Los paisajes comestibles de Carl Warner.
Sede en Londres, el fotógrafo
Carl Warner utiliza pedazos de alimentos para crear escenas increíblemente realistas y complejas. Un montón de pan hacen montañas escarpadas, pepinos asumen la forma de troncos de árboles y hojas de col son remodelada para parecerse follaje. Warner y su equipo recopila meticulosamente los elementos culinarios por parte, sobre una mesa toma forma la creación de las interpretaciones de las estructuras arquitectónicas de renombre, como el Taj Mahal y la Gran Muralla de China, figuras humanas que van desde los conductores góndola a los vaqueros, y las vistas panorámicas que van desde la London Skyline a vastos desiertos.
La comida es un material orgánico que tiene increíbles similitudes con grandes elementos de la naturaleza", explica el fotógrafo. "También es algo con lo que la gente tiene una afinidad natural. Yo soy un gran amante de la comida, me encanta comer bien y salir a cenar. Es algo de lo que todos podemos permitirnos ser apasionados".
Aunque utiliza el photoshop para los retoques finales, el fotógrafo monta los paisajes en maquetas con alimentos de verdad. "Los retrato por partes: primer plano, plano medio y fondo. Luego los junto en la postproducción. Podría tomar las fotos de una sola vez, pero los alimentos del primer plano estarían deteriorados para cuando hubiera acabado de montar el fondo".
Trabajar con vegetales, quesos, embutidos o pescados tiene, según Warner, sus ventajas y sus inconvenientes. "Tienes un gran abanico de tamaños, texturas y colores. Pero la comida se echa a perder tan rápido que tenemos que trabajar a toda velocidad, especialmente al crear un gran paisaje bajo los focos del estudio. Cosas como las hierbas frescas son una pesadilla, porque se secan en cuestión de minutos".
¿Y qué pasa con la comida una vez hecha la foto? "La mayoría la reparto entre la gente del equipo. Y si es mucha la damos a un centro local para personas sin techo".