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Sr. Barbosa
Por supuesto. Hijas e hijos, y sin necesidad de esperar a la mayoría de edad. La sociedad actual ha castrado los sentimientos más nobles de los padres hacia sus hijos. Conozco adultos que recelan de abrazar a sus hijos porque les parece pedo, o de bañarse con ellos por inadecuado. Supongo que preferirán que se ahoguen en la bañera o se desnuquen en la ducha antes de que pudieran entreverle una erección. Y luego, estos mismos que tan escrupulosos son con estos actos, aprueban públicamente cualquier aberración homopopular o lesbopatriota
El amor es amor, y el sexo interfamiliar nos ha acompañado desde el principio de los tiempos, formando lo que luego serían adultos ejemplares y conocedores del amor que les profesan sus padres y, por lo tanto, seguros de si mismos. Porque el amor platónico está muy bien, o el fraternal, pero ninguno tan intenso como el amor físico. Con esa prueba de amor podrán caminar orgullosos y confiados, sabedores de que sus padres les aman y con una experiencia de ternura y sexualidad que muchos foreros medios que ya rozan la treintena les hubiera gustado experimentar.
Estábamos viendo una película mi sobrino (ya pasa de los 20) su padre y yo. Una escena fuerte en la que se entrevé como un padre sodomiza pasionalmente a su hijo preadolescente. Planos cortos, sudor, babas... La situación es un poco incómoda. Silencio. Al rato mi sobrino mira a su padre cariacontecido y le pregunta:
-Papa, ¿porque nunca me quisiste?
Y esa es la puta realidad. Si el sexo no es malo, si el pecado ya no existe ¿Por que está tan mal visto que un padre (o una madre) regale a sus hijos todo el amor que pueda. Yo os lo digo, porque no interesa tener adultos formados y seguros de si mismos, es mejor tener adultos depresivos y acomplejados, pagafantas deseosos de un poco de cariño que sus padres nunca le regalaron, hombres temerosos de su ano como si fuera más valioso que el meteorito de La Meca.
Ya no hay mecenas, ya no hay aprendices, ya no hay mentores pero rebosamos de aberraciones y perversiones por doquier y todo parte del mismo punto, la terrible falta de amor y cariño que sufre la infancia occidental y que les hará sentirse adultos desamparados.