¿que pasa tornko? o sea

  1. #1
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    ¿que pasa tornko? o sea

    no soi ningún neardental


  2. #2
    Leyenda Avatar de Kal Carson
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  3. #3
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  4. #4
    ForoParalelo: Miembro Avatar de Caico
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    Treinta y nueve años, morena, ojos grandes y oscuros. Cuerpazo de gimnasio, que fue precisamente donde la conocí.

    Yo había mirado su culazo muchas veces mientras ella hacía algún ejercicio y alguna cazada por su parte había habido. Y había sonreído, claro. Porque cuando una tía de estas se pone las mallas más ajustadas que hay, de color blanco, y se pone a hacer sentadillas en el centro de la sala de musculación, está claro que algo de exhibicionismo hay.

    Yo la había mirado, como he dicho, pero tampoco mucho. Francamente, este tipo de tías tremendísimas de cuerpo, que les gusta que les miren y que se nota que viven por y para su físico, no son lo mío. Además, yo venía de una serie de relaciones de días, que fracasaban en cuanto las conocía un poco mejor, y estaba en una de esas temporadas en las que prefieres estar solo.

    Y ahí estabo yo, a las siete de la mañana, haciendo sentadillas búlgaras para mis cuádriceps, cuando se me acercó y me dijo algo. No lo entendí, porque además de estar a mi bola siempre llevo puestos cascos con música, así que me los quité y le dije un tímido "¿Perdona?"

    - Que digo que qué gusto da ver a un tío haciendo piernas -me repitió ella.
    - ¡Ah! Bueno, sí, hoy tocaban -le dijé yo medio sorprendido medio intentando asimilar por qué lo decía.
    - Es que todos estos -dijo señalando con la mano al resto de tíos que había a esas horas- no hacen nunca piernas. Pecho y brazo, pecho y brazo, y así son, unos patacanarios -terminó, poniéndome en un aprieto, porque alguno de ellos lo escucharon y nos echaron una mirada furtiva.

    Se presentó y me presenté, me dijo que me veía muchos días, que hacía muy buena rutina y que me había copiado alguna. Y yo le daba conversación, aunque la verdad es que me molesta bastante que me interrumpan cuando estoy a lo mío. Hablamos de ejercicios, de series, de lo importante de la constancia, de proteínas...

    Nos despedimos con un "Hasta mañana", porque nos veíamos casi todos los días e iba a ser inevitable vernos. Yo entré al vestuario, me duché y cambié y salí para irme al trabajo. Y allí estaba ella, en la puerta, por supuesto sin cambiar, nada más que con un forro polar cubriendo el top, con el culazo marcando. No pude evitar sonreir al ver pasar a un tío que casi se come una farola por quedarse mirando.

    - Perdona... Mira, es que... Quería preguntarte... ¿Te apetece tomar algo algún día? -me preguntó.
    - ¡Claro! Ahora me tengo que ir a trabajar, pero si quieres dame tu teléfono y hablamos luego -contesté.

    Y hablamos por WhastApp, con el típico tonteo, aunque yo notaba que siempre, siempre, terminábamos hablando de ejercicios, tablas, calorías, estiramientos, series... "Bueno", pensé, "la tía está tremenda... Así que tíratela y puerta".

    Coincidimos al día siguiente en el gimnasio y ya acordamos cenar esa misma noche. Reservé en un vegano que conozco y la recogí en su casa. La conversación seguía centrada en el mundo del gimnasio, y yo miraba sus pechos (operados, eso sí), su culo y su carita para evitar bostezar.
    Nos sentamos en el restaurante y pedí mi plato favorito. Ella dudaba, así que le recomendé un par de platos y acabó pidiendo uno. Y, por fin, nos trajeron lo que habíamos pedido.

    Empecé a comer mientras seguíamos hablando, esta vez de atletismo y en esas que me fijé que ella se quedaba mirando el plato (unas albóndigas de lentejas). Ni lo había probado. Pero ni siquiera rozarlo con el tenedor.

    - ¿Le pasa algo, no te gusta?¿Tiene algo mal? -pregunté yo pensando que había visto un pelo o algo así, y ya preparado para llamar a la camarera y que se lo llevara. Ella me miró y se puso muy seria.
    - Te tengo que contar algo -me dijo. Por experiencia de Tinder, Meetic, Adopta un tío, EDarling, POF y demás, yo sabía que cuando una tía dice esto, significa que sale algún trauma, locura del coño o característica que impide que tenga pareja. Así que me acomodé en la silla, cogí mi copa de vino, le pegué un trago largo y casi suspiré más que hablar: Anda, cuéntame.

    - Verás... Habrás notado que tengo buen cuerpo -empezó a contar a la carrera, casi sin respirar -Evidentemente esto no es casual. No se debe solo al ejercicio. Es que yo... Bueno, es que yo no como, solo asimilo energías.

    Lo soltó así, todo seguido, con cara de "Te voy a contar el mayor secreto del universo".

    - Esto... Perdona... ¿Cómo? -acerté a preguntar intentando aguantar la risa y las ganas de salir corriendo.
    - Sí, verás -siguió explicando. - Es que yo creo que el cuerpo obtiene ENERGÍA de los alimentos - siguió diciendo, poniendo mucho énfasis en la palabra energía. -Y la energía es eso, energía, que se transmite de muchas formas. Y entonces lo que hago es concentrarme mucho, mucho, mirando el alimento, y asó consigo que su energía pase a mí, sin tener que comerlo.

    Bueno, pues ya estaba. Ahí, delante mío, en forma de revelación cósmica, acababa de aparecer lo locura de coño de la gimnasta y la obvia razón de por qué teniendo su edad y estando como un tren, estaba sin pareja. Aguanté una serie de explicaciones a cual más absurda y tonta, poniendo un falsísimo interés. Yo pensaba en su culo en mallas y me decía "Aguanta, que las locas suelen follar bastante bien".

    En fin, que pasaron un par de horas en las que ella hablaba y hablaba y yo me limitaba a decir "Entiendo", "Claro", "Ajam". Y al final, después de volver a hablar de calorías y proteínas, me la quedé mirando y le dije:

    - Hablando de quemar calorías... ¿Qué te parece que vayamos a mi casa y quemamos unas cuantas tú y yo? A no ser que para follar tampoco te haga falta tocar...

    Se rió y dijo que era directo, que eso le gustaba, los hombres claros. Y a mi casa que nos fuimos, ya empezando a enrollarnos desde la salida del restaurante. Llegamos a mi casa y entré en el garaje. Salimos del coche ya muy calientes, yo con ese culazo en las manos, besándonos y gimiendo. Tomé su mano y dije "Vamos a la cama, arriba". Yo vivo en un chalet y tengo mi dormitorio ocupando la planta de arriba, así que tomé su mano y empecé a subir las escaleras. Medio en broma, sin soltar su mano, empecé a subir escalones de dos en dos, corriendo, mientras decía divertido "Venga, dale caña, que esto es buenísimo para hacer glúteos".

    Ella me seguía riendo, intentando incluso adelantarme, hasta que llegamos al descansillo y abrí la puerta de mi habitación. Me volví para decirle que entrara y entonces la vi. Tenía los ojos en blanco, la cara muy pálida y se movía haciendo como círculos con el cuerpo. Apenas tuve tiempo de cogerla cuando se cayó hacia atrás, lo justo para evitar que se precipitara escaleras abajo.

    Conseguí reanimarla, tras el susto inicial. Estaba desorientada, mareada, con la mirada perdida. Apenas se recuperó un poco la monté en el coche y me fui a urgencias. Entramos al hospital y les conté lo que pasaba. Ella seguía muy mareada y casi sin saber dónde estaba. La metieron dentro y yo me quedé en la sala de espera, sin saber muy bien qué hacer. Finalmente, pensé que por muy loca que estuviera, era muy cabrón largarme, así que me quedé.

    Pasada una hora que se me hizo muy larga, salieron preguntando por los "Acompañantes de..." y me levanté. Me pasaron a un "box" y allí estaba ella, en una camilla, con suero puesto y algo de color en la cara, pero tampoco en su mejor momento. Un médico se acercó a mí y empezó a explicarme.

    - Mira, hemos hecho análisis, y tiene todo desequilibrado. Hierro, tensión por los uelos, los nosequés y los nosecuántos en mínimos... Oye, ¿tiene algún trastorno alimentario?

    No puede evitar descojonarme. A pesar de la situación y del marrón en el que estaba metido. "¿Que si tiene algún trastorno alimentario?", repetí en voz alta. Y entonces, tuve una especie de "pete", como de llegar a cierto límite y solté:

    - Mire, yo estoy aquí por follármela. Es una tía del gimnasio y solo sé que tiene un culo de la ostia... Y que se alimenta solo de energía.

    La cara del doctor era un poema. Se notaba que estaba evaluando quién era yo, qué coño le estaba contando y qué pasaba allí. Así que le conté todo desde el principio mientras alternaba miradas a la chica, cuyos pechos siliconados se marcaban en la sábana, y a mí, que tenía mi mejor cara de "por Dios, por qué me pasan estas cosas a mí".

    Le pusieron suero, le dieron alguna cosa y se recuperó. En cuanto me dijeron que ya estaba mejor y que en un rato iba a pasar el psiquiatra a evaluar la situación, me largué.

    Dos semanas después apareció por el gimnasio. Tenía mucha mejor cara y había cogido algo de peso. Hizo como que no me veía y siguió con sus ejercicios. Yo hice lo mismo. Cuando salí del gimnasio y me fui al trabajo, miré el móvil. Tenía un mensaje de ella. Era corto y simple, sin saludo, sin emoticonos, sin nada: "Tú y yo tenemos un polvo pendiente"

    Y sí, volvimos a quedar y follamos como locos. Y resultó que estaba aún peor de lo que parecía. Pero... Cómo follaba. Y es que, queridos amigos, lo que yo quería deciros es que LAS LOCAS FOLLAN MEJOR.

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