Una mujer policía mató al “violador de los edificios”
En la escena. Investigadores en la puerta del edificio ubicado en el 777 de la calle 5, frente a la San Ponciano. (Foto: H.F.)
22/06/13 - 07:01hs
Alberto Fabián Salas fue dos veces condenado por ataques sexuales en nuestra ciudad. Pero lo beneficiaron con la condicional en abril de este año. Ayer atacó a una sargento de Comunicaciones cuando salía de su departamento, en 5 entre 47 y 48. Le pegó. Y ella se defendió
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Viernes 23 de noviembre de 2001. “Tengo la intención de curarme y de saber quién soy... no quisiera estar dentro de algunos años sentado aquí con nuevas víctimas detrás mío”, dice Alberto Fabián Salas desde el banquillo de los acusados. El fiscal Marcelo Romero acaba de pedir que lo condenen a 18 años de prisión por dos violaciones y tres robos en edificios platenses.
Viernes 21 de junio de 2013. Con algunas canas más, pero la mirada profunda intacta, el mismo fiscal observa el cuerpo ensangrentando del hombre que yace muerto en el hall de un edificio de 5 entre 47 y 48. “Es él, doctor”, le dice un policía rubio. Con la cédula de identificación en la mano, a Romero le cuesta creer que ese cadáver sea el de Alberto Fabián Salas, el tristemente célebre “violador de los edificios” que sembró el terror en 1999, condenado en 2001 a 17 años de prisión, con la pena reducida por “psicópata” y sentenciado de nuevo a 25 años en 2007, por dos ataques más.
¿Qué hacía libre? Estaba con libertad condicional desde abril pasado.
¿Cómo terminó muerto? Atacó a una mujer policía y ésta se defendió con su arma reglamentaria. Aunque golpeada y en shock, afortunadamente la chica está bien.
Esta terrible historia, que bien pudo evitarse, ocurrió pocos minutos después de las 2 de la tarde de ayer en un edificio ubicado en el 777 de la calle 5 entre 47 y 48, cuando S.M.A, una sargento de la Policía Bonaerense que presta servicios en la Dirección Operativa de Comunicaciones salía de su departamento ubicado en el segundo piso. En la calle, y en su auto, la esperaba el novio. Abrió la puerta. Se topó con un sujeto robusto que, agazapado en el angosto pasillo, la introdujo de nuevo en su casa de un certero puñetazo en el rostro. Apelando a la misma mecánica que usó en los ataques de 1999, le introdujo un trapo en la boca y comenzó a forcejear con la joven de 27 años, sin imaginar que se trataba de una policía dispuesta a oponer resistencia. Pese a ser de contextura delgada y tener un corte en la boca, ella logró tomar su pistola Bersa Mini Thunder con la que hizo cuatro disparos.
No se sabe cuántos impactaron en el cuerpo de Salas, que enseguida corrió hacia la calle pero no pudo llegar. Cayó muerto entre la puerta de calle y las escaleras del hall de entrada. S.M.A llamó al novio que la esperaba abajo y le pidió que llamara al 911, sin poder darle demasiadas explicaciones.
En minutos llegaron los patrulleros de la comisaría Primera, cuyo personal advirtió la gravedad del asunto y se lo notificó de inmediato a Romero, actualmente en turno. El fiscal se dirigió de inmediato a la escena, igual que los hombres de la DDI La Plata encabezados por su segundo jefe, Pedro Beltrame y los peritos de Policía Científica.
El cadáver de Salas yacía boca abajo, con mucha sangre en la cabeza y el tórax. Vestía un pantalón de jogging color negro, una campera y zapatillas del mismo color y un buzo gris atado a su cintura. No portaba armas. En un bolsillo le encontraron la cédula identificatoria, con la que los investigadores despejaron dudas.
“Es que está mucho más viejo”, rumió un investigador, cayendo en la cuenta de que “claro, pasaron 14 años” desde aquella seguidilla de violaciones por la que llegaron a estar presos dos inocentes, uno de ellos en el penal de Olmos (ver aparte). Salas tenía ahora 47 años. Y muchísimas canas.
La policía interrumpió el tránsito en 5 y 47 para facilitar el trabajo del equipo de Policía Científica y de la morguera en la que a las 16.45 los forenses cargaron el cadáver cubierto por una bolsa negra.
La sargento fue asistida por médicos de la Asesoría Pericial, organismo que hoy se encargará de autopsiar el cuerpo, por estar involucrado personal policial. Recién entonces se determinará cuántos tiros recibió Salas y dónde. Por lo pronto, en la escena se levantaron 4 vainas servidas y un cartucho intacto, además de secuestrarse el arma de la sargento.
El caso se caratuló como “robo en grado de tentativa y homicidio”, por el que entre hoy y mañana la joven será indagada. Interviene el juez de Garantías 3, Jorge Moya.
Todavía no queda claro cómo ingresó el exconvicto al edificio, ya que al mismo sólo se accede con llave y no por portero electrónico. “Suponemos que alguien lo dejó pasar”, explicó el fiscal, sin pasar por alto que en la torre hay “100 departamentos”. En cuanto a la elección de la víctima, se presume – al menos por ahora- que fue al voleo
Más allá de estos detalles, el caso reabre el debate sobre los beneficios procesales a condenados por violación, más aún con este protagonista, al que le redujeron una condena por su “alteración de la personalidad con rasgos psicopáticos perversos, con progresiva y creciente agresividad". Y, con todo y pese a todo, le otorgaron este año salidas transitorias y la libertad condicional el 18 de abril pasado.
Dos meses después estaba repitiendo el modus operandi, por lo que es válido preguntarse si en este lapso no concretó algún ataque sexual. Las fuentes consultadas por Trama Urbana negaron que en ese período no se registraron denuncias por violaciones en edificios, aunque es probable que se coteje su ADN con obtenido en hechos de abusos recientes.
Entre 2001 y 2007, dos condenas a 17 y 25 años de cárcel
El 20 de octubre de 1999 Alberto Fabián Salas intentó asaltar y violar a una estudiante en su departamento de 8, 39 y 40, pero la chica pudo tirarse desde una ventana del segundo piso y avisar a un patrullero. Los policías notaron que el sujeto era parecido a dos muchachos que se decían inocentes y estaban imputados de ataques cometidos con el sello indiscutible del último sospechoso: en edificios, contra mujeres solas, que eran atadas, abusadas, asaltadas y obligadas a higienizar sus ropas íntimas. En noviembre de 2001, el Tribunal Oral Nº 3 -Ernesto Domenech, Omar Luis Pepe y Elva Demaría Massey- condenó a Salas a 17 años de reclusión por dos ataques: el ocurrido el 19 de agosto de 1999 en una torre de departamentos y otro registrado tres días después, también en un edificio, con una víctima de 18 años a la que sometió en el descanso de una escalera. En aquel juicio el fiscal Marcelo Romero tuvo en cuenta que Salas era reincidente y pidió una pena de 18 años de cárcel. El acusado admitió su culpa diciendo “tengo la intención de curarme y de saber quién soy”.
En 2006, el Tribunal de Casación se la redujo a 14 (ver recuadro). Y en mayo de 2007, el Tribunal Oral Criminal III de La Plata (Omar Pepe, Ernesto Domenech y Elva Demaría Massey) lo condenaron a 25 años de cárcel por otros dos casos: el del 3 de mayo de 1999, cuando golpeó a una estudiante de odontología que esperaba un remís en la puerta de su edificio de 2 y 54, la llevó a su departamento, la ató, violó y robó; y el del 11 de septiembre de 1999, cuando redujo a tres adolescentes en una torre de 7, 45 y 46. Sometió a la que vivía allí, de 16 años, y encerró a las otras dos.
En ese debate Salas le pidió perdón a las víctimas y a los dos jóvenes que estuvieron presos por su culpa.
También aseguró que estaba “en etapa de recuperación y bajo tratamiento”.
Los jueces no le creyeron.
Aquella reducción de la pena por “sádico” y “psicópata”
La condena a 17 años de prisión llegó al Tribunal de Casación bonaerense en 2006. Al analizarla, los jueces de la Sala I confirmaron que Fabián Salas interceptaba a las mujeres en edificios, las amenazaba, abusaba de ellas, las obligaba a lavar su ropa interior y finalmente les robada el dinero que tenían encima.
Sin embargo, Horacio Piombo y Benjamín Sal Llargués resolvieron reducirle la pena a 14 años considerando un atenuante su perfil de “sádico” y “psicópata”.
En aquel polémico fallo citaron como antecedente el caso Fabián Tablado, el joven que asesinó a puñaladas a su novia Carolina Aló, argumentando que debe tenerse en cuenta el perfil psicológico del imputado “al momento de merituar la pena”.
En disidencia se expresó el juez Carlos Natiello porque esa cuestión ni siquiera había sido introducida por la defensa.
Según los informes que evaluó la sala I, el violador condenado tenía una alteración de la personalidad con rasgos psicopáticos perversos, con progresiva y creciente agresividad, todo asociado a un trastorno sexual sádico, con peligrosidad para sí y para terceros.
Por entonces, el fiscal Marcelo Romero había considerado que la psicopatía “es un agravante y no un atenuante” y explicó que así fue planteado durante el juicio oral.
También refirió en ese momento que “las victimas tenían una valentía inusual, eran muy jovencitas y conocer la reducción de la condena, seguramente las hará sentir nuevamente desamparadas”. Y recordó que durante el juicio Salas “presentó un sadismo fuera de todo control, que sorprendió a todos los peritos, intimidaba con su presencia física”.
Vale aclarar que más allá de los cálculos de la pena (por aquel entonces regía el beneficio del 2X1) los jueces pueden negarse a la concesión de beneficios procesales como las salidas transitorias y la libertad condicional, en caso de que los informes psiquiátricos y del Servicio Penitenciario sean desfavorables. En este caso se desconoce, por ahora, cómo resultaron estos últimos.
El fiscal de entonces, el fiscal de ahora
La casualidad quiso que la causa por la muerte de Fabián Salas recayera, por turno, en la fiscalía de Marcelo Romero, quien fue fiscal en el juicio que en 2001 ventiló dos de los ataques adjudicados al llamado •”violador de los edificios”. En aquel debate Romero pidió para Salas 18 años de cárcel, teniendo en cuenta que era reincidente y se lo imputaba de otros dos casos que fueron juzgados en 2007. En ese momento el acusado le agradeció a Romero y al tribunal por “su trato respetuoso”.
La policía que lo mató ayer seguirá libre, ya que todo hace suponer que fue en legítima defensa y que la intención de Salas no era robarle, sino violarla.