Iniciado por
JuanSánchezVilla-Lobos
Corría el año 2005, la economía iba viento en popa en manos del flamante nuevo presidente de la democracia, ZP. E'too vacilaba al madrid tras ganar el título de liga, el trabajo y el dinero abundaban, bueno, más para unos que para otros... Y yo, yo trabajaba como cajero para un supermercado del barrio. Era un trabajo de mierda pero no tenía un duro, aún así no trabajaba mucho. El jefe siempre decía que ralentizaba las colas hablar con las clientas pero no podía evitarlo, nací con esto del juego dentro de mi.
Una tarde, colocando los carros en el aparcamiento de atrás, tuve una epifanía: Tenía demasiado talento como para morirme trabajando en ese antro. Vi las luces de neón, los fajos de billetes, vi los coños... Y me gustó.
Como digo, nunca tuve problemas con las mujeres pero esta vez, mi visión era diferente, tenía los ojos puestos en otro premio. Ahora veía los edificios y a la gente por encima de sus cabezas.
Cuando desperté de la ensoñación, volví a la realidad de las viejas, el cambio, las devoluciones... Estaba a punto de pirarme sin nada hasta que la vi, era el ideal de mujer. Si mezclarais las mejores partes de vuestras actrices porno, sumando, ni se acercarían a esta lumi. No tuve opción, y fui a echarle una mano en sus compras del día. Al ir a salir por la puerta, el jefe me llamó la atención. No sé si le di en la cara con la chapita del nombre, ni me giré a mirar mientras salía de la cintura de esa reina.
Así que empezamos a salir, yo tenía un objetivo y no pensaba acelerarme por nada en el mundo, la cortejaba, le compraba regalos y ella empezó a ver algo en mi. Parecía que tenía que contármelo todo en un suspiro y yo parecía ser su orientador, escuchándola, y digo escuchándola, lo mejor que podía. Incluso dejé el sexo a un lado porque hubiera perjudicado a toda esta historia. No espero que lo entendáis, simplemente veía más en ella que el típico blandengue, enamorado del coño.
Llegado a un punto, ella se enamoró de mi, y una noche, entre el humo, el cristal y los licores se lo confesé.
"Escúchame, maravillosa, sabes que me vuelves loco... Tus piernas, tus labios, tus tetas... Tú... Si pudiéramos embotellarte y venderte al público nos haríamos millonarios, cariño..".
No sé ni lo que le dije pero algo de esa onda. La chica estaba enamorada pero no era tonta. Se extrañó por un momento pero la hice partícipe de mi visión, nuestra visión: Saldríamos por la puerta grande a golpe de coño. Ella ya lo hacía antes de conocerme, ahora sólo tenía que poner la mano al final. Clink, clink, clink, premio.
Y así fue durante un tiempo, ella ganaba el dinero y nosotros nos lo fundíamos: Ropa, viajes, restaurantes incluso coches... La vida dulce...
Aunque duró poco, tristemente. Terminó apuñalada por un mierda que tenía envidia del éxito ajeno y yo me mudé de ciudad.