Peligros del libertinaje en los jóvenes

Mientras esperamos que vengan tiempos mejores, no les queda a los jóvenes de hoy más remedio que formarse bajo los principios de una estricta moral y de una instrucción correcta, que les enseñe a mantenerse continentes en su celibato, convencidos de que esta continencia no puede serles en ningún caso perjudicial y que, por el contrario, será la mejor garantía para poder formar, cuando contraigan matrimonio, una familia sana, libre de las muchas tachas hereditarias que amenazan a los hijos de aquellos padres que han pasado su juventud entregados al libertinaje, que les habrá expuesto a contraer enfermedades transmisibles a su herencia o les hará agriado y envejecido el carácter.

El hombre tronera, que se casa después de pasada la juventud, no suele ser ni buen marido ni buen padre, si es que llega a la paternidad, y se priva del gozo de verse asistido en su ancianidad por nietos, que con sus risas y alegrías le recuerden y le hagan revivir los tiempos felices de su juventud.

Este problema de la satisfacción del apetito sexual en los jóvenes se presenta con menos frecuencia y menos intensidad en la mujer. Ésta tiene, por naturaleza, menos desarrollado, en general, el apetito genésico.

En la reunión de los dos sexos, el hombre representa el elemento activo, y aun podríamos decir agresivo; la mujer es el elemento pasivo. El hombre da, la mujer, más que amar, desea ser amada, y por este motivo su impulso genésico está menos desarrollado que en el hombre. Por esta razón se presenta con menos frecuencia el problema de la continencia femenina, que, por otra parte, se resuelve fácilmente buscando un derivativo en una ocupación que distraiga a la joven de su manía; los casos en que ésta persista de una manera contumaz suelen ser demostrativos de un estado mental patológico y son tributarios de un tratamiento psicoterápico, que sólo puede aplicar el médico competente.

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