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Mysticsedec
De acuerdo con los fundamentos de la filosofía perenne, los pueblos de diversas culturas y épocas han experimentado y registrado percepciones comparables sobre la naturaleza de la realidad, el ego, el mundo, y el significado y el propósito de la existencia. Estas similitudes apuntan a unos principios universales subyacentes que forman la base común de la mayoría de las religiones. Las diferencias entre estas percepciones fundamentales surgen de las diferencias en las culturas humanas y se pueden explicar a la luz de tales condicionamientos culturales.
Entre estas percepciones están las siguientes afirmaciones:
El mundo físico o fenomenológico no es la única realidad; existe otra realidad no-física. El mundo material es la sombra de una realidad superior que no puede ser abarcada por los sentidos, pero el espíritu y el intelecto humano dan testimonio de ello en su más profunda esencia.
El ser humano refleja la naturaleza de esta realidad de dos caras: mientras el cuerpo material está sujeto a las leyes físicas del nacimiento y la muerte, el otro aspecto de la existencia humana no está sometido a la decadencia o a la pérdida, y es idéntico al intelecto o al espíritu, que es el núcleo del alma humana. En el occidente moderno, este segundo aspecto o realidad ha sido frecuentemente pasado por alto o ignorado.
Todos los humanos poseen una capacidad, que sin embargo no es usada y por tanto está atrofiada, para la percepción intuitiva de la verdad última o absoluta y la naturaleza de la realidad. Esta percepción es la meta final de los seres humanos, y su ejercicio y desarrollo son el propósito de sus existencias. Las grandes religiones intentan establecer (o restablecer) la conexión entre el alma humana y esta última y más alta realidad. Dicha realidad, en las religiones procedentes de Abraham (Judaísmo, Cristianismo e Islam), es llamada Dios; Dios es el principio absoluto desde el cual toda existencia es originada y al cual toda existencia retornará. En las religiones no-teístas, tales como Budismo, Jainismo y Taoísmo, lo último o lo absoluto está caracterizado de una manera un tanto diferente.
Estas percepciones globales se piensa que son válidas o fiables debido a su consistencia y a las similitudes entre ellas, a pesar de sus, a menudo, orígenes independientes.
De acuerdo con Aldous Huxley, la filosofía perenne es la metafísica que reconoce una Realidad divina sustancial al mundo material, a la vida y a las mentes; la psicología que encuentra en el alma algo similar, o incluso idéntico, a esa Realidad divina; la ética que sitúa el objetivo final del hombre en el conocimiento de la Base inmanente y transcendente de todos los seres; lo que es inmemorial y universal. Los rudimentos de la filosofía perenne se pueden encontrar entre la tradición popular de pueblos primitivos en todas las regiones del mundo, y en sus formas completamente desarrolladas que han tenido su eco en cada una de las grandes religiones.