Protocolo IV
Las diversas fases de una república. Acción oculta de las logias. La libertad y la fe. La concurrencia internacional del comercio y la industria. La especulación. El culto del oro.
Toda república experimenta distintos periodos. Se inicia como un invidente que arrolla y quiebra lo que le sale al paso. Seguidamente, le abre paso al demagogo que hace germinar la anarquía y la cultiva con la finalidad de cosechar el despotismo; no se trata de un despotismo oficial si no encubierto, pero que se deja sentir. Generalmente, el atropello esta dirigido por alguna sociedad secreta que, oculta detrás de sus agentes, se muestra audaz y sin escrúpulos. Este poder ira colocando sus agentes donde mejor le convenga. Dichos cambios corresponderán a la apetencia de desembarazarse de viejos servidores cuyos servicios resultan ya costosos.
¿Quién podría destronar un poder escondido?, nuestra fuerza es invisible. La logia masónica sirve para encubrir nuestros designios. El uso que hagamos de este poder, al igual que el emplazamiento de nuestros cuarteles generales, siempre será ignorado del público.
De basarse en la religión, en la fe en Dios y en la fraternidad humana, la libertad podría ser inofensiva; si la libertad descartara las ideas de igualdad, que contradicen las leyes de la creación (que a su vez establece la subordinación), podría existir en el gobierno sin ser perjudicial a la prosperidad del pueblo. Con tal fe, el pueblo se dejaría gobernar por las parroquias y marcharía humilde y tranquilo bajo la dirección de sus pastores espirituales, sometido en la tierra a la divina providencia. Por eso es preciso arrancar del espíritu de los cristianos la concepción misma de Dios, sustituyéndola por cálculos aritméticos y por las necesidades materiales de la vida.
Para no despertar las sospechas de los cristianos con respecto a nuestra política, es preciso entretenerlos y llamar su atención del lado del comercio y de la industria. De esa forma, las naciones lucharan por sus intereses particulares, sin notar el asecho del enemigo común. Más, para que la libertad pueda desagregar y arruinar la vida social de los gentiles, es preciso establecer la especulación. De esta forma, se conseguirá evitar que los gentiles retengan las riquezas procedentes de la producción del suelo y de la industria: por vía de la especulación, toda la economía caerá a nuestras manos.
La lucha por la supremacía y los choques en el mundo de los negocios crearán una sociedad desencantada, egoísta y sin corazón. Esta sociedad sentirá indiferencia por la religión y una profunda repugnancia por la alta política. Su guía será el calcula y su culto la pasión del oro. Los hombres harán todos los esfuerzas imaginables por conseguir el dinero que puede proporcionarles los bienes materiales. Entonces, la clase inferior de los cristianos se nos unirá en contra de nuestros rivales más inteligentes; no lo harán por ideales, ni siquiera por deseas de riqueza, lo harán por odio a las clases acomodadas.