Un estudio apunta que la oxitocina contribuye a reducir la xenofobia.

Cientos de miles de refugiados han llegado a Europa huyendo de la guerra desde Oriente Medio en los últimos años. Estos movimientos migratorios, que todavía no han tocado a su fin, despertaron en el Viejo Continente una oleada de solidaridad que, sin embargo, fue contestada también por la de desconfianza y el desprecio de los más escépticos y celosos de su territorio. Pero ¿qué pasaría si una hormona fuera la clave para poner fin a la falta de empatía y al egoísmo en el mundo?

Un grupo de investigadores del Hospital Universitario de Bonn (Alemania) acaba de publicar un estudio que muestra que la combinación de la oxitocina con patrones sociales positivos aumenta significativamente el deseo de donar dinero a los refugiados y a otras personas que viven con necesidad, incluso entre las personas que tienden a mostrar mayor impasividad hacia la situación social de los inmigrantes.

La oxitocina es una hormona que se produce en el hipotálamo y que está involucrada en el establecimiento de relaciones sociales; en concreto, algunas investigaciones la asocian con la formación de relaciones de confianza y generosidad entre personas. Tanto es así que los resultados de este último estudio, llevado a cabo en Alemania y publicados en la revista científica PNAS, revelan que esta sustancia podría contribuir a disminuir la xenofobia y hacer aumentar el altruismo entre personas, aun si no se conocen entre sí.

Los últimos movimientos migratorios avivaron el debate en torno al derecho o deber de ayudar a las personas en necesidad. "En parte, las reacciones negativas se explican al volver la vista atrás y prestar atención a la historia evolutiva: solo a través de la cooperación para con el grupo y el enfrentamiento con las demás tribus fue posible criar a los niños y sobrevivir en un ambiente competitivo por la escasez de recursos en la era anterior a la civilización", explica el profesor Rene Hurlemann, miembro del Departamento de Psiquiatría del Centro Médico de la Universidad de Bonn.

En cambio, "desde una perspectiva neurobiológica, ni las bases de la xenofobia ni el altruismo se han entendido aún con precisión", subraya Hurlemann. Por eso, bajo supervisión psiquiátrica, un equipo de investigadores de la Universidad de Bonn, el Laureate Institute for Brain Research de Tulsa (Estados Unidos) y la Universidad de Lübeck (Alemania) llevaron a cabo tres experimentos, en los que entrevistaron a 183 personas nacidas en Alemania.

En una primera prueba, los encuestados tuvieron que completar un test que incluía cincuenta casos reales de personas en situación de exclusión social, describiendo las necesidades de cada uno. Del total de casos, la mitad eran personas locales y la otra mitad eran refugiados. Cada participante disponía de cincuenta euros para decidir cuánto dinero donaban a cada persona, entre cero céntimos y un euro. La cantidad que no cediesen a nadie podrían quedársela para sí.

"Nos sorprendió que los participantes donasen más dinero a los refugiados que a las personas locales en necesidad", explica la investigadora Nina Marsh.

El segundo experimento, que involucró a más de cien participantes, se centró en conocer su actitud para con los inmigrantes. En este caso, antes de rellenar el formulario, la mitad del grupo recibió una dosis de oxitocina a través de un espray nasal, mientras que a la otra mitad se le suministró un placebo. De nuevo, se les otorgaron cincuenta euros para decidir si querían donarlos o no.

El ensayo reveló que, bajo la influencia de la oxitocina, los individuos que tendían a mostrar una actitud positiva hacia los refugiados doblaron sus donaciones. En cambio, la oxitocina no tenía efecto en las personas que adoptaban una postura a la defensiva hacia los refugiados, cuya tendencia a donar era mucho menor.

Siendo así, el investigador Rene Hurlemann deduce que "la oxitocina aumenta claramente la generosidad hacia las personas en necesidad, pero si no existe una actitud altruista, la hormona no consigue crearla".

Los investigadores asumieron entonces que las conductas sociales positivas debían servir como punto de partida para motivar a las personas a abandonar su actitud xenofóbica en virtud de una más altruista. Y, para comprobarlo, llevaron a cabo un tercer experimento en el que reunieron a personas con una actitud más escéptica hacia los inmigrantes y les presentaron de nuevo cada caso de personas en necesidad. Pero, en esta ocasión, adjuntaban también el valor de la donación media hecha por sus compañeros en el primer experimento. Bajo el efecto de la oxitocina, "incluso las personas con actitudes negativas hacia los inmigrantes donaron hasta el 74 por ciento más a los refugiados que en la ronda anterior", cuenta la investigadora del estudio Nina Marsh, que sostiene que combinar la oxitocina con la posibilidad de imitar patrones sociales puede ayudar a contrarrestar los efectos de la xenofobia, a la par que engrandecer el comportamiento altruista hacia los refugiados.

Su compañero Hurlemann apoya también esta hipótesis: "La combinación de oxitocina con la influencia que ejercen las personas del entorno podría disminuir las reacciones egoístas". Ir un paso más alla permite a este investigador afirmar que "en las circunstancias adecuadas, la oxitocina puede ayudar a promover la aceptación e integración de inmigrantes en los países occidentales".

http://www.lne.es/sociedad/2017/08/1...r/2149607.html
http://www.pnas.org/content/early/20...14.short?rss=1
http://www.pnas.org/content/suppl/20...01705853SI.pdf
https://www.uni-bonn.de/neues/188-2017
@Hakwon

Toma solidaridad... al inmigrante paliza constante!!!!!