísimos. Pero se la pasan en el colegio con todo ese coñazo educativo. No tener hijos no es señal de egoísmo. Es señal de simple imposibilidad dado lo cruel del sistema económico. Pero esa crueldad, que en el fondo es extensión de la crueldad animal, se perfecciona por la teología. Teología para mí no es el tratado de las cosas de Dios. Sino el tratado de las cosas de las polis. Porque las polis, incluso modernas, siguen siendo entidades religiosas. Las ciudades son espacios de culto. De culto a esa mierda llamada religiere o relectura de la realidad. En la relectura caben muchas formas. Pero todas son deudoras de ese misticismo colectivizado que nos meten en la cabeza de niños. Y que tanto nos cuesta quitarnos de encima. De facto, no lo logramos. Tener clara la finitud desde un principio. Tenerla clara y también tener clara una egología o tratado de las cosas del yo, del uno mismo. De lo que nos importa e interesa y de lo que no. De lo que nos gustaría tomar y de lo que nos gustaría desprendernos. El sexo no es tan díficil como en el reino animal. Los chavales no tienen que pegarse de hostias. Siempre hay alguna para alguno. Pero la iglesia sacraliza la violencia porque quiere cristianos que generen cristianos. Y hace un daño inmenso inoculando sentidos de la transcendencia.

En Romeo y Julieta, a una Julieta bastante por debajo de los veinte años se le decía que debía buscar pareja o se quedaría para vestir santos. Tan por debajo estaba que rondaba la Capuleto los 14 años. Hoy en dia sería inconcebible. Pero esas son edades buenas para los desahogos. La tecnología permitió la moda de la mujer cuarentona en forma con fitness. Véase Jane Fonda en los años 80. Pero hoy volvemos para atrás: la introducción en el país de étnicos procedentes de territorios de culturas ancestrales junto con el desarrollo de una tecnología hipercompleja en la que la persona queda desactualizada con facilidad. Ambas cosas prometen el retorno a las eras de la caducidad temprana o de su consideración como tal.

Los sudamericanos y mediterráneos son sexuales, vigorosos y con alta fertilidad. Pero también envejecen pronto. Es la humanidad que no necesita hacer deporte. Frente a la humanidad primitiva que no está hecha para follar sino para joder. Dietas de elevado contenido en grasas y azúcares defenestran el desarrollo físico de mediterráneos y sudamericanos típicos. Lo que provoca problemas de psicología diferencial. Entre el modelo mental del físico deformado y el modelo mental que en realidad le correspondía por su genotipo. Sudamericanos y mediterráneos hipervigorizados por dietas grasientas. En modelos económicos de sexo como tabú pero estimulados, sobreestimulados, desde pequeños por los medios publicitarios. Una humanidad con el pié en el acelerador del deseo y con otro en el freno de la contención.

Opino lo mismo