¿Comprendemos la realidad a través de la ficción? No. La realidad es un hecho incomprensible y totalmente ajeno al ser humano. Lanzamos una pelota de golf con una catapulta, con la fuerza y el ángulo adecuados para que aterrice en un vaso de cubata cien metros más allá.

La realización de ese acto requiere de una planificación rigurosa y la comprensión de las leyes de la mecánica clásica que gobiernan el universo macroscópico que conocemos. Y sobre el papel podemos apreciar la profunda belleza de estos cálculos. Que nos dicen desde donde lanzaremos la bola, con que fuerza y el recorrido que trazará para caer en el vaso, justo donde y cuando dijimos que caería.

La belleza de esta maniobra sólo queda manifiesta a través de nuestros cálculos, o helando el tiempo y haciéndolo correr de nuevo en una pantalla. Para cualquiera que tenga unos ojos sobre la cara, esta maniobra en la vida real resultará, como mucho, anodina. No llena el vacío expectante que concebimos al principio ni la expectativa razonada del final. La realidad ocurre ante nuestros ojos ajena a nosotros mismos, aunque la causemos, no está ahí para complacernos. Lo que pasa solo pasa. La ficción existe para encerrar la realidad en una botella que podamos digerir, interpretar e influir sobre ella.

Atrapados bajo el huracán algunos ven en ello una acción mesiánica, un castigo divino o una furia natural terrible que castiga y se revuelve contra la terrible enfermedad que la infecta. Yo solo veo como el universo es ajeno a nosotros. El caos ruge y se arremolina en torno a nosotros que no podemos comprender nada ajeno a nuestra propio punto de referencia Encerrados en el tubo catódico que es nuestra conciencia.

Siento una angustia muy grande ahora mismo.